Síguenos en redes sociales:

El tren de los recuerdos

La asociación Agrunorte exhibe una muestra solidaria de 60 metros de maquetas ferroviarias a favor de la unidad Pastoral de Indautxu y Cáritas

El tren de los recuerdosOskar González

MI padre me regaló un tren de los años 50. Era eléctrico y ahora lo tengo en casa sobre una maqueta que monté con mis propias manos en el año 2000”, cuenta José Luis que ayer visitó la muestra junto a su mujer Loli, un apasionado ferroviario desde pequeño y que la exposición organizada por la asociación Agrunorte de módulos en escala N le ha llevado de vuelta a su niñez. “Hacer todo esto cuesta mucho trabajo. La mía no es tan grande como esta porque he recreado un pequeño módulo de la Segunda Guerra Mundial. He comprado aviones y me he tenido que desplazar fuera porque aquí no se venden”, prosigue.

Pero este aficionado no ha sido el único que se ha acercado durante estos tres días hasta el local que Yimby gestiona en la Plaza Moyúa. Niños, jóvenes y mayores no se han querido perder esta exposición que cuenta con un total 60 metros de maquetas de trenes a las que no le faltan ningún detalle. Cada módulo ha sido creado por los miembros de la asociación con mucho mimo con el objetivo de enseñar a los bilbainos sus obras en miniatura y recaudar fondos a favor del proyecto de apoyo socio-escolar de la unidad pastoral e Indautxu y Cáritas. “La entrada cuesta un euro para los mayores y para los menores es gratuita. El año pasado nos visitaron 9.100 personas y este año tenemos la esperanza de superar los 10.000 y conseguir más fondos”, confiesa el presidente de la asociación Agrunorte, Javier García quien también contó que este año celebran su décimo aniversario.

Es la quinta edición de esta muestra histórica y los hay quienes repiten como José Luis u otros como Aimar, Aitor, José, Eki y Leire que se estrenan. “Es la primera vez que venimos y es una manera muy atractiva de pasar la mañana de sábado con los niños. Además, tiene muy buena pinta y la verdad que las maquetas son muy realistas y eso nos encanta”, confiesa José. La pequeña Amaia González que acudió acompañada de su madre y su abuelo correteaba de un lado a otro queriendo seguir el ritmo del pequeño tren. “Me gusta mucho que se muevan los vagones y las figuras que hay”, expresa emocionada González.

Los miembros de la asociación Agrunorte no paran de trabajar durante todo el año para plasmar la evolución de este transporte. Desde trenes de vapor hasta el moderno AVE. Un viaje por el pasado que no deja indiferente a nadie. “Cada trozo representa diferentes zonas del País Vasco, España e incluso de Alemania”, relata García. Sus trenes han recorrido muchos kilómetros y todos los años, en el mes de noviembre, los clubes ferroviarios de todo el mundo se dan cita en la convención europea celebrada en Alemania para exponer una maqueta gigante. “Un año batimos el récord con una de 750 metros”, relata.

Sin embargo, la que traen cada año a la villa, aun siendo más pequeña, levanta pasiones entre los visitantes. Quizás el módulo que más miradas atrae es la estación de Cuenca. “En esta hemos querido representar cómo se había construido. Aparecen excavadoras moviendo la arena, una grúa descargando material... Es una maqueta muy dinámica”, prosigue.

En esta edición, la Asociación de Amigos del Ferrocarril ha aportado de nuevo su granito de arena incorporando una zona llena de faros históricos . “Son muy llamativos. Nunca había visto nada igual. Que organicen este tipo de exhibiciones hace que los mayores revivamos nuestra niñez. Ojalá vuelvan más años”, admitió Enrique Gómez que estos tres días no ha querido perder la ocasión de visitar la muestra.

Con materiales reciclados, la asociación Agrunorte, ha demostrado que se pueden hacer grandes cosas. Cartón, cables, maderas... Es todo lo que necesitan para recrear paisajes y que sean lo más realistas posible. “Dicen que tenemos síndrome de Diógenes porque todo lo que vemos nos lo quedamos para hacer cualquier cosa. Reciclamos pero evidentemente también tenemos que comprar materiales. La verdad es que buscamos utilidad para todo ya sea para crear una farola, un edificio....”, cuenta entre risas García. Tal es la pasión que siente por los trenes que cada momento libre lo ocupa para realizar maquetas. “Al final los que vienen aquí son personas que hace 30-40 años manejaban ferrocarriles. En mi caso, mi familia me ha contado que con dos o tres años los trenes ya me llamaban la atención y al final, esa afición la mantienes y acabas haciendo maquetas”, relata.

Hoy, el local de Yimby cerrará a las 21.00 horas sus puertas pero no sin antes sortear entre los visitantes una caja de trenes de iniciación, donada por Hobyys Moragues de Indautxu. La asociación Agrunorte continuará mostrando sus maquetas a los apasionados del ferrocarril. “Gracias a este tipo de exhibiciones podemos recordar nuestra niñez y eso es algo bonito”, concluye Gómez.