Es un viaje simbólico de lo tradicional a lo moderno. De la vida rural a las casas que comenzaban a levantarse en la capital vizcaina. Del caserío a viviendas de lujo. El caserío Antzasti se ha convertido en una casa-museo etnográfico que refleja de manera exacta los cambios que tuvieron lugar con la llegada de la Revolución Industrial.

De la mano de las hermanas Cristina y Elena Amezaga, su caserío se ha convertido en un museo etnográfico de lo más interesante. “La propuesta es dar un paso hacia atrás y ver otro cambio histórico fundamental, que fue la Revolución Industrial. Este cambio lo vemos en Antzasti desde un concepto tan simple pero tan importante como una casa”. Es decir, a través del hogar se ven muchas dimensiones de lo que podía ser aquella época, siendo este un claro reflejo de la sociedad.

Tal y como explican, “la vida tradicional se ve enfrentada a la modernidad. Lo moderno cambiará los conceptos de tiempo, espacio y forma de vida”. El tranvía de Arratia enlazó ambos mundos.

La idea surge de su inquietud por los cambios sociales. “Las dos somos sociólogas y se nos ocurrió poner en paralelo esos dos mundos” que convivían en aquella época. Tenían la suerte de contar con un caserío que tenía de todo, ya que “nuestro aita recuperaba todo lo que iba quedando en desuso en otros caseríos y lo restauraba”. Además, era un purista y “conservó su caserío como era en origen”. Ahora cuentan con más de 2.000 piezas originales, “todas de Arratia”, cuentan. La otra parte, la de la modernidad, fue “más complicada, pero tuvimos la suerte de acceder a una vivienda de la burguesía de Bilbao de 400 metros cuadrados donde había de todo; muebles, vajilla, sombreros, trajes. Tenemos de todo”.

La casa moderna está ubicada en la parte del pajar y el camarote. “Hemos buscado crear diferentes espacios que representan la vivienda moderna de Bilbao, además del resto del caserío”. Todas las estancias del caserío están como eran, pero “la parte moderna es más expositiva, porque lógicamente el tipo de casa que era no se amolda a la construcción de lo que podía ser un caserío en Dima”, precisan. En Antzasti está todo por duplicado; cocina antigua y moderna, comedores, cuartos, etc.

En las visitas que se organizan -en castellano, euskera e inglés-, se proyectan audiovisuales en las estancias de caserío, que han sido grabados en esa misma zona para que la gente que acude a la casa vea cómo se podía vivir en aquella época. Es un viaje a un momento histórico, en el que se aprecian cambios y realidades a través de un hogar.