AulestiA - Uno de los mejores puntistas que ha dado el deporte de la herramienta, José Ramón, Katxin, Uriarte marcó una época durante sus años como profesional. Aquel joven que empezó a pelotear en el frontón de Aulestia cruzó el charco con tan solo 16 años para competir en las canchas de Miami, donde pudo conocer la época dorada del Jai Alai y el inicio del declive en una carrera larga y fructífera.
Si tuviera que decidirse por su rincón favorito de Aulestia, ¿cuál sería?
-En Aulestia tengo muchos rincones favoritos. Cuando era joven tengo buenos recuerdos de las fiestas de Santa Eufemia; subíamos en romería a una campa que tiene una ermita, donde hacíamos una comida popular. Es un rincón muy bonito; no solo ese día, también para poder ir cualquier otro momento a hacer una merienda o pasear. También está el parque, la plaza y todo en general.
¿Fue en el frontón de Aulestia donde empezó a jugar?
-La primera pelota que tiré con una cesta fue en un frontón que ya no existe, al lado de la iglesia. Tendría 7 u 8 años. Entonces era muy difícil tener la cancha para uno, porque había muchos jóvenes en el pueblo y era el único sitio donde podíamos practicar. Por eso, bajaba a las 7.00 de la mañana para estar solo, porque con una cesta necesitas todo el frontón para ti, y me pasaba los veranos tirando pelotas allí.
Con tan solo 16 años cambió un pueblo como Aulestia por una ciudad como Miami. ¿Cómo fue ese salto?
-Antes de ir a Miami estuve jugando en los frontones de Gernika y Durango y tuve la suerte de salir pronto. El salto de Aulestia a Miami no fue para tanto, ya que estábamos cuarenta compañeros en el mismo frontón, jugando prácticamente todos los días y éramos como un único equipo grande de deportistas. Estábamos siempre juntos, jugando las mismas quinielas y hablando en euskera. Las temporadas eran de cuatro meses y medio, por lo que era como si hicieras una campaña en un barco, con tus amigos, con tu grupo. Íbamos del frontón a casa, de casa al frontón, y no tenías tiempo para nada. Entonces se jugaban muchas quinielas y había que dar muchas funciones.
¿Qué echaba de menos de Aulestia cuando estaba en Estados Unidos?
-Con 16 o 17 años echas de menos a tu cuadrilla, tus amigos, tus fiestas... Todo eso... ¡claro que se echaba de menos!, pero nos habíamos preparado para ir a los Estados Unidos porque era una oportunidad de crecer como profesional. De todos modos, estábamos en contacto con los amigos. Las temporadas eran cortas, pero es verdad que siempre estábamos esperando volver.
Ha jugado contra los mejores de su modalidad y de muchas partes del mundo, pero curiosamente, uno de sus grandes rivales fue de Bolivar. ¿Esa cercanía entre pueblos aumentaba el pique en el frontón?
-Hombre, claro que sí. Entre estos pueblos siempre ha habido piques por lo que sea. Normalmente, antes que nosotros, los piques venían del deporte rural. Porque querías que el de tu pueblo ganase al del pueblo vecino. Esos piques en el País Vasco siempre han existido. Imagínate las traineras: Lekeitio, Ondarroa, Bermeo y tal, y en la pelota, lo mismo. Nosotros jugábamos los domingos en Markina y los lunes en Gernika y los piques eran entre gente de la zona. Entonces era lo normal y daba mucha salsa a los festivales.
Tanto Aulestia, Berriatua o Markina han sido pueblos donde han salido muchos puntistas. ¿No les gustaba jugar con la mano o era más divertida la cesta?
-Aquí, antes que cestalaris, salieron pelotaris de mano. En los años 40, en este pueblo, que entonces no llegaría a mil habitantes, hubo hasta seis profesionales de mano. Posteriormente, también han salido algunos otros. Pero empezamos con la cesta porque nuestros padres nos llevaban al frontón y nos entró el gusanillo. Luego también estaba la facilidad de acercarse hasta Gernika. Yo, por lógica, tendría que haber sido un producto de la escuela de Markina, pero por la conexión de autobuses tenía más fácil acercarme a un lugar que al otro.
Exjugador de cesta punta nacido en aulestia