Bilbao - Los cuernos sonarán mañana desde el Ganekogorta en un ambiente festivo en el XVI día de los Montes Bocineros. Pero, ¿de dónde proviene la tradición que rota también por el Gorbeia, el Kolitza, el Sollube y el Oiz? ¿Esconde realidad o a leyendas? Las Juntas Generales de Bizkaia, organizadoras de la jornada, han encargado un trabajo de investigación para responder a estas preguntas rastreando los orígenes de las bocinas. Ambas. Las conclusiones del estudio llevado a cabo por el director del Museo de las Encartaciones, Javier Barrio, y el historiador Goio Bañales apuntan que el rito actual fusiona hechos medievales e interpretaciones que autores del siglo XIX realizaron tras consultar fuentes de la época. En cualquier caso, el tañido pervive como emblema de las libertades del territorio.

La primera mención a las cinco bocinas “data de 1321 y a partir de aquí las citas se repiten en documentos relacionados principalmente con las Juntas celebradas en Gernika”, explica Javier Barrio. Parece ser que representaban un acto protocolario previo al comienzo de las sesiones con participación de la Bizkaia nuclear. Es decir, “sin las Encartaciones ni el Duranguesado, quienes disponían de sus propias Juntas”, matiza Barrio. El hecho de que el Señor de Bizkaia jurase los Fueros en Gernika y de que allí se reunieran representantes de otras zonas cuando les reclamaban asuntos comunes debió extender la costumbre.

Al menos para el siglo XV, resulta plausible que la carga simbólica de las bocinas se reconociera ya en todo el territorio. Y es entonces cuando el banderizo Lope García de Salazar “incluye este rito dentro de la más importante leyenda fundacional del Señorío, Jaun Zuria y la batalla de Padura, recogida en su famoso Libro de las Buenas Andanças e Fortunas. “Así se explica el pasado. Teóricamente, Jaun Zuria fue el primer señor de Bizkaia, designado en el siglo X tras la victoria de las tropas que lideraba contra la invasión de los leoneses. Ahí ya se transmite la idea de un pacto entre el señor y el pueblo y no una mera sumisión”, describe Goio Bañales. En concreto, se habla de que las cinco bocinas se hicieron sonar en Gernika para enmarcar la decisión de confiar a Jaun Zuria el mando militar. A partir del siglo XV cayeron en desuso, “pero permanecieron en la memoria de la población, sobre todo cuando se producían ataques a los Fueros”, relata Javier Barrio.

Fruto de “una estrategia planificada”, interviene Goio Bañales, la ofensiva se intensificaría en el siglo XIX. Partidarios y contrarios bucearon en la documentación para sustentar sus argumentos. Paradójicamente, uno de sus detractores, “el Padre Llorente fue el primero en escribir que las bocinas se utilizaban para convocar a las Juntas, interpretando de manera equivocada las fuentes originales”. Después, en 1850 el intelectual Pascual Madoz asoció el sonido de las bocinas a las que aludía al Padre Llorente a varios montes.

Trueba y los nombres En este punto de la historia aparece el nombre del escritor, poeta y cronista de Bizkaia nacido en Galdames Antonio de Trueba. En 1858 mencionó en un cuento que la bocina y el irrintzi resonaban en montes “no para llamar a Juntas, sino en el marco de la leyenda de Jaun Zuria”, puntualiza Javier Barrio. En 1872 los acotó a cinco nombrándolos por primera y última vez: “Se cree fuesen Gorbea, Oiz, Sollube, Ganecogorta y Colisa”, reza el texto. Cinco puntos “desde los que se puede avistar casi toda la superficie vizcaina”, expone Goio Bañales. En adelante esas cinco cimas quedaron asentadas en el imaginario popular hasta en 2004 las Juntas Generales actualizaron el pacto ancestral con la ciudadanía en una jornada de fiesta.