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El increíble poder mágico de la poesía

Itziar Gómez y Pako Aristi interpretaron ayer en el foyer del Arriaga poemas de ambos acompañados por piezas musicales

El increíble poder mágico de la poesía

AYER quedó al descubierto uno de los grandes poderes de la poesía. Un poder nuevo, fantástico, impensado. La poesía sirvió en otros tiempos para trasmitir la memoria oral, para crear héroes, consolidar naciones, derribar tiranos o lamentar el amor perdido. En estos días frenéticos en los que vivimos se ha desvelado al menos una virtualidad más. Muy poderosa. Su burbuja.

Numerosas películas de ciencia ficción especulan con la posibilidad de que este o aquel personaje cuente con el don de crear una burbuja invisible. Pueden ser de ondas, energía, magnetismo o brujería. Todo vale con tal de proteger a los protagonistas de las agresiones del mal.

La actriz, guionista y poetisa iruindarra Itziar Gómez y el escritor azpeitiarra Pako Aristi ofrecieron ayer un recital poético en el foyer del Teatro Arriaga. Y se generó la burbuja. Empezó a sentirse con la primera melodía del órgano que tocaba Aristi. Se extendió y lo rodeó todo a medida que surgían los versos.

Itziar Gómez vestía una gran blusa blanca y sedosa atravesada por gruesas líneas negras. Como un enorme pentagrama a la espera de notas que prender.

El abogado y polifacético activista cultural guipuzcoano Joxe Angel Arbelaitz anunció el evento como “una actividad diferente: un poeta, una actriz y una hermosa noche. Espero que disfrutéis”.

Aristi se reconoció impresionado por la belleza del Arriaga. Explicó que el poemario Arrotz eta Eder trata de la evolución de la persona desde una cultura heredada, que le hace sentir extraño, hasta su propia identidad, que surge de trascender esa cultura. “Se trata de poemas con influencia oriental, taoísta. La tradición judeocristiana emplea la religión principalmente para pedir. Los orientales prefieren hacerlo para dar las gracias. Me gusta más esto último”, reconoció el autor de Urrestilla, que publicará un nuevo poemario en breve.

No han pasado por la imprenta aún los versos obra de Itziar Gómez recitados ayer. Trabajo inédito a la espera del impulso final. Un privilegió para los muchos escuchantes congregados.

Se antojaban demasiadas las sillas granates dispuestas en el foyer. Nadie habla del tirón de la poesía. Y faltó muy poco para cubrirlas todas.

Decenas de rostros atentos al reducido escenario que solo contenía dos taburetes con respaldo, un par de focos y un pequeño órgano. Rostros mirando fijamente con los oídos muy abiertos. Y ahí se constataba la magia. Ni un solo zumbido de móvil. Ni un timbrazo. Ni un susurro. Ni un tuit. Ni un brazo en alto grabando un vídeo. Ni el chasquido de una foto. Ni siquiera el resplandor azulado de alguien que vigila la pantalla de su dispositivo de manera furtiva. La poesía, quizá la burbuja que generó, había transportado el Arriaga a un lugar sin pasión por el espectáculo de luces y sonido, sin locura por las redes sociales, sin conciencia del yo público. Pura magia. Esa es la única explicación.

Las personas que asistían se embebían de versos. Con los móviles olvidados. Trataban de interpretar lo que Aristi denominó “el misterio de la sintaxis, esa especie de fórmulas matemáticas formadas con palabras”. Y escuchaban, a la vez, temas interpretados al órgano de los largometrajes Bilitis,Desayuno con diamantes, El golpe y más.

Habitaba la burbuja el popular Natxo de Felipe. Y también Inma Noble, Itziar Sanz, Mikel Arrieta,Miren Agirreazkuenaga e Iranzu Dañobeitia. Acudieron Begoña Saiz, Juan Alarcón, Puri Torres, Pureza Madarieta, Elena Garrote, Irune Díez, Iratxe Enderika o las hermanas Azucena y Yolanda Ruiz, entre otros muchos amantes de los versos.

Cuando Itziar Gómez bajó del escenario tras concluir el recital, hubo quien juraría que llevaba escritas en el pentagrama de su blusa las notas del Hallelujah de Leonard Cohen. Debió ser la magia de la poesía.