Síguenos en redes sociales:

Blanca Estrella Ruiz: “Estoy amenazada de muerte”

Blanca Estrella Ruiz preside la Asociación Clara Campoamor desde que fuera legalizada en 1985 y es heredera de su legado; confiesa ser tozuda, honesta, guerrera... Y admite que ya está cansada. “Este año toca jubilarme”, anuncia

Blanca Estrella Ruiz: “Estoy amenazada de muerte”Borja Guerrero

Bilbao - Apenas tenía ocho años cuando Blanca Estrella Ruiz se encaró a las monjas que le cuidaban en un colegio en Santurtzi reclamándoles respeto. “Jo, sor, que soy niña, pero tengo mis derechos”, les soltó con los brazos en jarras. Hoy en día, continúa teniendo relación con las que considera son “sus monjas” y con las que se crió desde los 7 hasta los 17 años. “Ahora me toca cuidarles a mí”, apunta. Aquella niña a la que le encantaba tocar el piano estudió Magisterio por vocación, pero por tener antecedentes de familia roja le tocó ganarse una plaza. Le duró poco, sin embargo, y tuvo que dejar la enseñanza “voluntariamente”. “Entré a trabajar en Telefónica de telefonista, hasta que me jubilé con 54 años”, rememora. Fue en esa etapa como telefonista en Bilbao cuando, en el turno de noche, comenzó a tener contacto con las mujeres maltratadas. “Cuando sus maridos se metían a la cama borrachos aprovechaban para llamar llorando y contar lo que estaban sufriendo”, relata. Según recuerda, Blanca Estrella se ganó la confianza de la Policía que le ayudaba a recoger por escrito las historias de aquella mujeres. “En aquellos años no se podía denunciar al marido”, recuerda. Posteriormente surgirían las oficinas de atención a las mujeres. Pesan sobre sus hombros incontables discusiones, peleas, reuniones con ministros, presidentes de Gobierno, jueces y muchas horas de sueño perdidas. Pero “todo ha merecido la pena”, reconoce. Afiliada al Partido Socialista, siempre ha tenido claro que por encima de los intereses partidistas están los derechos de las mujeres.

Si volviese a nacer, ¿volvería a hacer todo lo que ha hecho?

-Sí (rotunda). Pero quizá habría cosas que intentaría hacer antes.

¿No se arrepiente de nada de lo que ha hecho o ha dicho?

-De nada serviría a estas alturas arrepentirme. Cuando he defendido algo -una ley, a una víctima...- siempre lo he hecho con las ideas claras, con la verdad por delante y primando los derechos de las personas por encima de todo.

¿Siempre de frente?

-Siempre de frente. A mí nunca me ha gustado el que no va de frente.

¿Aunque a veces eso le haya generado más problemas?

-Mira, a lo largo de tantos años al frente de la asociación Clara Campoamor, e incluso antes, me han puesto a caldo muchísimas veces, me han criticado, gritado... pero yo siempre he tirado para adelante para conseguir mi objetivo.

¿No está cansada?

-Pues sí, sí estoy cansada. Son muchos años tratando con víctimas, con sus familias, trabajando por los cambios de leyes, tratando con políticos, con abogados, con jueces...

Ser la presidenta de Clara Campoamor desde antes incluso que su legalización en el 85 desgasta mucho, ¿no?

-Muchísimo. He llorado, he perdido muchas horas de sueño y me he enfrentado a no sé ni cuánta gente. Pero ha merecido la pena, porque a pesar del dolor, del sufrimiento en el que me he movido durante tantos años, al lado de las víctimas, hoy puedo decir que soy parte de sus familias. Me adoran; no hay un cumpleaños, unas navidades que no me llamen para felicitarme.

Pero, ¿cuántas veces ha dicho que se va a jubilar?

-Muchas, pero cada vez que lo planteo mi gente se echa las manos a la cabeza. No me dejan (ríe).

Y también le costará dejarlo.

-Bueno, también, pero en junio tengo previsto comunicar mi retirada a la asamblea. Lo que me proponen es que continúe como presidenta honorífica, que siga teniendo relación con la asociación y que las víctimas sepan que sigo ahí. De todos modos, desde las amenazas ya no voy a la asociación como antes.

¿Las amenazas?

