Síguenos en redes sociales:

‘La Ría del Ocio’: 30 años bilbaineando

Si repasamos los 980 números de este glosario de ocio podemos leer en sus páginas los guiones vivos de la transformación paulatina pero radical de la Villa. Porque ‘La Ría del Ocio’ y la ría han ido a la par en estas tres décadas

‘La Ría del Ocio’: 30 años bilbaineandoBorja Guerrero

SI un visitante se acercara por Bilbao y por casualidad se topara con Antonio Trueba, casi sin buscarlo ni pretenderlo se encontraría con la mitad del viaje organizado. Conciertos, teatros, gastronomía, concursos, festivales, fútbol, museos y cualquier actividad de ocio y diversión que buscara el visitante sería pronta y acertadamente satisfecha por Arturo. La otra mitad la tendría que poner, lógicamente, el propio visitante con sus ganas de disfrutar de todo el aluvión de información que le puede suministrar el editor y “alma mater” de la revista de diversión, disfrute y entretenimiento de Bilbao y Bizkaia entera, conocida como La Ría del Ocio. Una publicación que parece tan joven en cada nueva edición quincenal que nadie diría que ya está en el número 980 de su año 30. Edad de juvenil madurez.

Juvenil madurez que el próximo 14 de mayo cumplirá con Arturo Trueba recordando los inicios de la publicación enmarcada en un ambiente humano y social, si no diametralmente opuesto al actual, sí al menos notablemente diferente. El Bilbao de los 80 era una urbe bastante amazacotada, donde un turista o incluso un mochilero por Bilbao eran más bien rara avis en una ciudad de edificios grises, mucha contaminación y de ruido todavía activo por los rescoldos de la industria. Y siempre presente como tramoya de la ciudad una ría por la cual ya no surcaban casi barcos, pero sí navegaban los restos de una contaminación que no atraían precisamente las miradas. Pero que sin embargo sí fue luz referencial para que Arturo jugara con su nombre en el bautizo de su La Ría del Ocio.

En sus viajes por España y Europa compraba guías de ocio de sus ciudades; la Cartelera del Turia, en Valencia, la de París, el Time Out de Londres, las de Barcelona y Madrid y tomándolas como referencia pensó que no era posible que la villa de Don Diego no tuviera una publicación equivalente. “Tras darle muchas vueltas dimos con las medidas idóneas de una revista que se pudiera meter en el bolsillo de la chaqueta, y así empezamos a lanzarla cada quince días”, cuenta Arturo Trueba.

En el Bilbao botxero

Como la mancheta ya estaba patentada, dándole vueltas a la búsqueda de un nombre que fuera identificable, distinta de leer, que tuviera algo más de revista que de mera guía, Trueba se preguntó por qué en Bilbao no podía editarse una guía del ocio. “Las dudas empezaron a encajar y de aquella ría del Nervión-Ibaizabal alicaída, sucia surgió la cabecera de La Ría del Ocio, que no solo encajaba con el Bilbao botxero, sino que incluso se anticipó a lo que años más tarde sería la ría de Bilbao como eje de la villa con Uribitarte, el Guggenheim, el Euskalduna, el Museo Marítimo...”.

De modo que si repasamos los 980 números de este glosario de ocio y entretenimiento, podemos leer en sus páginas los guiones vivos de la transformación paulatina, pero radical de la villa en estos 30 años, porque La Ría del Ocio y la transformación de Bilbao han ido a la par. “En los 80 es cierto que no había turistas pero sí visitantes relacionados con el trabajo industrial y con las ferias que se realizaban en el edificio de San Mamés y luego en BEC. Y desde luego en contra de lo que a veces se piensa, sí había vida cultural y en mi opinión mucha más marcha de noche que ahora”, aclara Arturo Trueba rememorando con cierta pose nostálgica las épocas en las que en Bilbao funcionaban hasta doce escenarios simultáneos en los Astorias, los Urrutia, el Coliseo, el Capitol, el Albia?. Cines habilitados como teatros y que han ido desapareciendo. “No había tantos medios como ahora ni Internet pero había riqueza cultural, no solo en Bilbao, sino también en otras zonas como Getxo donde Eugenio Gandiaga inició los festivales de jazz, del blues, de folk?”.

Los más talluditos recuerdan que aquella salida editorial fue impactante, la revista era osada y aunque las publicaciones de entonces eran diferentes a los actuales, todos los medios, periódicos, televisiones, radios, los acogieron con simpatía. “Tal vez porque siempre hemos buscado ser un medio ideológicamente neutral y sobre todo un medio de medios que no intentábamos competir con ellos, entre otras cosas porque teníamos muy claro que éramos una miga en el gran conjunto de los mass media, por lo que siempre hemos intentado ser amables y colaboracionistas a través de periodistas que compartían su actividad en otros medios y con nosotros”.

Viendo su evolución se aprecia que La Ría de Ocio ha ido de más revista a ser más guía. Una guía integrada y partícipe de la vida de la ciudad y de Bizkaia. “Y en este camino hemos tenido iniciativas que hemos traído para quedarse, como el Barnabal, el premio de la Angula de Oro que otorgamos cada cinco años o las crónicas de sociedad que incorporamos de la mano de Javier Urquijo, Lady Coty con unas negritas, donde aparecía el “todo Bilbao” de la vida social y de los eventos con sus personajes más conocidos. Fuimos los precursores tan de impacto que luego Iturrieta y Múgica en DEIA o González o Arana, en El Correo, se engancharon a las reconocidas negritas”.

Cambio tecnológico

Como la historia de la revista ya está escrita en sus 980 números podría pensarse que la trayectoria de esta guía ha sido fácil. “Nada de eso. Al final se convirtió en una apuesta personal; vives pensando que al lanzar el número cuatro como mucho llegarás al cinco y al ver las complicaciones no sabes si el seis será posible, entonces pides créditos y buscas financiación; compruebas que las aportaciones son pequeñas migajas que no llegan para casi nada y sigues para adelante mezclando épocas de ligera bonanza con baches prolongados de crisis permanente”.

En este vaivén que Trueba cita un factor importante ha sido el cambio tecnológico. “De la rotativa con Olivetti al PC y luego al Macintosh. De las letras de plomo y tinta con galeradas en papel fotográficos donde había que componer, recortar, maquetar hasta la impresión digitalizada hoy mismo media un abismo”.

Y al tiempo que la evolución de lo analógico a lo digital, el espíritu lo ponían las almas y mentes que movían las revistas junto a Arturo. “Por nuestra Ría ha pasado Álex de la Iglesia como dibujante, maquetador, hacedor de horóscopos y de los cómics de la maldición de los Ibarrekolanda o la Cosa de la Ría. Seguimos teniendo a Rafa Uria con las caricaturas de Amenofis y han colaborado con nosotros Javier Urquijo, Beatriz Sotillo, Iñaki Astigarraga y una jovencísima Anne Igartiburu para quien fuimos trampolín, banderín de enganche y ella uno de nuestros descubrimientos estrella”. También en ese vaivén de bonanzas y crisis, en el trayecto de La Ría del Ocio se cruzaron durante algunos años los periódicos gratuitos. “¿Cómo nos financiamos? El grueso principal es la publicidad: restaurantes, hoteles, museos, ferias? que se publicitan y aportan los medios para que sigamos vivos”.

A esta fuente de sustento tenemos que añadir el apoyo de las instituciones, porque en Bilbao y en Bizkaia hay mucha programación cultural. “Hemos tenido la suerte de caer bien a las instituciones; Nunca nos hemos decantado por grupos políticos, empresariales, medios de comunicación... somos independientes, para lo bueno y lo no tan bueno”.