Beatriz Artolazabal Albéniz, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno vasco, y Aintzane Ezenarro, directora del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora, visitaron ayer miércoles las obras de construcción del Columbario de la Dignidad en una parcela anexa al cementerio de Orduña, una actuación que tiene como objetivo ofrecer un reconocimiento público y permanente a las personas fallecidas en la prisión central creada en la ciudad tras la finalización de la Guerra Civil en las instalaciones del colegio de los Padres Jesuitas. La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, confirmó ayer miércoles que, en un primer momento, albergará los 14 cadáveres ya exhumadas que “fueron víctimas de una política penitenciaria brutal y diseñada expresamente para las personas que perdieron la guerra”, y está pensado para acoger los que se hallen en futuras exhumaciones y que no se consigan identificar o una vez identificados, la familia decida inhumarlos allí.
La alcaldesa, Itziar Biguri; el concejal de Obras y Servicios, Juanjo Sanz Pérez, y Joseba Egiguren, autor del libro Prisioneros de Franco en Orduña, fueron los encargados de explicar tanto las características del proyecto como las razones que han motivado su materialización.
Y es que el antiguo colegio de los Padres Jesuitas de Orduña funcionó, entre 1936 y 1939, como campo de concentración de combatientes republicanos apresados durante el avance del ejército franquista. Terminada la contienda civil, y hasta su cierre en verano de 1941, fue transformado en prisión central y hasta allí fueron trasladados prisioneros de otras cárceles “y miles de personas condenadas por rebelión debido a sus ideas”, explicó Egiguren. Llegaban, sobre todo de Extremadura, Ciudad Real y Málaga, tras largos viajes en tren “que podían durar más de tres días sin ventilación, sin retretes, sin comida...” y una vez en la prisión central seguían sufriendo malas condiciones de higiene, alimentación y salubridad, lo que provocó una alta tasa de mortalidad entre los allí recluidos. Hay constancia de que, al menos, fallecieron 201 personas y el primer caso registrado remite a “un pobre agricultor de 78 años de Costuera, en Badajoz, que cayó muerto en el mismo momento de bajar del tren, supuestamente por un síncope”, apuntó Egiguren como ejemplo de esa sinrazón.
Fallecidos en prisión
Los fallecidos en la prisión central fueron enterrados en el camposanto municipal y, para confirmar esa cruda realidad, el Ayuntamiento de Orduña impulsó en 2014 una exhumación por parte del un equipo de Aranzadi liderado por Paco Etxebarría en el pasillo situado a la derecha del acceso del cementerio. Allí fueron localizadas dos hileras de siete sepulturas cada una de ellas y, en total, 14 cuerpos. “No era una fosa común. Estaban enterrados correctamente, en su ataúd y en fila, y posiblemente haya muchos más”, apuntó Egiguren.
El Columbario de la Dignidad que se está construyendo a pocos metros de esa zona de enterramientos contará con un total de 74 nichos.
El primer columbario de la memoria y dignidad de toda Bizkaia será una realidad, previsiblemente, en el mes de abril. El Ayuntamiento de Orduña ha puesto en marcha las obras gracias a una financiación de 80.000 euros procedente de Gogora -Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos- y la materialización de esta iniciativa supone, en palabras de Artolazabal “nuestro compromiso con la memoria democrática y nuestro deber de dignificar a estas víctimas de la represión y de la dictadura franquista”.
DetallesUbicación.
Se está construyendo en una parcela municipal anexa al camposanto de Orduña y dispondrá de 74 nichos.
Características. El recinto contará con un breve itinerario que discurrirá a través de los tres pabellones del columbario. La idea es crear una sensación de trinchera, flanqueada por piedra, en homenaje a las víctimas del franquismo.
Escultura. Todo el conjunto se completará con la escultura ‘Duintasuna’, del artista Iñigo Arregi, de 3,50 metros de altura y que rendirá homenaje a los represaliados por el franquismo y que, al mismo tiempo, invitará a la contemplación, el reposo y el respeto.