María Peraita, Gonzalo Arroita y Javier Amezaga recuperan la brillante, enorme y también olvidada trayectoria de Horacio EchevarrietaGetxo,señor de las galerías de Punta Begoña
El singular edificio en panorámica que mira al mar desde Ereaga y Arriluze recompone ahora sus cicatrices dentro de un proyecto de puesta en valor liderado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y, mientras tanto, estos tres autores encajan todas las piezas del puzzle vital del que fuera su propietario en Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta, justo cuando se cumple el 150 aniversario de su nacimiento. "Llama la atención que un personaje que, con las debidas cautelas, bien pudiera ser comparado con los Howard Hughes o Randolph Hearst que inspiraron a Orson Welles en Ciudadano Kane, sea tan poco conocido entre nosotros y disfrute hoy de una absoluta falta de reconocimiento", comenta Juan Ignacio Vidarte, director general del Museo Guggenheim Bilbao y prologuista del libro. Horacio Echevarrieta fundó, entre otras compañías, Iberdrola e Iberia, además de astilleros (como los de Cádiz) y petrolíferas. Fue propietario e impulsor de medios de comunicación tradicionales y apostó por otros nuevos como la radio. También se erigió en pieza fundamental en la construcción del metro de Barcelona, la urbanización de la Gran Vía de Madrid y el Ensanche de Bilbao. Estas son unas cuantas píldoras de sus 150 vidas, pero hay mucho más de la persona que fue considerada durante lustros la tercera más influyente de España.
Inicios
De las minas y terrenos que recibió en una herencia que le habría permitido vivir sin trabajar, apenas entrada en la treintena, optó por imbuirse de lleno en el negocio arriesgando, ampliándolo, diversificando y apostando por el sector naviero para internacionalizar. De allí, amplió la inversión a otros medios de transportes: aéreo, ferroviario y metropolitano, para proseguir dando pasos hacia la consolidación de una red centrada en el posicionamiento estratégico de sus industrias. Vio como nadie que el desarrollo precisaría de energía, y por ello entró en empresas como Saltos del Ter, Saltos del Duero (germen de Iberdrola), Carbones Asturianos y prospecciones petrolíferas. Y también intuyó que el desarrollo urbano supondría una oportunidad única para su capitalización. Trabajó a nivel de calle y de edificios, invirtiendo a su vez en cementeras y serrerías. Empleó novedosas técnicas y grandes profesionales y completó el esquema con buenos contactos políticos y apuesta por la protección y responsabilidad social.
Algunas de las huellas de Horacio Echevarrieta en el trazado urbano están en la Gran Vía de Madrid, que urbanizó con un proyecto que supuso una epopeya para desbloquear años de parálisis que impedían el avance de unas labores para las que fue preciso demoler 327 inmuebles y ocupar 41 solares. Por otro lado, construyó la línea transversal del metro de Barcelona, que incluía la gran obra de ingeniería llevada a cabo en la plaza de Catalunya y cuya impresionante estructura fue creada en sus propios astilleros gaditanos. Además, financió la construcción del transbordador del Niágara, que fue un salto cualitativo de la ingeniería española en el mundo, y que aún permanece en activo en Canadá.
Tierra, mar y aire
Respecto a los astilleros de Cádiz, los convirtió en un laboratorio de I+D adelantados a su tiempo, trabajando en submarinos, barcos militares, petroleros, embarcaciones deportivas o incluso prototipos de motores a reacción. El Juan Sebastián Elcano y su gemelo en la Armada chilena -construidos en sus astilleros, diseñados por su equipo técnico y bautizados a sugerencia del propio Echevarrieta- siguen activos. El hoy buque escuela de la Armada española fue botado el día 5 de marzo de 1927 y entregado al ejército el 17 de agosto de 1928. Lleva, pues, más de 90 años en la mar con más de un 1.700.000 millas náuticas navegadas por todos los mares del mundo.
El empresario bilbaino también tuvo ojo al ver el papel que podían jugar los medios de comunicación. Se anticipó de nuevo a los tiempos, con un planteamiento innovador en contenido, tecnología y distribución respecto a la prensa escrita, centrada en su periódico El Liberal, El Liberal y también con la llegada de la radio y esa comunicación sin hilos. De hecho, apostó por la creación de Unión Radio, que se convertiría años más tarde en la Cadena Ser.
Pero los negocios de este magnate empezaron a sufrir golpes en 1933, fruto de la situación política (él era republicano por herencia, y convencido). Pero ni siquiera entonces, con los problemas económicos magullándole, quiso desprenderse de las galerías de Punta Begoña, sus queridas galerías que fueron marchitándose con el tiempo... Pero fue en otras de sus propiedades, en el Palacio Munoa, de Barakaldo, donde falleció a los 92 años.