Bilbao - La idea se le ocurrió a Jon Ander Azpiazu cuando estaba trabajando en un estudio de arquitectura en Suecia. Allí tuvo la oportunidad de participar en un “viaje de estudios” a Chicago, meca de la arquitectura mundial, con sus compañeros de trabajo. Y fue entonces cuando pensó: “¿Por qué no llevarlos a Bilbao, que tiene mucho que enseñar?”. Lo planteó en la empresa y les pareció muy bien. Así que tras ponerse en contacto con la agencia que organiza este tipo de viajes en Estocolmo, en 2014 trajo el primer grupo de arquitectos suecos al País Vasco. Desde entonces, él y su socio en el estudio de arquitectura, Unai Gómez, han conseguido atraer a nuevo grupos de colegas procedentes de los países nórdicos. Para hacer más llevadera y profesional la visita editaron una guía en inglés con reseñas de 170 edificios de las cuatro capitales vascas y de la Rioja Alavesa. Y tras algo más de dos años desarrollando esta experiencia, estos dos jóvenes arquitectos creen que su colegas se vuelven encantados a su país, no solo por lo que han visto sino por lo que han comido, porque la gastronomía es otro de los reclamos de los viajes.

Antes de empezar a contar su iniciativa, tanto Jon como Unai quieren dejar claro que “no somos ni pretendemos ser guías profesionales”, aunque luego hagan de guías durante la estancia de los arquitectos nórdicos en Euskadi. Y también aclaran que “esto, lo de traer arquitectos, es un complemento de nuestro trabajo”. Efectivamente, Jon y Unai se ganan la vida, o intentan ganársela, con Taperstudio, un despacho de arquitectura que ellos mismos crearon hace más de cinco años con el propósito de hacerse un hueco en el difícil mundo del ejercicio libre de la profesión. Hacen de todo, rehabilitaciones de viviendas, inspecciones técnicas, obra pública? lo que les salga. Precisamente, esta semana se ha inaugurado una obra que lleva su firma, el cubrimiento de una pistas de pádel en Loiu, algo que les ha dado un gran impulso e ilusión para seguir adelante. Pero una de las cosas que más satisfacciones les da es la recepción de sus colegas extranjeros. Cuenta Jon cómo surgió: “Yo estuve con ellos en Chicago y pensé que Euskadi también podía ser un destino bueno, ya que tiene mucha arquitectura y muy buena gastronomía”.

Dice que “sin la mayor pretensión”, lo propuso en el estudio donde trabajaba, “y la casualidad fue que ellos también habían pensado en el mismo destino”. Así que le pusieron en contacto con la agencia de viajes con la que ellos trabajan para que organizara la primera expedición. Recuerdan que el primer grupo fue un estudio de arquitectura de Kristianstad, una ciudad sueca, y el segundo, los excompañeros de Jon en Estocolmo. Reconocen que tuvieron que ir aprendiendo sobre la marcha como guías turísticos especializados, ya que su experiencia en este terreno era nula. Así que esas primeras visitas les sirvieron para ir cogiendo tablas y afinar los programas de los viajes. Para ello editaron una guía. Confiesan que fue “un trabajo muy duro”. Nadie se lo discute. Se trata de una completa guía con 170 propuestas arquitectónicas. “Intentamos recopilar lo más interesante”, dice Unai. “Pero además de ofrecer una pequeña descripción de los edificios”, señala Jon, “introdujimos indicadores económicos y algo más sobre la cultura y gastronomía”.

Guía Con esta guía, que normalmente la envían a Suecia antes de que viajen a Bilbao, intentan aportarles la suficiente documentación como para que cuando lleguen tengan más definido lo que quieren ver. La duración media de cada viaje suele ser de tres días. A lo largo de esas tres jornadas, Jon y Unai les acompañan en los recorridos que les han diseñado previamente. Salvo dos grupos que visitaron Gerona y uno Madrid, el resto ha tenido como destino las capitales vascas y Rioja Alavesa, “porque las bodegas también les interesan”, dice Unai, “ya que muchas de ellas están diseñadas por arquitectos de renombre”.

En cuanto a la capital vizcaina, Jon destaca que “intentamos que no todo sea el Guggenheim”. Por eso les llevan a ver edificios que no son tan conocidos. “Ellos vienen con una idea, de lo típico que han visto en Internet”, dice Jon, “pero luego hay otra arquitectura menos conocida, que es la que nosotros les hacemos llegar”. Una arquitectura local que también les sorprende. Cuenta Unai, por ejemplo, que “hay proyectos como el edificio de la biblioteca foral o la ampliación del ayuntamiento, que les gusta”. Casi todos los colegas se quedan fascinados, además del Guggenheim, “de los proyectos que están cerca de la ría”. “Durante las visitas”, dice Unai, “aprovechamos para explicarles la transformación de Bilbao, les mostramos fotos antiguas de cómo estaba antes y les sorprende un montón”. También les gusta el metro, “ya que hay metros en otras ciudades que están bastante destartalados”, dice Unai. “Pero lo que les asombra”, interviene Jon, “es la limpieza”.

Gastronomía El aspecto gastronómico de las visitas merece capítulo aparte. Jon y Unai se encargan de hacerles las reservas en los restaurantes que ellos consideran más ventajosos para sus bolsillos y sus paladares, y en otras ocasiones se dedican únicamente a recomendarles locales gastronómicos. En cualquier caso, tienen comprobado que en la mayoría de los casos “salen reventados de comer”, dice Jon. Pero cuenta que “también les explicamos lo que es la cultura del pintxo-pote”, algo que les gusta. Lo que les sorprende “la cantidad de gente que hay en las plazas”, dice Unai, “la vida en la calle, la forma de pedir en los bares... pero sobre todo, el ruido; pero es normal, allí, en los países nórdicos, en el metro no habla nadie”.

La combinación de la arquitectura y la gastronomía hace que los arquitectos vuelvan a su país satisfechos. Esa es la impresión que tienen Unai y Jon. La prueba es que desde que se embarcaron en esta aventura turística, han logrado traer nueve grupos, tres por año, y las perspectivas para 2017 son buenas. “En estos momentos”, comenta Unai, “tenemos una solicitud de un grupo que quiere visitar Málaga”. Unai y Jon creen que “a partir de ahora los grupos comenzarán a llamar”, ya que los arquitectos suecos solo realizan en dos épocas estos viajes, en abril-mayo o en septiembre-octubre. Unai y Jon se han convertido en los nuevos embajadores de la arquitectura local, que ha pasado a ser mundial aunque suene a bilbainada.