Getxo - Arrincona su timidez con una gran sonrisa que aparece una y otra vez en su cara, pero aun así, la vergüenza no se escabulle del todo de la personalidad de Begoña Salazar, La navarra del Puerto Viejo. Ella está más cómoda lejos de los objetivos, al otro lado de la cámara. De hecho, ella es quien está detrás de las fotos antiguas de Getxo que, colocadas con mimo en álbumes artesanales, se encuentran expuestas hasta el próximo día 26 en una veintena de comercios de la localidad.

Begoña, natural de Altsasu, lleva diez años asentada en el rincón más marinero de Getxo. Y fue, precisamente, con imágenes de antaño de este barrio tan emblemático como empezó su colección histórica en tierras vizcainas, tras haber retratado ya el pasado de su municipio natal. Begoña recopila fotos pretéritas que la gente le cede -las fotocopia y las devuelve sin quedarse con ninguna copia ni escanearlas- y las coloca en genuinos álbumes que ella misma elabora con “partes traseras de cazadoras de cuero, tapas de cartones y betún”, desvela. “Lo que me cuesta es conseguir las fotos, luego, el álbum lo hago en un ratico”, asegura con gracia.

Y así, sumando raticos y raticos durante una década, Begoña ha llegado a configurar 120 libros con instantáneas históricas. Comenzó con Altsasu y siguió con Getxo, del que ya tiene más de 60 álbumes y del que ya está preparando otros tres. En cada uno hay alrededor de 60 imágenes: de personas, de edificios, de paisajes, de fiestas, de danzas, de trabajos... Todas en blanco y negro y con una inconfundible apariencia de melancolía. “Tengo un punto de recogida y encuentro en una tienda de reparación de calzado en Algorta, donde la gente me va dejando las fotos. Pero también voy yo pidiendo por ahí. El otro día me acerqué a una señora en Arrigunaga, porque ahora estoy buscando fotos de esa zona, y le pregunté si tenía. Ella me contestó que no, pero que había una mujer con muchas fotos antiguas donde Pedro, el zapatero, y le dije: ¡Esa soy yo!”, cuenta, entre risas, Begoña. Esta getxotarra de adopción admite que no siempre es fácil ser cazadora de recuerdos ajenos. “A veces cuesta que te den fotos, porque la gente igual no te conoce, desconfía de qué vas a hacer con ellas. También pasa que no saben dónde están...”, afirma. Pero, tras años enfundada en esta peculiar labor de hemeroteca son muchos vecinos de Getxo los que ya conocen a Begoña, La navarra, y su admirable quehacer. “Igual me pongo a pedir y ya ni me presento”, reconoce.

‘Confidente’ Esta mujer ha llevado a cabo ya varias exposiciones de sus álbumes -la que está ahora en marcha se desarrolla en el marco de la iniciativa Getxoaktibatu- y, casi siempre, en el Día del Corpus, muestra parte de su obra en el Etxetxu del Puerto Viejo. Cuando los ojos ven los instantes congelados de tiempos que no volverán, muchos de ellos se humedecen por la nostalgia, por ver al que no está, por evocar una tierna infancia... Y claro, en esos momentos, el reloj avanza y avanza sin uno darse cuenta... Además, cuando los vecinos de Getxo aportan sus fotografías a Begoña también le trasladan sus historias, sus vivencias, le dan una parte de ellos... “Es algo muy bonito, te empiezan a contar un montón de cosas”, indica. Pero ella no las escribe, las letras no ocupan espacio en estos incomparables álbumes -pese a que sean muchas las voces que le demandan que lo haga-; su manera de contar la historia de Getxo es así, solo visual y en un envoltorio único. De hecho, ni siquiera en las imágenes en las que aparece gente, Begoña pone quiénes son. “Me gusta que la gente comente, debata y piense quién puede ser cada uno”, explica La navarra.

Entre sus tesoros, se encuentran instantáneas de la plaza San Nicolás y las muchas caras que ha tenido a lo largo de los años; hay fotos de Isidro, el de toda la vida que tenía un bar en Algorta; hay material del siglo XIX “donde se ven baserris y luego nada...”, hay muchas capturas de edificios y un largo etcétera sobre el pasado que continuará en el futuro, en las manos de Begoña. “Seguiré, seguiré”, proclama La navarra del Puerto Viejo.