Bermeo - 12.36 horas del mediodía. Calor intenso y mar movida en la zona trasera de Izaro. Decenas de embarcaciones rodean a la comitiva a bordo del Hegaluze. Izadas las dos banderas, la rojiblanca de Bermeo y la tricolor de la ikurriña en lo alto del islote, el alcalde Aritz Abaroa se apostó a estribor para estrenarse en una de las tradiciones festivas más sentidas en la costa vasca. Sosteniendo la teja, y tras unos segundos de pausa, lanzó el tradicional grito: “Honaino heltzen diez Bermioko ituginek” (Hasta aquí llegan las goteras de Bermeo). Apenas dos metros de trayectoria en el aire y la teja, procedente de un caserío del siglo XVI del barrio de Tribis, tocó agua. Y el día de la Magdalena, que dibujaba motas de color mahón en el mar, estalló en fiesta. La villa marinera refrendó nuevamente la posesión de la isla con una jornada que, sin embargo, tiene también su eco en Elantxobe y Mundaka.

La fiesta, no obstante, había arrancado algunas horas antes y tenía en el puerto de Bermeo su epicentro. Allí se afanaban numerosas cuadrillas para llevar a sus embarcaciones comida y bebida. Allí se encontraba Amaia, por ejemplo, una mundakarra -su pañuelo lo atestiguaba- residente en Bermeo que dejaba atrás las rivalidades para, simplemente, señalar que ella prefería zambullirse en la fiesta. “Se puede decir que a mí, la Magdalena me toca por los dos costados. Voy con unos y con otros. Lo importante es pasar un buen día”, resumía a la par que enfilaba hacia los pantalanes. La actividad no cesaba mientras que la comitiva oficial no se acercó a puerto hasta las 12.00 del mediodía, tras asistir a una misa en la iglesia de Santa Eufemia. Al frente de la misma, Abaroa, que se confesaba “nervioso” en su año de estreno como lanzador de la teja, un “privilegio” destinado a muy pocos. Uno a uno los ediles del Ayuntamiento bermeotarra, que estaban acompañados por el primer edil de Mundaka -Mikel Bilbao, para el que también era su primara vez-, subieron al barco que les llevó a Izaro para vivir un instante que el alcalde bermeotarra jamás olvidará. Así lo llegó a señalar: “Es muy difícil expresar con palabras lo que hoy he sentido como bermeano”.

Puesta proa hacia Izaro, y con numerosas embarcaciones tras el buque principal de la comitiva -lo que hizo extremar las medidas de seguridad a los efectivos de la Er-tzaintza, Cruz Roja, Salvamento Marítimo e incluso la Guardia Civil, que seguían desde el mar la Magdalena-, los instantes previos al lanzamiento de la teja fueron de calma tensa. Sin embargo, la jornada se resumió sin incidentes de importancia en el mar, pese a que algún susto sí que hubo, aunque con desenlace feliz.

Lanzada la teja bajo la emoción, tanta que hubo que recordar a los representantes municipales que había que dotar de carácter administrativo al lanzamiento con la correspondiente firma de un acta, las embarcaciones pusieron rumbo a Elantxobe tras la estela del peñón de Ogoño. La entrada a este puerto es otro punto caliente de una festividad que reúne a decenas de barcos de recreo y numerosos bañistas en una misma lámina de agua, lo que multiplica el riesgo. Salvo algún salto inoportuno desde los muelles, no hubo incidentes, tampoco en unos atestados amarres que se zambullían en la fiesta. Todo ello bajo la atenta mirada de una persona que no quitó ojo de lo que iba a aconteciendo en todo el recorrido marítimo: Jon Ojanguren. Coordinador de seguridad, un “ok, todo bien” suyo al subir a la dársena de Elantxobe era sinónimo de tranquilidad.

En el puerto esperaban Patxi Egurrola, alcalde de Elantxobe, que también se estrenaba en la Magdalena. De Egurrola recibió Abaroa la makila local, convirtiéndose en primer edil elantxobetarra por unas horas. De allí enfilaron hacia la zona alta de la localidad, desde donde se divisa la estampa del puerto, llena de embarcaciones y coloreada de mahón en los muelles. Y es que olvidados los tiempos en los que la mal llamada fiesta del kalimotxo conquistaba el empinado municipio hasta que no cabía ni un alfiler, el buen ambiente reinó ayer en una jornada más tranquila en la que no se formaron multitudes reseñables. Magdalena auténtica.

Vuelta casa Repuestas las fuerzas en Elantxobe con una comida, tocaba visitar Mundaka para completar el recorrido. A la localidad llegaron con cierto retraso para que el alcalde agasajara a Abaroa bajo el mismo método: que portara la makila local. Tras un aurresku de honor, los bermeotarras pusieron de nuevo rumbo a su localidad. Era momento de dar el último paso de la Magdalena, aunque algunos quedaran rezagados en el puerto mundakarra. La vuelta a Bermeo se llevó a cabo sobre las 19.30, cuando se deshizo el camino para alcanzar el puerto y subir a la plaza Sabino Arana. Tras izar la bandera de Bermeo y la ikurriña, otra vez los bailes tomaron la céntrica ubicación para dar fin a una Magdalena en su más pura esencia.