Bilbao - “Van a dejar viejos los mapas actuales”. De esta forma tan gráfica, el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, definía ayer los efectos en la movilidad de la metrópoli que supondrá la próxima construcción de la segunda fase de la Supersur, entre Bilbao y Arrigorriaga, y el túnel bajo la ría entre Getxo y Portugalete, conocido históricamente como el subfluvial de Lamiako.

Fue contundente al decir que “se trata de una de las decisiones más importantes tomadas por la Diputación en las últimas décadas ante el problema de la capacidad de la red viaria y los atascos existentes”.

Dos grandes proyectos viarios que el ente foral acometerá de forma consecutiva a lo largo de los próximos nueve años con un coste estimado a día de hoy de 583 millones de euros.

La bonanza económica actual, con previsión de aumento en las recaudaciones durante los próximos tres años, y acabar de golpe con los tres puntos negros de la red viaria metropolitana, han sido las claves para que la Diputación retome la actividad de la gran obra pública después de varios años al ralentí. “No diré que es ahora o nunca, pero sí ahora o no se sabe cuándo. Un gobierno tiene que tomar decisiones”, expuso convencido. Rementería presentó un 3, 2, 1 para resumir una iniciativa que “será seguramente, la obra más importante del siglo XXI en Bizkaia”, afirmó.

Así, se van a eliminar tres atascos cada vez más habituales en La Avanzada, que soporta a diario 114.000 vehículos, el puente de Rontegi (137.000) y la recta de Max Center y el intercambiador de Cruces con 127.000 vehículos en tránsito diario.

Todo ello con dos proyectos que además van a ser inminentes con la intención de que el remate de la Supersur entre en servicio en 2023 y el subfluvial de Lamiako cuatro años después. El objetivo final será “mejorar la calidad de vida de los vizcainos”, dijo. Para avalar este último punto Rementeria aportó los datos de que dos de cada tres conductores existentes en Bizkaia pasan a diario por la metrópoli y que el 85% de los vizcainos viven en esta comarca. Otro dato de peso es que cinco millones de personas al año se mueven en transporte público entre ambas márgenes de la ría. De ahí la decisión de incluir en los túneles bajo la ría la posibilidad de incluir un modo de transporte público para mejorar la movilidad de ese ingente número de vizcainos.

“Estamos planeando una nueva forma de moverse en Bizkaia”, consideró el diputado general que se extendió en múltiples detalles. Quizás el más importante fue contabilizar en casi 100.000 el número de vehículos diarios que los dos nuevos proyectos van a absorber con lo que ello supone en remisión de atascos. Los estudios técnicos prevén que el subfluvial de Lamiako sacará 17.500 vehículos de la A-8 en la zona de Max Center, 41.000 de Rontegi y otros 38.000 de La Avanzada.

Con este volumen de inversión previsto, el diputado general especificó que “no significa que ahora haya barra libre para las grandes obras, hay que seguir priorizando”. Y para decidir construir el subfluvial se han basado en datos objetivos que concretan “la magnitud del problema y las mejoras que va a suponer para los ciudadanos”, especificó.

No solo el puente de Rontegi compartirá con su hermano mellizo subterráneo el intenso tráfico viario entre las dos márgenes de la ría, también supondrá un atajo considerable para todos los vecinos de la Margen Derecha, Ezkerraldea y Meatzaldea en sus recorridos hacia Cantabria, Bilbao y Gasteiz creando nuevas rutas que recortarán el tiempo de los viajes a efectuar por la metrópoli. Todo ello necesario ya que al finalizar 2017, y con el aumento de tráfico de los últimos cuatro años, ya circulan por la metrópoli 274.000 vehículos de media cada día. Ahí es nada.