NO sé hasta qué punto una lengua puede ser revolucionaria, habida cuenta que el idioma es, por definición, una tradición que se perpetúa desde el origen de los tiempos. ¿Acaso no arraiga el árbol genealógico de un pueblo en su lengua, no es el habla el vehículo con el que se narra su historia, con el que hablan sus hijos con los hijos de sus hijos...? En ese arbol se posa ahora el txantxangorri, un ave del paraíso a cuyo batir de alas levanta el vuelo el euskera, que impulsa la toma de las calles y los hogares, de las relaciones personales y los estudios; en todos los rincones de la vida en curso. “Guk euskaraz, zuk zergatik ez?”, cantaba Urko en los años setenta, cuando al fin se rompieron las alambradas que tenían preso al euskera. Ha llovido desde entonces y ya hay varias generaciones que conocen los entresijos de la lengua de Aitor. La guerra es otra, el objetivo es el de liberarse de vergüenzas y temores a la hora de usarlo. Al son del lema Eman Hegoak Euskarari emerge la figura del txantxagorri como símbolo que invita al uso común y cotidiano, al úsalo sin complejos. Txantxangorri es la llave que abre los corazones euskaldunes. “El peor euskera es el no hablado”; ha comentado en más de una ocasión el viceconsejero de Política Lingüística y vicepresidente de Hakoba, Patxi Baztarrika, el hombre que ayer tomó las riendas de una tarde, en la que el Palacio Euskalduna se pobló de euskalduntzales, de amigos del euskera y su uso diario. El atrio de palacio rebosaba.

El Gobierno vasco, las tres diputaciones forales y los ayutamientos de las tres capitales de la CAV, junto a Eudel han lanzado esta campaña de fuera los miedos. Se escucharon los trinos del txantxangorri en Palacio hasta que irrumpió con fuerza el viento del cuerno que tocó Félix Kortazar, preámbulo de los primeros bertsos de bienvenida. A la cita no faltaron el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria; la presidenta de Juntas Generales, Ana Otaudi; la diputada de Euskera y Cultura, Lorea Bilbao, Irune Zuluaga, Ruper Ormaza, hombre fuerte de Unesco Etxea; Aitor Bilbao, el mago Tor, José Ángel Iribar, el pelotari Mikel Urrutikoetxea, Joxe Felipe Auzmendi; el presidente de Cecobi, Pedro Campo, Julián Ruiz, Jon Aldeiturriaga, Juan Carlos Sola, emisario de Fekoor, Jesús Cañada; el presidente del Colegio de Abogados, Carlos Fuentenebro, Aitzol Atutza, Elena Unzueta; el director de DEIA, Bigen Zupiria; el director gerente del hospital de Cruces, Santiago Rabanal, Xabier Jon Davalillo, Ion Ruigómez, el escritor Kirmen Uribe, Jokin Gorozika, Koikili Lertxundi, José Ángel Corres, Isabel Sánchez Robles o Mikel Mancisidor, quien acudió acompañado por emisarios americanos del Instituto Smithsonian, Koldo Narbaiza y un largo etcétera.