Sus altas paredes, que alcanzan los más de 250 metros de caída vertical, son uno de los paraísos de la escalada en Euskadi. Su cima también suele acoger a multitud de paseantes que aprovechan la atalaya natural que forma para avistar el paisaje costero de Urdaibai.

Pero también es hogar de numerosas aves -principalmente costeras- que echan mano de sus recovecos. Y desde hace más de cuatro meses, se ha convertido en la casa de una pareja de alimoches que crían a su pollo. Especie habitual en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la pareja de rapaces ha venido estando presente en una pequeña pared rocosa de Muruetagane (Gautegiz Arteaga) durante largos años, si bien se ha movido a la costa. A la protección de Ogoño.

No es buena la situación del alimoche en el ámbito europeo e ibérico, con poblaciones que van decayendo. Sin embargo, Euskadi está dando algunos pasos adelante para sacarlo de su precario estado. La cría nacida en Ogoño “hace unos 70 días” es un nuevo impulso a favor de su futuro.

“A efectos de la Unión Europea, el alimoche está en el top-10 de las especies en peligro de extinción”, señala el biólogo Iñigo Zuberogoitia, que viene monitorizando el día a día de este ave que, en un principio, “crece sano sin mayores problemas” en la pared del cabo. Zuberogoitia ofrece un dato clave. “Hay que tener en cuenta que esta pareja asentada en Ogoño lleva dos décadas anidando en una pequeña pared en Gautegiz Arteaga y solo ha logrado sacar dos pollos adelante, cuando una pareja puede tener entre uno o dos pollos al año. En un supuesto muy optimista podrían haber sido hasta 44 crías”, refleja.

Las molestias generadas por los seres humanos están detrás de que los pequeños no hayan podido crecer con normalidad. “Son rapaces que a la mínima que se vean molestadas abandonan su nido, esperando a que la amenaza cese, perdiendo los huevos o los pollos si dicha amenaza se alarga en el tiempo”.

Los escaladores suelen ser una de las potenciales molestias de estas aves. También, en ocasiones, algunos excursionistas que se acercan a sus nidos. En esta ocasión, la pareja asentada en Ogoño ha encontrado toda la tranquilidad necesaria para sacar adelante a su cría. Si así ha sido, “es gracias a muchas personas: los guardas forestales, los escaladores que cumplen a rajatabla las directrices de la regulación, la Ertzaintza, los ornitólogos... Diría que hasta los hondartzainas (de la playa de Laga, en Ibarrangelu) nos han echado una mano para que no se vieran molestadas”, apunta.

Y es que tras realizar un llamamiento a través de las redes sociales, “la respuesta ha sido fantástica”, ahonda Zuberogoitia, gran conocedor de las aves rapaces en Bizkaia. De hecho, la Diputación Foral de Bizkaia activa todos los años las regulaciones a la escalada en hasta 44 puntos del herrialde, la mayoría de ellos situados en el parque natural de Urkiola, pero también en Enkarterri. Y el de la normativa particular de Ogoño se ha visto modificada por la presencia de los alimoches. Hasta el 15 de septiembre no se permite acercarse a su nido. Aún así, los ejemplares del cabo pueden ser avistados desde la propia playa de Laga, en Ibarrangelua. Con el equipamiento apropiado, “se pueden ver desde el mismo aparcamiento”, apostilla el biólogo.

“La respuesta que hemos tenido por los aficionados de la escalada ha sido magnífica”, afirma Zuberogoitia. Y es que un solo infractor puede manchar a todo un colectivo, el de los escaladores que por norma general cumplen las normas establecidas. En el caso de Ogoño, “nos ha echado una mano para que el mensaje pueda llegar a todos. El mensaje de que no escalaran para salvaguardar a la pequeña cría”. En un principio, el pequeño alimoche crece correctamente, pese a que “las trombas de agua caídas en junio” lo pusiesen contra las cuerdas. Y ha sido anillado para su futuro seguimiento.

Eso que no fue fácil dar con la pareja reproductora. “Sabíamos que estaban por la zona de Urdaibai. Pero no donde siempre, en Gautegiz Arteaga. Pero finalmente pudimos dar con su ubicación”, recuerda Zuberogoitia. En todo caso, a mediados del mes próximo emprenderá su migración “a la zona africana del Sahel, por debajo del desierto del Sáhara, a países como Senegal o Mali”. Allí permanecerá “hasta dos años, cuando volverá a su territorio”. En este caso, un reciente estudio en el que ha tomado parte el ornitólogo afirma que la filopatria -la tendencia de los animales a volver al territorio en el que nacieron- de los ejemplares machos es de 20 kilómetros, y el de las hembras de 40 kilómetros”. Es decir, que si sortea todos los peligros de la migración, volverá a la Comunidad Autónoma Vasca.

La cría nacida en Ogoño volverá al de dos años, “a dormideros comunales que agrupan a subadultos al que acuden a socializar, buscar pareja...”, remata Zuberogoitia. En el Territorio Histórico existe un emplazamiento de esas características. Y según el especialista, “Bizkaia cuenta con una población buena, que según los censos que venimos realizando alcanza las 22 parejas territoriales”, sobre todo en la zona sur (Urkiola y Gorbeia) y en el oeste (Enkarterri). Esa cifra hace ver con cierta esperanza el futuro de un ave rapaz que sigue estando clasificada como vulnerable en el catálogo de especies amenazadas del País Vasco.

Un ave inconfundible

Según datos del Gobierno vasco, el alimoche se encuentra “muy repartido por todo el territorio, con una buena parte de la población distribuida al oeste de la comunidad autónoma y otro gran núcleo ubicado en las sierras centrales de Aizkorri, Aralar, Urkiola, Gorbeia y Sierra Salvada”.

Tal y como explican, los principales factores de mortalidad y amenaza “están relacionados con el uso de venenos, la reducción en la disponibilidad de alimento por el cierre de muladares, molestias en las áreas de cría y la caza ilegal. La alteración y destrucción del hábitat, la colisión con tendidos eléctricos y aerogeneradores, y la intoxicación por biocidas agrarios también constituyen factores de amenaza”. Calificado como “vulnerable”, el alimoche tiene una longitud de entre 55 y 65 centímetros, y su envergadura alcanza los 170 centímetros.