El panel informativo anunciaba ayer miércoles la llegada a las 10.54 horas, pero el tren no se detuvo en el andén de la estación de La Concordia hasta 25 minutos más tarde. El pan de cada día para los pasajeros, según contaron los miembros de la plataforma ciudadana en defensa del tren Santander-Bilbao que ayer miércoles, coincidiendo con el primer aniversario de su creación, recorrió las calles de la capital vizcaina para reivindicar un transporte público digno y “fiable”. Reiteran que la recuperación de las tres frecuencias diarias previas a la pandemia -desde el confinamiento se habían reducido a un viaje diario-, no soluciona los problemas de un servicio que, de seguir su “deterioro”, puede derivar en la despoblación de áreas rurales como Artzentales y Karrantza, por donde discurre el trayecto.

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Usuarios de la línea Santander-Bilbao se manifiestan por la falta de trenes

Hace veinte años cuando Erika García regresaba los viernes al valle encartado “tenía que sentarme en el suelo” porque todos los asientos del tren estaban ocupados. Convertida en portavoz de la plataforma, ayer miércoles explicó que la falta de demanda que aduce Renfe para no incrementar el servicio no mejorará mientras no aumente la oferta. Se ha reunido con ayuntamientos afectados y ahora buscan “que los gobiernos vasco y de Cantabria reclamen por nosotros”. Argumentan “que no les compete y es cierto porque corresponde a Madrid, pero en otros lugares la propia comunidad paga frecuencias suplementarias para que sus ciudadanos dispongan de más servicios y puedan vivir en sus pueblos”. “Quienes vivimos en estos territorios sí que somos su competencia y deberían garantizar nuestros derechos”, aseguró.

Los usuarios advierten un empeoramiento progresivo del trazado que se remonta al menos quince años atrás. “Cuando la vía se rompe en lugar de repararla instalan limitaciones temporales de velocidad, hay tramos en los que solo se puede circular a veinte kilómetros por hora... Como si quisieran que desapareciera”, resume la portavoz de la plataforma. Y detrás de todo ello subyace una “falta de fiabilidad” que también repercute en la confianza de los pasajeros, porque “no puede ser que cojas el tren para venir al hospital, a estudiar, a trabajar o realizar gestiones y no sepas si llegarás”. Bizkaibus tampoco se presenta como una alternativa para los desplazamientos regulares. Con un transbordo en Zalla y el consiguiente tiempo de espera, el trayecto Karrantza-Bilbao puede extenderse “entre hora y media y cuatro horas por una carretera de montaña con curvas y baches constantes”. Entre la juventud muchos optan, cansados, por alquilar pisos o habitaciones en Bilbao y establecerse allí cuando empiezan a trabajar.

Los mismos contratiempos que relatan del lado de Cantabria. “Los recortes y la mala gestión provocan falta de rentabilidad”, sentenció Zuriñe Mollinedo Beistegui, que reside en Gibaja. “Mis hijos, de 14 y 19 años, necesitan el tren para estudiar en Santander y Bilbao y yo con 54 no tengo que recurrir a un coche o un bono social, sino a un transporte público que pagamos todos”, zanjó.