Bermeo - Con un goteo incesante de visitantes desde primeras horas de la mañana, Bermeo celebró ayer con plena normalidad su última misa del año en Gaztelugatxe. Amantes de la tradición, principalmente llegados desde la villa marinera y localidades de las inmediaciones como Bakio, Mungia o Mundaka, se entremezclaron con numerosos turistas extranjeros, sobre todo franceses. La celebración esquivó la polémica abierta durante los últimos días a raíz de una visita guiada ofrecida por una empresa privada y se centró en festejar el habitual culto en la ermita de Gaztelugatxe sin sobresaltos.

Ya desde la mañana, la estampa de Gaztelugatxe lucía en todo su esplendor. El buen tiempo animó a muchos a ascender a la ermita. Eran sobre todo visitantes, de los centenares de miles que el peñón bermeotarra suele recibir habitualmente. La imagen, y la tipología de los asistentes, cambió por la tarde, cuando muchos bermeotarras emprendieron viaje hacia la ermita. La mayoría lo hizo en coche particular, otros en transporte público y muy pocos, y valientes, lo hicieron a pie para recorrer los once kilómetros que separan la villa de su entorno más preciado. Para las 16.00 horas los exteriores del recinto religioso ya mostraban una imagen de saturación. De hecho, y con los aparcamientos de Eneperi a rebosar, muchos coches tuvieron que aparcar en la carretera que une Bermeo y Bakio.

"La mayoría de los que han venido a la misa son los de siempre, bermeanos a los que les gusta pasar este día aquí y venir para la hora de la misa", señaló el miembro de la comisión que vela por el cuidado de Gaztelugatxe Enrike Bilbao. "Este es un día para nosotros, aunque ya se ha podido ver que no hemos echado a nadie. Nunca hemos hecho eso, y aunque hoy sea un día especial, tampoco lo íbamos a hacer. No entramos en la polémica y hoy tampoco lo vamos a hacer", afirmó para tratar de pasar página sobre una polémica que la comisión no quiso engordar. "Nosotros tratamos a todos por igual, sea bermeano o de otro lugar", zanjó.

Fueron los voluntarios lo que más trabajo realizaron ayer, ya que tuvieron un día "frenético". Desde las 9.00 horas estuvieron, adecentando el entorno "para que nada fallara". Y horas después de pusieron manos a la obra para confeccionar los centenares de pintxos que regalaron a aquellos que se acercaron a Gaztelugatxe. "Es una tradición que queremos que se preserve, y si es por nosotros, así será", abundó.

"goteo continuo" Escaleras arriba y abajo, lo cierto es que apenas hubo aglomeraciones que hicieran peligrar la seguridad en Gaztelugatxe, aunque por si acaso hubo un dispositivo con miembros de la policía local bermeotarra y Protección Civil. No hubo incidentes reseñables. "Ha sido un goteo continuo de gente, pero no ha habido masificaciones", puntualizó Bilbao, quien se felicitó "porque un año más estamos aquí, celebrando la última misa sin problemas y con tranquilidad". Que siga así.