Cójase una guitarra española destartalada, una flanera de aluminio desechada, el bote de maíz que usó en la última ensalada, un par de desagües de lavabo pequeño que en el cajón estorbaban, únalos convenientemente y ya tiene usted un Katxarrismo. O lo que es lo mismo: el trabajo del Luthier Augusto González Baños listo para sorprender a sus amigos con las armonías de un instrumento reciclado. Y es que si hay algo que sorprende al ver los instrumentos nacidos de la imaginación de Augusto -muletas convertidas en un goni africano, una tapa de water como caja de resonancias o una lámpara de techo de aspas con movimiento presta a sonar como un banjo o un ukelele- es eso, que en acústico o conectado al amplificador, suenan de maravilla.
“Yo antes de dedicarme a los katxarrismos siempre había tocado algún instrumento de cuerda y percusión. Un hermano mío tocaba la guitarra y en mi casa de vez en cuando ensayaba gente. Paco el de Eskorbuto, por ejemplo, empezó en la casa de mis padres y yo de txinorri, como siempre había una guitarra española de kakafú, ahí estaba yo haciendo el mangarrán”, reseña este portugalujo cuya amplia trayectoria musical ha quedado estampada en sendos libros sobre la historia del rock vasco: Portu Sound, un trabajo dedicado a las numerosas bandas que ha dado la villa, y Lluvia, hierro y Rock & Roll que ofrece una visión geográfica más amplia del fenómeno musical vasco.
Miembro de bandas como Humus densus, a la que se unió con apenas 16 años, Haley -donde contacto con el Heavy ochentero y se recorrió casi todos los gaztetxes de Euskadi- o el grupo jarrillero de folk Gira Biraka, Augusto se considera un trotamundos musical que no hace de menos a ningún estilo salvo el “chumba chumba que me deja totalmente indiferente”.
“Suelo decir en mis conciertos que me gusta todo, desde Kiko Veneno y su Lobo López hasta lo más cañero de La Polla Récords”. Tampoco le hace ascos a una buena pieza de los Fitipaldis de Fito Cabrales quien guarda entre su amplia colección de guitarras una “electrolata” hecha con una lata de membrillo por este habilidoso trotamundos laboral, que lo mismo te sirve un coctel detrás de una barra de bar que te hace una soldadura con electrodos o te repara un instrumento de cuerda o percusión. De hecho, a Augusto nunca le ha faltado un instrumento musical entre las manos ya que a su habilidad manual se une una apasionada defensa del reciclaje y del “hágaselo usted mismo”.
“Los contenedores de basura son mi vida”, reseña este afable Luthier que antes de volcarse con sus katxarrismos también dejó su impronta musical en grupos como LSD (Locos Sin Domar) o el que fuera su punto final con la música grupal, Por amor al arte, donde conoció a “una de las mejores voces que he oído. Cuando me fui del grupo les dije: Me jode marcharme por ti, Nagore. Tenía una voz increíble”, recuerda este soñador de instrumentos que abrió entonces su creatividad a la creación y reparación de guitarras.
‘Retretecaster’ Aunque en algunos bolos que da por la geografía vasca no duda en colaborar con otros “locos del ritmo” como él, como Jon Ander Pérez, quien ultima la creación del grupo Bocanegra, Augusto lleva más de una década dedicado a compaginar sus actuaciones en solitario con la realización de sus Katxarrismos.
“En estos años habré creado más cincuenta instrumentos. Muchos de ellos hechos para mí pero también instrumentos que me han comprado o que me han encargado para hacer un regalo”, señala este transformador de instrumentos que ha visto como sus “hijos del reciclaje” han viajado a Madrid, Barcelona, Sevilla e incluso Buenos Aires.
“La guitarra-ukelele que tiene Fito se la regalaron sus amigos y, a través de un conocido, me encargaron otro ukelele para una chica hecho con una caja pequeña de metal de vasquitos y neskitas de la casa de dulces Goya de Gasteiz. Me mandó una foto con el ukelele y me decía que era el mejor regalo que le habían hecho en la vida”, señala Augusto quien reconoce que no todo el mundo cumple con el detalle de mandarle una foto con el instrumento que le han regalado o se ha comprado.
“Más que nada para colgarlo en nuestro Facebook Katxarrismos para que la gente vea que son un bonito objeto de regalo”, señala este espíritu joven de mayo del 66 que hoy participará con un stand en la feria MUME (Musikal Merkatua) que cada domingo se celebra en la Ribera de Deusto en las antiguas instalaciones de la fabrica de galletas Artiach. “Llevaré algunas piezas que aún tengo en casa porque este domingo aún podrá verse una buena muestra de katxarrismos en la cantina de Pabellón 6, un espacio cultural alternativo situado en el nº 47 de la Ribera de Deusto, Zorrozaure. “Esta es mi tercera exposición ya que la primera la hice en el bar Tabuko de Portugalete hace casi nueve años. Luego, en 2011, estuve en la Folk Azoka de Portugalete que este año cumple una década y que se celebra en el antiguo Mercado de Abastos y ahora esta en Bilbao”, reseña Augusto quien destaca que hay varios locales de Ezkerraldea que exponen sus creaciones “por si pueden tener salida ya que es imposible vivir de esto”.
Retrospectiva Aún así, Augusto no renuncia a su pasión por los katxarrismos y en esta década ha logrado hacerse con un nombre que le proporciona no pocas actuaciones a las que acude con una muestra de sus criaturas. Es el caso de este mes de abril donde Augusto tiene una apretada agenda que le llevará por tierras de Cáceres, Zamora y Gasteiz. Antes de volver a casa para ir preparando la folk azoka de Portugalete -6 y 7 de junio- y la exposición retrospectiva que presentará en la casa torre de Santurtzi durante las fiestas de El Carmen.
Así, el día 3 de abril estará en el bar El Escondite, en la localidad cacereña de El Pedroso de Acim, y el 10 en el bar Tribal de Zamora. Luego participará en un taller que se celebra en Gasteiz sobre la filosofía del Hágalo usted mismo, algo de lo que sin duda Augusto puede dar ejemplo. “Yo fabrico con lo que me voy encontrando aunque a veces es el cacharro el que me encuentra a mí. Eso sí, cuando ya hago algo por encargo me lo pienso mucho. Un ukelele que fue a Buenos Aires lo tuve que mandar primero a Melilla en una caja de violín que me habían dado”.