El optimismo, la fórmula del éxito en la vida
Emilio Duró inaugura el ciclo de talleres Merkataritza Irekia organizado por la patronal Cecobi
BILBAO. “Si tenéis que contratar a alguien en vuestros comercios, no lo dudéis, coged a alguien optimista”. Esta fue una de las miles de frases que con una velocidad de vértigo repitió en las dos horas de conferencia que ofreció ayer Emilio Duró, un hombre que por “casualidad” y “sin quererlo” se ha convertido en un gurú de la felicidad, de la pasión y del optimismo en estado puro. Según sus propias palabras, todo su éxito se debe a que alguien decidió publicar en YouTube una conferencia que dio en un congreso en Galicia. A partir de ahí todo cambió para él. “Desde entonces me han arruinado la vida. Yo no me dedico a esto, pero aquí estoy dando esta conferencia sobre la felicidad”, dijo. Y prosiguió: “De todos modos, yo no soy normal, por lo tanto, os pido que no me hagáis caso”, bromeó.
Empresario, consultor y consejero de empresas desde hace más de dos décadas, Duró, invitado por la Patronal del Comercio de Bizkaia, Cecobi, fue ayer el encargado de abrir en el Palacio Euskalduna el ciclo de talleres Merkatariza Irekia dirigido al comercio minorista. En una sala a rebosar Emilio expuso sus argumentos sobre la importancia que tiene la felicidad en la vida y los beneficios que alberga afrontarla con ilusión y positivismo. “Creemos que todos los marrones caen sobre nosotros. Que nos va mal en el negocio porque elmarrón se ha ubicado sobre nosotros. Pero eso sí, somos los mejores. ¡Anda ya! ¡Basta ya de quejarse! Con eso no se consigue nada. Hay que cambiar de actitud”, expuso Duró con gestos acelerados y con palabras que pese a la velocidad penetraron con fuerza en la conciencia de quienes le escuchaban. “Si tenéis previsto abrir un negocio o montar un taller para que sea exitoso elegid a gente optimista y apasionada. Eso es más importante que el propio conocimiento”, lanzó dirigiéndose a los comerciantes.
Lo que expone no tiene base científica, son teorías de genética y física cuántica. “Hay gente que da igual lo que hagas, lo que digas, siempre está amargado y todo le parece mal. Su carácter es así y eso, lo siento, pero no se puede cambiar”, apostilló.
Con 32 años Emilio tuvo una crisis que le hizo reflexionar. Lo tenía todo. Dinero, trabajo... pero no era feliz. “No valoramos la vida hasta que realmente nos va mal o perdemos algo. Perder a mi madre, ver que mi hermano tenía una enfermedad grave... Todo eso me abrió los ojos”, concretó.
Por eso, Emilio empezó a realizar una reflexión profunda que le sirviera para encaminar su vida e intentar buscar lo que le sacara del agujero en el que se había metido. “¿El dinero hace la felicidad? No. Hay gente que tiene todo y no es feliz y otros que no tienen nada y lo son”, aseguró Duró. “Yo lo tenía todo, pero no era feliz”, insistió.
El consultor catalán destacó como puntos claves en la teoría que expuso ayer tres aspectos fundamentales: Es seguro que vamos a morir, nuestra existencia es limitada y a medida que pasan los días vamos a peor. “A partir de los 40 años comienzan a morirse las neuronas”, añadió. ¿Para qué sirve vivir amargado? “Para nada”, matizó con énfasis. Según relató Duró el incremento de la esperanza de vida nos obliga a replantearnos los objetivos marcados y lo que debemos hacer para llevarlo mejor. “Es imposible estar con tu pareja hasta la 85 años si realmente no te apasiona. Para eso es fundamental ser alegre, optimista y ponerle pasión a la vida”, dijo. El problema, dijo Duró, es que hemos sabido cómo alargar la vida pero, sin embargo, no hemos sabido cómo llenarla de contenido. “Vivimos mucho mejor que hace años, pero somos mucho menos felices”. En opinión de Duró, podemos dirigir nuestra vida. ¿Pero cómo? “Mirando en nuestro interior, preguntándonos a dónde queremos ir y qué queremos hacer. Esa es la clave”. Y es que Emilio Duró, a sus 56 años, reconoce que aplica a diario la siguiente filosofía. “No dejo que la vida pase sin formar parte activamente de ella. Vivo el presente, no vivo obsesionado con el futuro”, concluyó.