Ea - Joseba Attard es un joven inglés de raíces vascas que hace diez años vino a Euskadi a aprender euskera y hoy en día se dedica a esquilar ovejas por todo el territorio. Una profesión la de esquilador en la que solo quedan siete personas de los que, curiosamente, todos son vizcainos. Aunque cuando llegó era diseñador gráfico, cambió su profesión para ejercer un oficio que le hace feliz.
“Empecé a esquilar ovejas hace cinco años, pero siempre he estado entre animales ya que mi padre era pastor y solía ayudarle, por lo que cuando esquilaba las ovejas yo recogía la lana que luego solíamos vender y por eso había que tratarla con cuidado”. Attard tiene sangre inglesa por parte de padre y vasca por parte de madre. Hace diez años decidió mudarse a Euskadi para poder aprender euskera y aquí se quedó. “Mi madre era de Elorrio pero no me hablaba en euskera. Cuando llegué solo sabía decir kaixo y agur”. Siempre tuvo la ilusión de aprender su lengua materna “para comunicarme con la gente de aquí y porque me sentía vasco aunque en el pasaporte pone otra cosa”. Hoy en día domina la lengua a la perfección y además recorre cada municipio vasco debido a su nueva profesión.
La temporada para esquilar el ganado lanar comienza en Gipuzkoa hacia marzo o abril, y suele durar hasta el mes de julio más o menos. “La semana pasada estuve en Elgoibar con un grupo de 900 ovejas”, relata Attard. “Este trabajo requiere que estés en buena forma, ya que estamos agachados todo el rato”. La clave, según cuenta, es la postura que se adopta a la hora de retener al animal. “Muchos nos preguntan si no tenemos dolor de cintura, pero la verdad es que no. Si lo haces en mala postura o tiendes a levantar a las ovejas sí se nota, pero si lo haces bien no duele. Es como un baile”, detalla con una sonrisa. La profesión de esquilador es una labor que apenas tiene difusión ya que en toda Euskadi solo quedan siete personas que se dedican a ello, todas ellas vizcainas. Por eso, en una misma jornada de trabajo pueden llegar a pasar hasta 150 ovejas por sus manos. “Hacen falta más esquiladores porque somos pocos y no llegamos a todo”.
Joseba Attard dejó su profesión de diseñador gráfico para dedicarse a una labor que le llena al estar en contacto con la naturaleza y no ocho horas diarias ante un ordenador. “Se puede vivir de esto, sobretodo si estas dispuesto a viajar por el mundo. Ahora, que es la época de esquilar, si te lo montas bien puedes ganar dinero”. Lugares como Australia, Nueva Zelanda o Sudáfrica requieren de mano de obra, además de que son países en los que esquilar las ovejas es considerado como un deporte rural más, entorno al que incluso organizan competiciones, también en España. “Suele haber distintos campeonatos como el estatal que se ha disputado en lugares como Badajoz o en Burgos. Alguna vez hemos asistido a alguno”. Según cuenta, en cada lugar se tiene un estilo de esquilar que es fácilmente identificable para aquel que controla del tema.
El método que utiliza a la hora de cortar la lana se llama Bowen, fue creado por un neocelandés, y supone que la oveja esté cómoda, al igual que el esquilador. Además, todo el vellón sale de una pieza. “Hay muchas formas de cortar la lana de la oveja. En España se le atan las patas, aunque es algo que yo nunca he hecho. Es importante que la oveja esté cómoda”. Llega a tal punto su pericia que cuando ve a una oveja esquilada en el campo, “solo por el tipo de corte puedo saber quién lo ha hecho. Y pasa igual con los míos; como soy zurdo es fácil de distinguir mi labor”. Aunque Joseba Attard no tiene ovejas propias, no lo descarta pero en un futuro, ya que por ahora le llena ir de baserri en baserri.