Ugao/Amurrio - La cima de Txibiarte -situada en el término municipal de Amurrio a 697 metros de altitud- fue coronada por la última imagen captada de Baltasar Delgado, Tarín, por el fotógrafo vasco-chileno Mauro Saravia. A su derecha, ondeando, la Ikurriña junto a la bandera de Ugao y, a su izquierda, seis milicianos republicanos del Ejército de Euzkadi.
Fue la sencilla pero emocionante escenografía montada por la agrupación Burdin Hesia Ugaon y la Asociación de Recreación Histórica Frentes de Euzkadi para homenajear, la tarde del sábado, a la figura de “un combatiente que, en 1936 y con solo 17 años, se escapó de casa para ir al cuartel de Garellano en Bilbao a alistarse como voluntario y encuadrarse, más tarde, en el tercer Batallón que los socialistas formaron con el nombre de González Peña”, explicó Iñaki García Uribe, presidente de Burdin Hesia Ugaon, al medio centenar de personas que acudieron a una cita “que suple el funeral que no tuvo hace quince días, cuando nos dejó”, precisó.
Entre ellos se encontraban la alcaldesa de Amurrio, Josune Irabien, y sus homónimos Ekaitz Mentzaka de Ugao, localidad natal de Baltasar, y Karlos Idirín de Zeberio, municipio en donde se encuentra la residencia Arbildu donde falleció hace quince días a la edad de 99 años. También asistieron el teniente alcalde de la Junta Administrativa de Lezama, Pruden Larrazabal, el fotógrafo Mauro Saravia -impulsor el año pasado con las Juntas Generales de Bizkaia de la exposición Azken Batailoia de la que Tarín fue uno de los protagonistas- y Mateo Balbuena, de 104 años de edad, fiel comunista y fundador del Batallón Leandro Carro del Ejército de Euzkadi en Amurrio.
Gravemente herido El lugar elegido para el homenaje no fue un capricho sino el escenario bélico en el que un joven Tarín resultó, hace ocho décadas, gravemente herido. El primer contacto que tuvo Baltasar Delgado con el enemigo fue en los montes de Eibar, Elgeta y Elorrio del frente guipuzcoano para intentar frenar el avance franquista hacia Bizkaia. Pero el 30 de noviembre de 1936 fue enviado junto a sus compañeros a Amurrio “donde el 7 de noviembre y desde las trincheras de San Pedro, participaron en la toma de los montes Sobrehayas y Txibiarte, el lugar exacto donde nos encontramos”, indicó García Uribe.
“Con frío, nieve y barro pasaron aquí la noche sin ningún tipo de protección para, al día siguiente, repeler un contraataque enemigo. Tras los duros combates, el batallón de Baltasar, comandado por el belga Juul Christiaens, tuvo 20 muertos y 120 heridos, entre ellos nuestro valiente miliciano ugaotarra a causa de un fragmento de metralla que le rompió parte de la mandíbula y le dejó medio sordo”, rememoró. En total, hubo más de 200 bajas, lo que representaría casi un tercio del total de los efectivos humanos desplegados en ese frente de guerra.
Y en memoria del combatiente recientemente fallecido, los asistentes al acto guardaron un minuto de silencio no solo “en honor de Baltasar Delgado, sino también de todos sus compañeros milicianos y gudaris caídos en este mismo lugar que hoy pisamos en libertad gracias a su sacrificio”.
Con el bello paisaje de la cumbre de Txibiarte como espectador de excepción, una representante de la residencia Arbildu depositó un ramo de flores bajo el atril que portaba un cuadro con su fotografía y Aitor Ortiz de Zarate, txistulari de Eibar, interpretó el Agur Jaunak. Para finalizar el homenaje, el mando que ejercía de teniente del grupo de Recreación Histórica Frentes de Euzkadi ordenó a sus subalternos lanzar al aire tres salvas en honor a Baltasar, “un hombre al que siempre recordaremos por su sonrisa y su gran simpatía y que ha dejado tocado el corazón de los que tuvimos la suerte de conocerle”, concluyó Iñaki García Uribe.
Mecánico y músico Las importantes secuelas de las heridas que sufrió Baltasar Delgado en Txibiarte no impidieron que, una vez curadas, volviera al frente de guerra, puesto que también participó en las batallas que se produjeron en Saibigain, Sollube, Cinturón de Hierro o Artxanda hasta que fue hecho prisionero en el monte Castro Allen. Allí comenzó un nuevo y penoso periplo para el ugaotarra, ya que pasó por campos de concentración y batallones de castigo de trabajadores en Miranda de Ebro o Extremadura.
Ya de vuelta a casa, Tarín trabajó de mecánico, una profesión que compatibilizó con la música, que era su pasión, y que puso disfrutar animando las fiestas y verbenas de muchas localidades como batería de la mítica Orquesta Nervión. “Por suerte, nuestro Tarín volvió a dar guerra, pero ya en Ugao y con su batería, alegrando con sus redobles a aquellos afortunados que pudieron escucharle durante los 30 años que duró los éxitos de la orquesta a la que perteneció”, destacó García Uribe de su semblanza.