- A pesar de que muchos le tachan de loco, el durangarra Mauri Imaz Bengoa sigue inmerso en alcanzar un reto solidario sin precedentes; subir a Urkiola en bicicleta 365 días seguidos con el propósito de concienciar sobre la donación de médula. Tras completar durante un mes el objetivo de coronar a diario el mítico puerto, del 5 de septiembre al 5 de octubre, Mauri decidió la bilbainada de hacerlo durante un año. Con la de ayer sábado, el durangarra ha subido a Urkiola 55 veces seguidas desde que iniciará el desafío el pasado 12 de octubre. “Surgió como el reto de que soy un anuncio que sube Urkiola todos los días ya que tengo el teléfono en mi espalda. Hay personas que desde entonces se han hecho donantes de médula y esto es lo que busco”, explicó el protagonista de la iniciativa solidaria.

En este gran reto, Mauri se ha convertido en Turkiolo. Se trata de un superhéroe que debe subirse todas las mañanas al meteorito de Urkiola para recargar sus poderes. “Turkiolo quiere que los seres humanos nos demos cuenta de que, al igual que él necesita una recarga diaria, hay muchas personas enfermas que la necesitan. Para eso tenemos que donar, en vida, los superpoderes que tenemos en nuestra sangre: nuestras células madre”, puede leerse en una de las historias de Instagram (tourkiola_365).

El despertador de Mauri suena todas las mañanas a las 6.30 horas, con la misión de coronar el Santuario. Una vez hechos los deberes, a las 9.00 horas, inicia su jornada laboral con su hermana en el estudio de arquitectura que regentan.

Esta semana Mauri ha contado con un nuevo empujón. Y es que los bomberos del parque de Iurreta le recibieron en sus instalaciones para mostrar su apoyo a la iniciativa. Como muestra de ello, los bomberos se comprometieron a acompañarle en alguna de sus ascensiones. Subido a uno de los camiones, aprovechó la oportunidad para explicar cómo se hace el gesto de la campaña. “Turkiolo es un eslabón de unión para crear una cadena de donantes. La gente tiene que unirse, hacerse donante y salvar vidas. No es solidaridad, es sentido común”, aseguró con los bomberos.

Ida y vuelta a Moscú

De momento, Mauri ya ha subido lo que serían cuatro ascensiones al Everest desde el nivel del mar. Hoy domingo, ascenso 56, va por los 34.800 metros positivos, 1.260 kilómetros y 87 horas sobre la bicicleta. Si logra su cometido, durante 365 días recorrerá 7.800 kilómetros, el equivalente a una ida y vuelta a Moscú por carretera. De este modo, estará montado en la bicicleta 550 horas con su maillot de Dona Médula, o lo que es lo mismo, 23 días pedaleando. “Si lo consigo me adelantarán entre 30.000 y 40.000 vehículos. Imaginaros que un porcentaje pequeño de esas personas que me pasan se animan a llamar para hacerse donante de médula, ¿no pensáis que habrá merecido mucho la pena?”, preguntó su impulsor.

En lo que a las condiciones meteorológicas se refiere, el frío y el mal tiempo también han hecho acto de presencia esta semana. En este sentido, ayer se vieron los primeros copos de nieve. El reto del durangarra sigue sorprendiendo a muchos. La iniciativa solidaria, sin precedentes, comienza a complicarse con la llegada del mal tiempo y las primeras nevadas del invierno. “Lo peor es el agua, el frío se lleva bien. El reto es mucho más psicológico, que físico”, reconoció a sus 39 años.

En el apartado de anécdotas, que se van sucediendo día a día, en su vigésima cuarta ascensión llegaron los problemas técnicos. A falta de un kilómetro para llegar al Santuario a Mauri, a las ocho de la mañana, a Mauri, que nunca se había subido en una bicicleta de esas características y le costó hacerse a los cambios, se le rompió la cadena. Tranquilo y sin sobresaltos, decidió terminar de subir empujando su bicicleta. “Cuando alguien está enfermo no le queda otra que seguir luchando. Aquel día con el tema de la cadena hicimos lo mismo. Esto no es deporte, es concienciación. La gente debe ser consciente de lo importante que es la donación de médula y hay que seguir”, insistió.

Ilusionado con lograr su objetivo, “aquí, como en la enfermedad, lo que importa es el día de mañana”, zanjó incansable el durangarra.