- Se reconoce abrumado por la repercusión de su bendición a los balcones. Sin Pasión Viviente por primera vez en medio siglo debido a la alerta sanitaria, Fran Pinilla se ha convertido en el protagonista involuntario del inicio de la Semana Santa en Balmaseda, desde que los vídeos y fotografías que le muestran frente a la patrulla de la Ertzaintza que le invitó a volver a casa inundaron las redes sociales ya el mismo Domingo de Ramos. Consciente de que “se generan opiniones de todo tipo”, el cura de la villa y, también de Zalla, insiste en que durante su recorrido por el centro guardó “las medidas de seguridad que me transmitieron, incluso más”. Además explica que “contaba con una carta del Ayuntamiento en la que constaba que conocían la actividad”. “Si en algo he podido animar a la gente... con eso me quedo”, asegura. Y es que “se juntan dos circunstancias: las noticias de los ocho fallecimientos en la residencia de Las Laceras y la imposibilidad de vivir la Semana Santa de la forma habitual” que entristecen a los vecinos de Balmaseda. La opción de trasladar la bendición a pie de calle surgió de fieles “de la propia parroquia y a partir de ahí empezamos a preguntar a unos y a otros si era viable y en qué condiciones, dejando muy claro que si no se podía no pasaba nada”. Hablaron con los consistorios de Balmaseda y Zalla. El primero “nos dio unos requisitos”, mientras que el municipio vecino “no lo vio claro”, así que “no se hizo”.

Así, el domingo, Fran Pinilla ofició en la iglesia de San Severino, una misa a puerta cerrada que emitió a través del canal de YouTube UP Garbealde. Después, ataviado con mascarilla y guantes, recorrió el casco histórico para impartir su bendición a los fieles que esperaban en ventanas y balcones. La víspera había pedido “que se quedaran en casa y que si querían prepararan ramos caseros”. Se topó con la policía. “Les enseñé el documento del Ayuntamiento, le sacaron una foto y me permitieron continuar”, describe.

No habían transcurrido “ni dos minutos” y le paró una segunda patrulla. Los ertzainas “no me amonestaron”. Le comentaron “que no apreciaban que fuese un desplazamiento de primera necesidad aunque hubiera comunicación previa, y que me fuera a casa”, a pesar de la petición de una persona que iba a acercar a Fran en coche a los barrios más dispersos, “él conduciendo y yo en el asiento de atrás”. Regresó a los locales parroquiales atravesando el Puente Viejo y el paseo Martín Mendia. “Me quité toda la ropa exterior antes de entrar, dejé los zapatos en barreños con lejía, me cambié de ropa, volví a subir a casa, me cambié de ropa otra vez, me duché…” y grabó un vídeo dirigido a los vecinos que no llegaron a verle.

“La grandísima mayoría de la gente de Balmaseda que lo ha vivido” le expresa ahora su “ánimo y agradecimiento” en mensajes y llamadas. “Les digo que el coronavirus nos ha enseñado a valorar más si cabe a sanitarios, ertzainas, empleados de supermercados, voluntarios y otras personas que están metiendo una cantidad de horas tremenda. También la importancia de poder darnos un abrazo. Extraigo esa moraleja”, afirma.

Hasta retornar a la normalidad, Fran Pinilla seguirá subiendo a YouTube sus misas en el oratorio de los locales parroquiales, accesible “bajando las escaleras” de su casa. En las eucaristías no faltan oraciones “por fallecidos, enfermos y sus familias”.