Hace un año, Ioritz se convirtió en el niño más famoso de Bizkaia. Fue el bebé más madrugador de 2018, el primero que nació en el territorio. Su cara, y la de sus padres, llenó las páginas de los periódicos y los informativos de televisión. Hoy, un año después, es un niño risueño que anda con soltura y descubre el mundo con una curiosidad voraz. “Nos paraba por la calle un montón de gente que no nos conocía porque nos había visto en el periódico y en la televisión”, recuerdan sus padres, Txus Llorente e Iratxe Ereño. “Precisamente el otro día hablábamos de lo raro que resulta pensar que hace un año no le conociéramos y ahora... Parece mentira lo rápido que ha pasado este año”, reconocen un año después.

La llegada de Ioritz el día 1 de enero pilló por sorpresa a sus padres. No le esperaban hasta el día 11, cuando Iratxe salía de cuentas. “Incluso pensábamos que se iba a retrasar. No esperábamos para nada que fuera a ser el primer niño del año en Bizkaia”. Ella había llevado un embarazo “muy bueno”, por lo que las fiestas fueron “totalmente normales, con nuestra familia”. De hecho, recuerda Txus, todos los conocidos con los que se cruzaban el día de Nochevieja se quedaban sorprendidos cuando les decían que estaban de parto. “Había empezado con contracciones por la mañana y a mediodía salimos a dar un paseo por el Casco Viejo”, rememora ella. Iratxe rompió aguas justo enfrente de bar de Txus, el Txondorra Berria, en la plaza de Bilbao La Vieja, cuando iban donde su madre para avisarla de que, probablemente, no cenarían en casa esa noche. “Y de allí, con calma, al hospital”. Ni siquiera pudieron comer las tradicionales uvas, aunque sí escucharon la celebración del personal, que pasó luego por la habitación para felicitarles el año nuevo. “A mí me trajeron uvas con la cena, pero a Txus le llevaron hasta un sorbete”, rememora la madre. A Iratxe ni se le pasó por la cabeza que podía ser el primer niño de Bizkaia -“bastante tenía yo con el parto”, se ríe al recordarlo-, pero Txus reconoce que sí lo llegó a pensar. “Pero como nació a las 3.30 horas pasadas, ya pensaba que ni primero, ni segundo ni tercero; seguro que había nacido alguno más antes”. Pero no. De hecho, Ioritz fue el único niño que nació aquella noche en el hospital de Basurto y se adelantó por solo cuatro minutos al primer bebé que llegó al mundo en Cruces.

Toda la atención mediática que recibió Ioritz durante sus primeras horas de vida se plasmó días después en que todo el mundo les reconocía por la calle. “El primer mes fue una pasada. Gente que no conocíamos de nada nos paraba por la calle para felicitarnos por haber sido el primer niño del año”, se sorprende todavía hoy Txus.

Para los tres, 2018 ha sido casi con total seguridad el mejor año de sus vidas. “Ha sido un año estupendo. Estamos muy contentos. Verle a él cómo va creciendo sano y feliz y va aprendiendo cosas, te quita todas las penas”, reconoce Txus. Ioritz es hoy un niño vivaracho, con una curiosidad imparable y tremendamente expresivo, que da con soltura sus primeros pasos. “Si tuviéramos que definirlo con una palabra sería intrépido; no tiene miedo a nada. No para quieto un segundo. Es muy simpático, está todo el día riéndose, y cariñoso, ahora que empieza a dar abrazos”, le definen sus padres. También le encanta la música, tanto bailar como cantar. “En cuanto escucha algo de música es muy bailarín”, añade Iratxe. “Nos lo ha puesto muy fácil”, coinciden ambos. Y eso que ha decidido que en el mundo hay demasiado cosas interesantes como para dormir toda la noche del tirón. “Se despierta un montón de veces por la noche pero es lo que toca... Lo bueno es que no se desvela del todo. Le pones al pecho y se vuelve a dormir”, explica Iratxe. “De todas formas, el cuerpo se te hace a todo. Ha habido noches que he dormido dos horas y al día siguiente estaba como si hubiera dormido toda la noche”. Ioritz se ha ganado con su simpatía a toda su familia y eso que, aunque por parte de Iratxe es el primer nieto, para la de Txus es el octavo. “A mi padre le tiene loco”, sonríe.

Con ojos de niño Las navidades de este 2018 han sido, al mismo tiempo, iguales y totalmente diferentes para esta familia. Iguales, porque han mantenido las tradiciones de celebrar Nochebuena y Navidad con los padres de Iratxe, y Nochevieja y Año Nuevo con los de Txus; pero totalmente distintas por ser las primeras que viven a través de los ojos de Ioritz. “Hemos puesto hasta árbol de Navidad”, se ríe Iratxe. No han faltado a su cita con Olentzero, al que recibieron en la plaza de Bilbi y con el que el pequeño alucinó. “Le estuvimos sacando unas fotos y le encantó”, afirman sus padres. “Todavía este año no hemos ido al recibimiento de la Gran Vía, todavía es muy pequeño. Tenemos muchos años por delante para ir”, avanzan.

Iratxe ha pedido una excedencia para estar con Ioritz en este primer año de vida, pero este enero se tiene que incorporar al trabajo. “El permiso de maternidad que te dan hoy en día es ridículo. A los cuatro meses le tendrías que dejar ya en la guardería, lo cual me parece tristísimo”, lamenta la madre. Al pequeño le tocará empezar en la ikastola, a la que ya ha ido algunos días sueltos este otoño para ir acostumbrándose. “A partir de ese momento sí que vamos a notar mucho cambio”, reconocen. Con todo, comienzan este segundo año de vida de Ioritz con la intención de darle un hermano o hermana. “Ha sido lo que se llama un niño cebo, ¿no?”, se ríen los dos. “No le vamos a dejar solo, ¿no?”.