Un templo en homenaje a Rubik en Bilbao
Una tienda de informática encuentra en los puzles tridimensionales un negocio que atrae a niños y mayores
RENOVARSE o morir. Es una frase que pasa de vez en cuando por la mente de Javier Gañán, de JGN Informática, un negocio sito en Alameda Mazarredo, junto al puente de La Salve. Siempre busca algo nuevo para su tienda, algo diferente a lo existente en Bilbao y que le distinga de la competencia. Hace años fueron los gadgets para ordenadores y teléfonos, cápsulas compatibles con las cafeteras más exclusivas, etcétera. “Traigo cosas que se salen de lo común y a veces acierto y otras no”. Pero hace nueve meses se topó con algo que ha cambiado radicalmente su escaparate. “Buscando artículos entre nuestros proveedores aparecieron en la pantalla puzles parecidos al cubo de Rubik, pero más grandes: de cuatro pisos, ocho pisos, formas raras?”, recuerda rodeado de decenas de rompecabezas de colores. “Me llamaron tanto la atención que los compré para mí, para volver un poco a los 10 años. Cuando llegaron a la tienda eran tan visuales y curiosos que los colocamos en el escaparate”. El resultado sorprendió a todos los miembros de la empresa y les dio qué pensar: “Los doce cubos que traje se vendieron en un solo día. Ese mismo día compré un montón de cubos y puzles. Empezaron a llegar puzles diferentes y con ellos gente a la tienda que tiene en estos artículos su hobby”.
Desde entonces su local se ha convertido en una fiesta de colores y formas. Del escaparate han desaparecido las tarjetas gráficas y monitores de ordenador y los ojos de los transeúntes se enganchan con vistosos puzles y formas que, inevitablemente, teletransportan a muchos cuarentones a los recuerdos de infancia con el famoso rompecabezas de las pegatinas de colores. “Traigo modelos de España, Europa, Japón, China, Tailandia?”, explica Javier. “Hay unos treinta fabricantes distintos que han hecho evoluciones del invento de Rubik, que fue un arquitecto húngaro que puso de moda el cubo que diseñó para sus alumnos”. De hecho, hoy en día la marca Rubik sigue funcionando, pero su reto de seis caras con tres filas de tres celdas cada una ha quedado un tanto obsoleto con el paso de los años. “Rubik funciona como marca porque la gente quiere tener todavía el cubo histórico, pero gira bastante mal”, explica este bilbaino. “Las marcas nuevas han evolucionado la forma de las piezas internas. Las han redondeado y giran mucho mejor”. A pesar de contar con muchos modelos diferentes en su comercio, el puzle 3x3x3 diseñado por Rubik sigue siendo el más vendido: “Tenemos cerca de cien modelos diferentes. El que más se vende es el 3x3x3, el que todo el mundo conoce como el cubo de Rubik, aunque sean de otras marcas que son más manejables y eficaces. Luego hay otros tres o cuatro modelos muy visuales y bonitos que también se venden bien”.
Una clientela diversa A Javier Gañán le ha sorprendido el público tan diferente que pasa por su tienda preguntado por los puzles. “Hay de todo y eso es lo más agradecido del negocio. Hay adolescentes de 14 años que, al igual que yo coleccionaba llaveros, ellos coleccionan los cubos. Luego hay niños que vienen con sus padres para que les compren cubos y también gente de 40 años que tuvo el cubo de Rubik cuando era niño y que ahora quiere ser capaz de hacerlo”. Este parece ser una pauta que se repite a menudo y los avances tecnológicos han hecho que las generaciones que no supieron resolver estos desafíos hace treinta años ahora puedan resarcirse y cobrarse merecida venganza. “Entonces no teníamos información de cómo se resolvía”, confirma Javier Gañán, “pero ahora en Internet hay vídeos y tutoriales de cómo se resuelve cada modelo. Ahora parece más fácil de lo que nos resultaba resolverlo antes”. A partir de ahí, la perfección es solo cuestión de tiempo y constancia. Ahí está el récord del mundo para quien quiera tomárselo en serio: el estadounidense Lucas Etter, el pasado año, resolvió el cubo de Rubik en 4,90 segundos.
En las estanterías de JGN Informática solo hay cien modelos, pero existe más de un millar de modelos de cubos y puzles diferentes. Por supuesto, también los hay acordes a todos los bolsillos. Los más baratos están por debajo de los 10 euros, pero hay algunos que rondan los 200. “Al fabricar un cubo de 3x3x3 se hacen millones y eso lo convierte en el más barato”, describe Javier, “y luego hay cubos que son maravillas de la ingeniería, que están impresos en 3D, y que al desmontarlos tienen 250 piezas. Solo el tiempo para ensamblar eso es un coste enorme con cien tornillitos. Hay que tener en cuenta la complejidad del cubo y la cantidad de piezas que tiene. Eso es lo que les encarece. También hay algunos cubos de coleccionismo que tienen mejores materiales y son más caros”.
Como era de esperar, en esta empresa bilbaina todos los trabajadores han terminado enganchados a los cubos. Javier confiesa que en parte fue como reto personal, pero también obligado por la avalancha de clientes que demandaban más información: “La gente te pregunta por las características técnicas, por cómo se desmontan los tornillos para lubricarlos, etcétera. Y yo me veo obligado a conocer todo esto. Me he pasado bastantes tardes y noches viendo vídeos en Internet de cómo se hacen y cómo funcionan. De crío no fui capaz de completar el Rubik y ahora ya hago el 3x3x3, el 2x2x2, el Mirror... Hay algunos que ya tengo dominados y creo que terminaré haciendo cubos más complejos”. Todo parece indicar que su tienda seguirá almacenando puzles por un tiempo: “En algún momento pararemos de traer, pero en los próximos meses vamos a seguir aumentando la gama de puzles que tenemos. Es un mercado muy agradecido”.