UNA sonrisa perenne acompaña al australiano Bob McTavish. Más si cabe, si acaba de llegar de coger olas de hasta cuatro metros de altura en las inmediaciones de la isla de Izaro. Mítico creador que revolucionó la industria con sus tablas desde que a comienzos de los 60 fundara su marca, y artesano que elabora con sus manos los modelos a los que se suben no solo los más importantes surfistas del mundo sino miles de aficionados, el reconocido shaper paró en Mundaka para exponer sus profundos conocimientos a la parroquia surfera local, que le acogió con los brazos abiertos para empaparse de los conocimientos de uno de los gurús mundiales de este deporte.

“Volveré el año que viene, pero con más tiempo para disfrutar de este paraíso”, vaticinaba. McTavish, que ha visitado Euskadi en cuatro ocasiones, había oído hablar “mucho” sobre Mundaka. Aceptó la invitación de su compatriota Craig Sage, dueño de Mundaka Surf Shop, para recalar en la anteiglesia y dar una desenfadada clase magistral en el que narró algunos de sus secretos para elaborar tablas. Pero la “pasión” es la que le impulsa, repite una y otra vez cuando se le cuestiona por unas creaciones que han alcanzado muchos puntos del globo. Su Australia natal es una -su taller está localizado en Byron Bay-, pero también otras mecas del surf como Bali, Hawai, Estados Unidos -Florida, principalmente-, Sudáfrica o Francia,... hasta 16 países. Así hasta elaborar 40.000 tablas, piezas que son codiciadas por los amantes de un deporte que enganchó a McTavish bien joven para no dejarle salir de su vida. “Ahora no puedo vivir sin coger olas”, relata.

De los tablones largos de los socorristas con los que él mismo se hacía a la mar a los modelos modernos que él diseñó hace algunas décadas -comenzó a shapear hace medio siglo aproximadamente-, McTavish ha sido un revolucionario que ha modelado el surf mediante la incorporación de novedades. Su primer éxito llegó en 1966 cuando el primer campeón mundial de la historia Nat Young utilizó una de sus creaciones para conseguir el título. Y desde entonces no ha parado de innovar, “aunque manteniendo la esencia. Siempre me ha gustado probar cosas nuevas, mantenerme en una evolución constante para que los amantes del surf puedan contar con las mejores condiciones para practicar su deporte. La tabla, evidentemente, es algo fundamental”, asegura. Tablas más cortas, formas más agresivas, diseños para la maniobrabilidad y la flotabilidad, incorporación de las quillas, uso de materiales novedosos, técnicas de fabricación poco convencionales que ahora se han convertido en costumbre... pocos fueron los secretos que el aussie no compartió con unos aficionados locales que siguieron con interés las historias que McTavish entrelazaba. No en vano, este australiano es parte fundamental de la cultura del surf.

El futuro

Shapeo personalmente todas y cada una de las tablas. Una maquina no puede dar ese toque personal a las tablas”, asiente McTavish cuando es cuestionado por su forma de trabajar. “Y, desde luego, hablo con quienes las van a utilizar para conocer qué tipo de tabla quiere, cuáles son sus condiciones, dónde surfeará... Para hacer una tabla hay que tener en cuenta muchos condicionantes”, agrega. Sus manos han cincelado tablas para grandes profesionales como el once veces campeón mundial Kelly Slater o el más cercano -y zarauztarra- Aritz Aranburu; pero cualquier aficionado puede hacerse con una de sus creaciones. A Mundaka, por ejemplo, llegarán nueve de sus creaciones en un futuro...

Inmerso en un periplo vital al que espera “le queden otros 30 años como mínimo”, tal y como apunta sonriente el shaper, su objetivo siempre ha pasado por “hacer tablas resistentes, que cuantos más años aguanten, mejor”. Y no lo dice solo por los usuarios, “sino porque tratamos de que los materiales que nosotros empleamos tengan el mínimo impacto ecológico posible”. Frente a la impersonal fabricación en serie que impera en la actualidad, el fabricante de tablas australiano apuesta por el genuino espíritu del surf. Es la filosofía de Bob McTavish.