-Estoy amenazada de muerte. Me llamaron del Ministerio del Interior para avisarme que mi nombre andaba rulando por las cárceles. Tuve que dejar de pasar todos los días por la asociación; sabían dónde y a qué hora estaba en la oficina.

¿Quién le ha amenazado?

-Son varios. Por un lado, el asesino de la abogada de la asociación en Gasteiz, Begoña Rubio, porque cada vez que pide la libertad, nos personamos para paralizarlo. Y también algún violador africano.

¿Y cómo se vive así?

-Bueno, pues intentando convivir con ello, pero no es nada fácil. Tuve que utilizar el dinero ahorrado en un plan de pensiones para comprarme un piso. Me aconsejaron cambiar de casa, irme a otro pueblo... Y así lo he tenido que hacer.

¿Ha pasado miedo?

-Por supuesto.

Porque Blanca Estrella es guerrera y tozuda, pero también humana.

-Claro que soy humana y llevo tantos años peleando para castigar a violadores, asesinos y maltratadores que esto podía ocurrir.

El miedo es inevitable...

-... e incontrolable. Mira, he tenido muchos momentos duros, pero lo que aún no he superado es la muerte de Begoña Rubio. Cuando la asesinaron no tuve ni tiempo para pensar en el miedo. Pero, ahora, años después voy a Gasteiz y a medida que voy entrando en la ciudad me entra una angustia horrorosa que no puedo controlar.

¿Marcó ese hecho la historia de la asociación?

-Sí. Yo no he superado el asesinato de Begoña Rubia; no me la quito de la cabeza y, sin duda, ha marcado un antes y un después para la asociación y para mí. Después de aquello era yo la que presentaba con mi nombre las demandas hasta que ahora, después de las amenazas, no me dejan hacerlo. Claro, en las demandas tienes que poner todos tus datos: dirección, DNI... En la cárcel todo el mundo sabía donde vivía.

Y aún así le cuesta jubilarse.

-Bueno, tengo también algunos temas pendientes...

¿Por ejemplo?

-El caso de los mellizos de Lekeitio. El fiscal quiere archivar el caso, tiene tela el tema. Nos hemos personado, pero nos piden dinero y no lo tenemos. Hemos recurrido y de unos 5.000 euros nos rebajan a 2.000.

¿La asociación incomoda?

-Claro, no les interesa que esté presentada. Pero con la asociación ni juegan ni la utilizan.

¿Lo han intentado?

-Muchas veces, pero con la asociación nadie se limpia la cara. Que cada uno apechugue con lo que le toca.

¿Qué es lo que más le molesta?

-Que para ahorrar dinero y tiempo fiscales y abogados de la defensa lleguen a acuerdos. Eso no se puede permitir. ¿Le parece normal lo que pasó con el falso shaolín? Al jurado no se le permitió ver la verdad en ese caso; solo vieron la parte de la verdad que tenían pactada. La Ertzain-tza tenía vídeos en las que aparecían otras mujeres a las que también se había maltratado y como fue retirado de la causa no se vio en el juicio. Aquí tengo que destacar la espléndida labor que hizo la Ertzaintza.

¿Cree que está reconocida la labor que realiza la asociación?

-No (rotunda).

¿Se ha visto sola?

-A veces no ha sido fácil tirar hacia delante. Ha sido duro, pero he tenido a mi alrededor un equipo de profesionales que me han hecho posible todo lo que hemos logrado. Además, tengo que destacar el apoyo que durante muchos años me brindaron personas como Txiki Benegas y Ramón Rubial, que siempre apoyaron todas las iniciativas que les planteaba en pro de la mujer. Ellos han sido muy importantes en este camino y les estoy muy agradecida.

¿No piensa en escribir un libro?

-(Ríe).

Yo lo compraría.

-Gracias. Tengo dos capítulos escritos pero los he perdido.

No habrá buscado bien.

-Uf... Sí, sí. Tengo a mi hijo mirando por todos los ordenadores pero, nada, no aparece. Creo que los tiré en la mudanza.

Cuando se jubile, ¿qué se llevará a su casa del despacho de Bilbao?

-Un cuadro en el que estoy tocando la guitarra con 16 años. Es un regalo que me hicieron y me lo quiero llevar a casa.