En unos meses, Miguel González García cumplirá veinte años al frente de su negocio, Alimentación Sevel, situado en el número 17 de la calle Estartetxe de Leioa. Es un retrato del comercio tradicional, de barrio, “el de toda la vida”, como él mismo define. Su tienda de treinta y siete metros cuadrados, incluido el almacén, recuerda a los antiguos ultramarinos donde lo mismo uno compraba fruta que adquiría unas alpargatas. “Aquí tenemos un poco de eso”, subraya Miguel.
En la era de la tecnología a golpe de clic, de las compras a través de una pantalla, aún resiste lo tradicional y el trato de persona a persona. El comercio local sobrevive para volver a inventarse, una vez más. En Leioa, los comerciantes, tras una idea del Ayuntamiento, crearon un servicio que facilita y hace más cómodas las compras, una iniciativa denominada Leioa Bidean. Es el reparto de los productos a domicilio. Tras la experiencia piloto puesta en marcha el pasado año, los promotores apuestan por extenderla al mayor número de establecimientos posible para garantizar la viabilidad del proyecto. A día de hoy, se han realizado más de 3.000 pedidos y 1.200 leioarras solicitan el transporte de manera recurrente.
Los usuarios El perfil del usuario que demanda el servicio es diverso: persona mayor, mujeres embarazadas, personas con movilidad reducida o con algún impedimento para coger peso. “Hay hombres y mujeres con un brazo escayolado que han venido a comprar “, añade Miguel.
Felisa Aurrekotxea tiene 86 años y vive en la zona de Artazagane, un espacio alejado del centro urbano, lo que dificulta la accesibilidad a cualquier comercio. Para esta mujer, “Leioa Bidean es fabuloso porque como yo no puedo cargar con las bolsas de fruta y soy consumidora de mucha naranja, los chicos de la empresa me lo traen a casa y no tengo que depender de ninguna persona para hacer las compras, voy yo. Estoy encantada con el servicio porque a las personas mayores nos viene muy bien”.
Susana Fernández es la tercera generación de una saga de tintoreros, nieta e hija de artesanos de la limpieza, planchado y teñido de prendas; eso representa Linsay. No pensó en dedicarse a ello pero las circunstancias familiares, como el fallecimiento de su padre, la colocaron en el negocio familiar. Reconoce las dificultades del sector y que la recuperación económica no se vislumbra todavía en el día a día del comercio. “A raíz de la crisis se limpia menos y la ropa viene con mucha mancha amarilla, muy deteriorada porque se guarda sucia. La falta de cuidados se nota. Se retrasa su cuidado, antes era semanal, y ahora se trae simplemente lo urgente”, subraya Susana.
Aun y con todo, respalda cuantas iniciativas llegan para darle vida y las fórmulas que surjan para incentivar el consumo. Por eso, forma parte desde el inicio de Leioa Bidean. La responsable de la tintorería Linsay considera acertada la propuesta, “debido a los buenos resultados que ha generado en nuestra clientela. Se han beneficiado no solo aquellos que viven en el extrarradio, sino también clientes que residen en el centro y no tienen que venir a la tienda a recoger las alfombras, cortinas o edredones que habían dejado para limpiar”. La iniciativa ha supuesto para este comercio un beneficio doble. De un lado, para sus clientes, “que ahora vienen más a menudo debido a la gratuidad del servicio” y, por otro, “para nosotros, porque hemos reducido el coste de un servicio que asumíamos pagando a otro proveedor”, concluye.