Muxika - El peligroso itinerario en zig-zag que recorre el alto de Autzagane pasará a la historia en marzo próximo. La Diputación Foral de Bizkaia baraja que para la próxima Semana Santa entren en servicio los dos túneles que atraviesan en alto de Autzagane, uno para cada sentido del tráfico, y que erradicarán de un plumazo el actual riesgo de coronar el pequeño puerto.
“El 95% de la obra civil de los dos túneles está concluida”, indicó a DEIA en la boca de una de las galerías el jefe de obra de la Diputación Foral, Miguel Gil Oceja. Los trabajos de esta última fase del proyecto han seguido el planning previsto y ahora se está en plena labor de remates. En diciembre se iniciará el asfaltado de cada uno de los tubos, uno de 695 metros de longitud y otro de 693, así como de los accesos a los mismos, los cuales conectarán, por un lado, con la carretera que viene de Muxika y, por otro, con el nuevo vial de doble carril que procede de Amorebieta y que formaba parte del proyecto inicial de la Diputación de Bizkaia. En breve, se adjudicarán los dos contratos para las instalaciones de seguridad y las eléctricas que permitirán abrir los túneles a los más de 14.000 vehículos que cada día circulan de media por el alto de Autzagane.
“La seguridad es clave, tanto a la hora de construir como después en el mantenimiento de los túneles”, asegura rotundo el jefe de obra. La legislación foral en este sentido es extrema, incluso por encima de lo que indica la normativa europea y los túneles de Urdinbide la cumple.
La primera medida es las dos galerías transversales subterráneas habilitadas poco antes de entrar por cada boca de los túneles. Sirven para canalizar todas las redes eléctricas y de comunicación y sobre todo permiten a los empleados de mantenimiento acceder de un lado a otro sin tener que cruzar por encima con lo que ello implica de riesgo de atropello.
Una vez dentro, en el recorrido por las dos galerías se observan los nichos de seguridad excavados en los laterales, uno cada cien metros, donde se ubican los teléfonos de ayuda SOS.
Cada 50 metros una boca de incendio equipada con mangueras permitirá solventar fuegos menores y ocho columnas de hidrantes servirán para que los bomberos tomen agua para actuar contra un incendio. “Un depósito de más de 100 metros cúbicos de capacidad ubicado a la entrada de los túneles y varias bombas de presión, permitirá dotar de agua durante más de dos horas a los bomberos”, añade el ingeniero.
Apartaderos y pasajes Otro elemento de seguridad habilitado en la construcción es el apartadero creado en cada túnel, el cual permite estacionar de forma provisional hasta a un camión sin afectar al tráfico. Ayuda a ello la anchura de cada galería, 10,5 metros, sumando los dos carriles y los dos arcenes.
Pero hay más. Dos pasajes que conectan transversalmente los dos túneles servirán para efectuar cualquier evacuación y que los bomberos puedan entrar de la galería libre a la que registra el siniestro. Dos pasos que estarán cerrados con puertas y que estarán presurizados para que en caso de un incendio no entre el humo y sirvan de refugio a los conductores. Otro dispositivo ya colocado es una línea de iluminación a la altura de las rodillas que los evacuados podrán seguir cuando el humo oculte las luces leds que alumbran los tubos.
Toda una serie de dispositivos y estructuras que, una vez culminada su instalación, serán probadas hasta con tres niveles de intensidad, cada cual más exigente por su combinación entre ellas. La prueba final será el simulacro de un incendio que se efectuará unas semanas antes de la puesta en servicio. “Se actuará como si fuera un siniestro real y se implicará a todos los servicios de auxilio externos que operan en estos casos, desde la Ertzaintza, pasando por los sanitarios y llegando a los bomberos”, describe Miguel Gil.
También queda por cerrar la instalación de los sistemas eléctricos que iluminarán ambas galerías y los de comunicación que facilitarán el aporte de datos continuos. Varios kilómetros de fibra óptica llevará esa información al centro de control de Malmasin del que dependerá a partir de marzo esta infraestructura.
Casi tres años de demora Un tajo que supondrá culminar un proyecto demorado en el tiempo casi tres años como consecuencia de la imposibilidad del primer consorcio de empresas que arrancó las obras de superar la excavación de los túneles en el tramo donde se encuentra una gran falla de terreno blando. Aunque aseguraron en su propuesta que eran capaces de acometer este reto constructivo, al final, renunciaron.
La Diputación tuvo que rescindir el contrato a estos contratistas y sacar de nuevo a concurso la parte de los trabajos no concluidos, esencialmente la sección de los tubos referidos. El resto de los trabajos que se iniciaron en julio de 2012, los que generaron el vial con dos carriles en cada sentido en la ladera de Autzagane que mira a Amorebieta, estaban concluidos para agosto de 2015, cuando las empresas abandonaron el tajo. Tras los trámites administrativos, a principios de 2016, el ente foral adjudico el trabajo inacabado y el 26 de febrero se retomaba la excavación con un plazo de dos años.
Y este complejo y largo proceso ¿ha encarecido el proyecto? La Diputación asegura que solo dos millones más. Las cuentas ofrecidas son las siguientes. Las obras se licitaron inicialmente por 70 millones y con los primeros contratistas hubo que aumentar las cuentas cinco millones más por varios imprevistos surgidos justificados. En total, 75. Con la rescisión del contrato se abonó al consorcio 50 millones por la parte del tajo finalizado. El nuevo contrato de obra civil se cerró en 21 millones a los que hay que añadir seis más en concepto de instalaciones y seguridad. En total, 77 millones. Eso sí con mucho tiempo de retraso.