Mientras la mayoría de la población afronta con resignación el confinamiento que obliga a recluirse en cuatro paredes, la peor parte de la cuarentena se la llevan estos días aquellos que han perdido a un familiar o a un amigo. Sobre todo si ha sido a causa del coronavirus. Muchos han sido testigos de cómo se llevaban al enfermo en ambulancia y no han vuelto a verlo debido al aislamiento que requería su hospitalización. “La imagen de un ser querido muriendo solo es horrorosa para el duelo”, afirma Ziortza Karranza, psicóloga del centro de psicología integral Gurenduz. A ello se le suma, en estos casos, la prohibición de realizar funerales o velatorios. Por ello, esta especialista en intervenciones en momentos traumáticos y emergencias recomienda posponer estos ritos de despedida.

Según Karranza, no tener la posibilidad de decir adiós a un familiar siempre complica el duelo, más aún si ha sido a raíz de una hospitalización. “Algo que facilita los duelos es cuando los familiares no tienen la sensación de que sus seres queridos lo han pasado mal en sus últimos momentos”, señala la psicóloga, quien expone que no es el caso de las familias de aquellos que contraen el coronavirus y fallecen solos tras un ingreso. “Pensar que has estado a muy pocos metros de tu ser querido y que no le has podido tocar genera mucha ansiedad y malestar. Es una imagen que no ayuda a elaborar esa sensación de paz que necesitamos cuando hay una muerte”, expone.

Todo ello, además, se ha de sobrellevar cumpliendo a rajatabla el confinamiento decretado por el estado de alarma. “El coronavirus está enfrentando a las personas a lo más difícil, porque en cierto modo la cercanía física ayuda en el duelo”, alega la responsable de Gurenduz. La muerte de una persona que ha sido contagiada provoca, a su vez, la necesidad de aislamiento de todos aquellos que han estado en contacto aumente. De hecho, en algunas familias se ha dado la circunstancia de que han fallecido dos miembros, uno tras otro, lo que supone una “sensación de no control” por la rapidez en la que se producen las muertes. “Se intenta que los familiares no se junten con nadie más porque tienen mucha posibilidad de dar positivo. Todo esto complica aún más la soledad de los dolientes y el dolor se acrecienta”, asevera Karranza.

Además de la privación del contacto físico con el resto, la imposibilidad de hacer vida normal es otro obstáculo para superar la muerte. “Si es tu pareja la que muere, por ejemplo, te enfrentas a tener la casa tal cual”, ejemplifica la psicóloga. En esas circunstancias, afirma que hay mucha gente a la que le ayuda que alguien acuda a su casa y se quede a dormir. “Al estar recluidos y aislados se les obliga mucho más a tener que enfrentarse a su propio dolor y a la sensación de vacío”, apunta Karranza, quien considera que, en ese contexto, “tendrán que hacer un trabajo bastante potente viendo cómo aceptar y gestionar la dificultad a la que se les ha enfrentado con el coronavirus”.

Se ha repetido en numerosas ocasiones que el virus afecta principalmente a personas mayores, pero también ha habido casos de personas muy jóvenes que han fallecido tras contagiarse. “El ver que esa única certeza ha caído genera muchísima más inseguridad y acrecienta la indefensión de los familiares. Cuando la persona que muere es joven siempre es muchísimo más duro porque nuestras cabezas no están preparadas para ello”, argumenta.

Y desde el punto de vista de la persona que fallece tampoco es fácil. “Si son conscientes de que están aislados tiene que ser muy doloroso. Al final te encuentras solo, con el estigma de ser un apestado, entre comillas. Han contraído una enfermedad que es muy contagiosa y peligrosa, y en algunos casos incluso tendrán el sentimiento de culpa de habérsela podido contagiar a alguien más”.

Posponer los ritos Desde que empezó la crisis sanitaria son 2.696 las personas fallecidas en el Estado como consecuencia del coronavirus. En Euskadi, la cifra asciende a 133. Y se prevé que en las próximas semanas aumente. Sin embargo, el resto de las personas que fallecen estos días tampoco tienen derecho a la celebración de funerales. De hecho, las esquelas se publican con mensajes similares a este: Por indicación sanitaria, la despedida se hará en la intimidad familiar. En estos casos, el Ayuntamiento de Bilbao, por ejemplo, solo permite la asistencia al cementerio de cuatro personas. “Se pone el foco en las personas que están muriendo por coronavirus, pero hay que pensar también en que aquellos que pierden a alguien cercano por otro motivo solo están recibiendo apoyo a través del teléfono móvil”, revela Karranza, quien expone que es una “situación de excepción” que requiere que cuando se vuelva a la normalidad “el tiempo empiece de cero”.

Ello supone poder retomar la posibilidad de celebrar los ritos de despedida “como si la muerte hubiera sucedido ayer”, “aunque los cuerpos no estén presentes”. Ziortza Karranza indica que estos rituales son importantes para hacer real la pérdida y para sentir la cercanía de la gente que ha querido a la persona que fallece. “El que se celebre un funeral ayuda a los dolientes a hacer ese homenaje y a asumir la pérdida, si no la sensación es de que se lo ha llevado la ambulancia y no ha vuelto, algo que genera un shock”. Karranza concluye diciendo que “la certeza de que en algún momento podrán hacer algún ritual ayuda”.