PARA las incansables piernas de Jon Salvador son más de 42 kilómetros de músculo, arena y sol. Para su corazón, son incontables muestras de cariño recibidas, unas buenas dosis de solidaridad repartidas y una experiencia que reclama justicia. El erandioztarra volverá a acudir al maratón del Sahara, una carrera que pretende dar visibilidad y mostrar apoyo al pueblo exiliado saharaui y que llevará a este atleta a convivir una semana con una familia en los campamentos de Tinduf, a donde llegará con medicinas, móviles que aquí ya no se usan y más cargamento.

Es, por lo tanto, más que una carrera. Más que deporte. Más que competición. Y Salvador lo sabe bien porque esta será su novena aventura por el desierto. “Voy con ganas e ilusión por el carácter solidario de la prueba, porque el protagonista es el pueblo saharaui”, destacó ayer el deportista, que en un par de días emprenderá el viaje para disputar el maratón el próximo martes, día 26. En total, permanecerá prácticamente una semana lejos de su familia para convivir con su otra familia, la de Tinduf. “En todos este tiempo, he cambiado varias veces, pero ahora llevo ya unos seis o siete años yendo donde las mismas personas”, comentó. “En ese campamento, hay 80.000 personas, y en total, son más de 170.000 los refugiados saharauis, que se encuentran en esta situación desde hace 43 años”, lamenta el erandioztarra. Para tratar de mejorar el día a día de la población, los atletas que toman parte en la carrera realizan aportaciones voluntarias. Salvador, por ejemplo, transportará distintos tipos de artículos. “Llevamos algo que les encanta a los niños, como son caramelos, regalices y otro tipo de dulces; también teléfonos móviles que aquí ya no usamos y que allí les dan la vida. Un smartphone allí vale oro porque es su único medio para comunicarse con el exterior; y otra cosa que llevamos son cajas de medicinas, que para ellos son también oro puro”, resumió el atleta, que hablaba en plural porque junto a él asistirán, para conocer la experiencia de los campamentos, otra vecina de Erandio, Virginia Bárcena, y un periodista ya retirado con su hijo. “El viaje es duro; allí no tienen nada de nada de lo que tenemos aquí y al regresar a casa piensas que no vuelves más, que es tu última participación, pero quince días después ya estás deseando regresar”, admitía Salvador.

Competición Y además de todos estos ingredientes de una cita así, está el factor deportivo. En la genética de un profesional como Salvador no puede faltar ese hambre de triunfo, más si cabe cuando este erandioztarra ha obtenido tan buenos resultados en el maratón del Sahara. Sin ir más lejos, el año pasado fue segundo, después de tres horas y diez minutos de sudor y esfuerzo soportando unos 30 grados y un fortísimo viento. Pero es que en 2010 fue campeón. Por lo que el corredor atesora cuatro podios en la prueba saharaui de 42 kilómetros, además de sus dos victorias en la distancia de media maratón.

En esta edición, también va a por todas aunque esta vez sí que casi no acude a la carrera, no porque no quisiera, sino porque sufrió una lesión el 2 de diciembre en el maratón de Valencia. “Me fracturé cinco costillas”, desveló ayer. “Estaba prácticamente descartado que pudiera ir al Sáhara, pero con los consejos de Martín Fiz y con sacrificio, llego a la prueba y voy muy bien preparado”, aseveró Salvador. Así que un nuevo podio puede estar esperando...