Otra tienda que se cierra. Otros autónomos que claudican ante tanta desfachatez administrativa. Por mucho que digan que las normas son legales, porque serán, que para eso legislan ellos, los políticos de pacotilla que tenemos. Pero si hablamos de moralidad y de pensar en el bien común y en facilitar la vida de la gente. Suspenso absoluto. Vamos, cero. Que dentro de la legalidad hay cosas tan injustas que duelen. Y cómo nos tratan a todos, y en particular a los autónomos, más. Porque todos somos pequeños. Y pagamos más impuestos que singularidades tiene el mundo. Tantas que nos crujen. Y así uno tras otro ves cómo van cerrando negocios sin posibilidad de relevo o traspaso. Porque nadie quiere abrir nada que no rente para vivir. Porque de eso se trata, de vivir para trabajar. No de trabajar para vivir. Abriendo veinticinco horas al día incluidos fines de semana y festivos. ¡Ah! Perdón, que la ley marca descansos y me he inventado las horas. Pero es que, si no trabajas más del cien por cien de tu jornada no sacas ni para pagar el alquiler de la bajera, y quedan sueldos, luz e impuestos varios. ¿Así que cierras? Sí, con gran pena.

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