KARRANTZA ? A FranciscoBarreras le llamaban Matxako.Su nieto, Jesús, desconocede dónde procede el apodo,pero acompaña a la familiadesde que, hace más de cienaños, Francisco fundara enKarrantza la panadería de laque hoy se encargan sus descendientes.Luce en las bolsas,paquetes de repostería y elobrador del barrio de Conchadel que todos los días salenunas mil hogazas, rosquillas,pastas y roscones de Reyes. Sí,roscones de Reyes en febrero.
Un negocio con sabor artesanoque evoluciona con los nuevostiempos. Y es que el establecimientoparticipa en lasjornadas gastronómicas depuertas abiertas que ofrecen alos turistas la oportunidad deconocer los entresijos deexplotaciones del valle hastafinal de mes.
“Mi padre empezó a trabajaraquí a los ocho años en 1921,así que a esas alturas ya estabaabierta”, descifra Jesússobre los orígenes de panaderíaMatxako. No puede precisarmás la fecha exacta debidoa un incendio en el archivode Karrantza a finales del sigloXIX que destruyó los registrosmunicipales de esa época. Y“en la década de los setenta,mientras yo estaba en la mili,una riada arrasó con todo loque había entonces en la panadería”.Tras este nuevo contratiempo,la tienda se trasladó “adonde ya funcionaba el obrador”.
Su ubicación actual, apocos pasos del ambulatorio de Karrantza. De muy buenasalud goza el negocio, porque“hemos salvado la barrera dela tercera generación en la quese dice que suelen cerrar”. LeticiaBarreras, hija de Jesús, esla cuarta representante de lasaga. “Soy una privilegiadaporque entro sobre las 9.00horas después de llevar al niñoal colegio”, bromea. Para cuandoella se coloca detrás del mostrador su padre y otrostres empleados acumulan yacinco horas con las manos enla masa. Del obrador salen“aproximadamente mil hogazasque se pueden comer tranquilamentedos o tres días después”.
Hay clientes que acudena buscar la ración en persona,aunque Matxako también la distribuye de casa en casa“y Karrantza tiene casi cincuentabarrios”, apunta.“Cada vez se consumemenos pan porque loshábitos cambian. Ya notodo el mundo come elbocadillo de la merienda,que antes era tan cotidiano”,comparte Jesús Barreras.
Fue una de las reflexionesque, hace veinte años,les condujo a diversificar elnegocio introduciendo unalínea de repostería. “Unade las claves de la supervivenciareside en reinventarse”,sostiene Leticia, quetrabaja en la empresa familiardesde hace año ymedio. Pastas de mantequillay rosquillas copanlas preferencias, sin olvidarel roscón de Reyes quevenden hasta marzo. “Loelaboramos a estas alturasdel año porque en Karrantzala gente todavía lopide”, señala Jesús Barreras.
Es posible que tambiénlo compren en los establecimientosen los que sepueden encontrar sus productosde la mano de losdistribuidores que comercializanmarca Matxako“en Bilbao y Cantabria”.
De allí proceden muchosde los turistas que cruzaronla puerta de entrada ala panadería Matxako elpasado sábado en las jornadasgastronómicas queacoge Karrantza en febreropara compartir el buenhacer de explotaciones lácteasy de queso, establecimientosde chacinería, elpan en el caso de Matxako,o repostería para alérgicosal gluten y la lactosa. Unaforma de darse a conocery sembrar el terreno paraque el negocio centenariopueda continuar. “A mihijo, de cinco años, leencanta venir a ver cómotrabajamos”, dice Leticia.Buena señal.