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El consulado francés en Bilbao conmemora el 14 de julio con un cóctel

El consulado francés en Bilbao conmemora el 14 de julio con un cóctel

EN los prolegómenos de la conmemoración del 14 de julio, día nacional de Francia, en el hotel Ercilla, escenario escogido por el consulado galo en Bilbao para la celebración, hablaban de hecatombe, palabra culta. No hacían referencia a la marcha de Bilbao del cónsul francés, Fabrice Delloye, ya inminente y en el descuento de sus últimas horas, sino a la rocambolesca escena vividas horas antes, cuando Chris Froome, maillot jaune del Tour de Francia de este año, emprendió una carrera pedestre en la ascensión al Mont Ventoux tras un insólito accidente con la moto de la televisión francesa. Fue la anécdota de una tarde en la que sonó La Marsellesa y se brindó con champán francés. Eso era lo esperado y no esa escena runner vivida horas antes.

Cada 14 de julio, el compás de La Marsellesa retumba en las calles de Bilbao, ciudad que, por unas horas, se convierte, dicho sea a la metáfora, en una prolongación de los Campos Elíseos de París. Todo sucede con esa civilización barnizada de un buen gusto cachemir que abriga la forma de ser de los galos del siglo XXI, tan lejos hoy de aquella aldea irreducible, donde Astérix y Obélix cincelaron su leyenda a base de mandobles a los romanos y jabalíes. Ayer volvió a vivirse la escena condecorada con la bandera tricolor y los buenos modales. Aunque la sombra de Froome acechase a la vuelta de la esquina de cualquier conversación.

apasionados Tomó la palabra Fabrice por última vez en sus tres años de consulado para hablar del compromiso de su país con el santo y seña más universal que manejan -Liberté, égalité, fraternité, supongo que lo conocen...- y de los lazos que hermanan ambos pueblos para concluir su discurso con un deje nostálgico. “Bilbao es mucho más de lo que esperaba”, dijo. Sonó después La Marsellesa y la pasión se apoderó de los francófilos presentes que la entonaron como un himno a la vida.

A la cita con esa celebración acudieron, entre otros, los consejeros Ángel Toña y Estefanía Beltrán de Heredia; Nekane Alonso, Amadeo Álvarez, Pilar García de Salazar, Jean André Viala, director del Instituto Francés en Bilbao, Ignacio Erice, Ion Ruigómez, director del Museo Marítimo Ría de Bilbao; Carmelo Garitaonaindia, vicerrector del Campus de Bizkaia de la UPV/EHU; Luis de la Cal, Iñaki Anasagasti, Ibone Bengoetxea, Luis Eguiluz, Beatriz Marcos, Nerea Llanos, Txus Retuerto, Txaro Landa, presidenta del Cine Club FAS; Luis Egiraun, Mar Landa, Erika Ede, Fidel Díez, Juan Álvarez, Alicia Stuber, Giorgio Baravalle, Juan Carlos Pérez de Unzueta, Dora Kövesdi, María Kövesdi y Alfonso Martínez Cearra, entre otros.

En los salones también brindaron por una larga vida a la República (de Francia, se sobreentiende...) Idoia Salcedo, Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV); Iratxe Madariaga, Sylvie Lagneaux, Felipe Arnold, Enrique Gómez, la abogada parisién Sylvie Pastor, Jon Gangoiti y un buen numero de asistentes que evocaron los felices días de la grandeur.