Una situación "rara". Así describe María Pilar Arostegi, que regenta una tienda de golosinas en Muskiz, las circunstancias actuales después de que haya podido volver a abrir su negocio. Y es que Arostegi asegura que "se hace muy raro no ver a los txikis entrando a comprar en la tienda". Son sus padres o madres los que lo hacen, y a cuentagotas, tal y como describe la encargada de este establecimiento.

La luz al final del túnel aún queda lejos, pero ya parece vislumbrarse algún pequeño halo de esperanza en este largo camino, marcado por el ritmo que impone un virus. Todavía falta tiempo para ver las calles llenas de vida, de comercios abiertos... Hace pocos días, las tiendas de golosinas y confiterías han vuelto a abrir sus puertas, después de que la Autoridad Vasca de la Competencia haya decidido que pueden seguir abiertas durante el estado de alarma, porque son consideradas como establecimientos de alimentación.

Desde la posición de Arostegi, cabe preguntarse si en la actual situación, las y los consumidores acudirán a estas tiendas como antes. No obstante, con más dudas que certezas, parece que estos establecimientos van abriendo sus puertas. En el caso de Arostegi, comenta que "si han considerado que tenemos que abrir, yo prefiero abrir la tienda, aunque sabemos que la situación es la que es".

Y es que lleva desde 2007 con la tienda Zutoia, y asegura que es la peor época que ha pasado en lo relativo a la salud de su negocio: "Ahora estamos vendiendo alrededor de un 75% menos". No sabe si es por miedo o porque se desconoce que están abiertas, pero lo cierto es que "viene muy poca gente, algo lógico teniendo en cuenta que no hay nadie en la calle", comenta.

Arostegi lo entiende perfectamente, ya que "no es sencillo salir de casa para comprar golosinas", asume. No obstante, "aunque sabíamos que iba a ser una situación muy complicada, es mejor vender algo que nada, cuando además hay que seguir pagando ciertos gastos".

Las ventas están siendo muy escasas, a pesar de que también ha puesto en marcha la venta on line, con la que "les llevamos a casa lo que nos piden sin costo alguno". La clientela que ha pasado por su tienda, cuenta, "me comenta que les hace ilusión verla abierta". Además, muchos le han contado que "para los críos está siendo muy duro estar todos los días en casa y que llevarles chucherías es algo que hace ese día diferente".

Por eso, el resumen de esta primera semana de apertura tras haber cerrado al comienzo del estado de alarma, es que "viene muy poca gente pero lo han agradecido". De si merece o no la pena abrir en esta situación, tiene claro que "en casa le das muchas vueltas a las cosas, y aquí por lo menos podemos vender algo, aunque sea muy por debajo de lo que suele ser habitual".

Normalmente, en la zona en la que tiene la tienda "hay mucho movimiento, porque hay dos bares y suelen estar los niños y niñas jugando en la plaza, y la de ahora es una sensación muy extraña, porque no hay nadie en la calle". A medio plazo el panorama no lo ve "nada halagüeño, porque parece que el tema no se va a solucionar hasta dentro de bastante tiempo, y esa normalidad creo que va a tardar algunos meses en llegar".

Esperanza Sin embargo, y a pesar de las circunstancias, Arostegi tiene esperanza en que las aguas vuelvan a su cauce y se pueda recuperar todo el tejido comercial. Lo que sí espera, es que ahora "la gente responda y se anime también a comprar en este tipo de establecimientos que estamos abiertos, y que cuando abran todas las tiendas, se compre en el comercio local, porque es muy importante que se mantenga".

Al fin y al cabo, "si al final tenemos que cerrar todos las tiendas de los pueblos, no va a haber vida". El local en el que tiene la tienda es municipal y el Ayuntamiento de Muskiz no les ha cobrado el alquiler, algo que "es de agradecer en una situación como esta, en la que los negocios pequeños vamos a tener muchas dificultades".