Urduliz - Hace cuatro años, Pedro Elordui trajo desde Suiza unas semillas para sembrar calabazas gigantes. Pero aquellas pepitas no fueron solo la base para que de su huerta surgiesen grandes frutos de más de cien kilos de peso. También fueron el inicio de una gran iniciativa solidaria que, en esta ocasión vivirá su cuarta edición. “Pensé que debía hacer algo especial con estas calabazas, le di vueltas a la cabeza y pensé que podía hacer un evento solidario”, recuerda Elordui.

Dicho y hecho. Así, este urduliztarra planta cada año, allá por el mes de mayo, esta planta con el firme objetivo de dar calabazas a las enfermedades raras. Este año, los niños a quienes irán destinados los fondos recaudados con la venta de las rodajas de esta gigantesca calabaza serán Alluitz Arana y Aimar del Pozo. La dolencia de Alluitz, de 5 años, no tiene diagnóstico, mientras que Aimar, padece parálisis cerebral. Desde que sembró las semillas esta primavera, Elordui no ha parado de pensar en cómo ayudar a estos dos pequeños.

Pero es con la llegada del mes de noviembre cuando se pone en marcha de verdad su proyecto. Llega también el momento de recoger esta calabaza gigante que servirá para dar una pequeña ayuda a estos dos niños y sus familias. “Con lo que sacamos de esta iniciativa les ayudamos entre todos un poco. No les sirve para financiar sus tratamientos al completo, pero sí es un empujoncito”, explica Elordui en el huerto que tiene junto a Ayoberri Sagardotegia. Allí, una silueta anaranjada y redonda destaca por encima de todo. Es la calabaza que preside un huerto en el que está rodeada de puerros que quedan minimizados ante un fruto de tal tamaño. Pedro la mira y mueve la gran masa naranja. Su forma redonda le facilita trasladarla por el huerto y la experiencia ya le hace valorar cuánto pesará el fruto. “Calculo que pesará unos cien kilos”, asegura Elordui convencido de que “pesa un poco menos que la del año pasado”. Y es que, en 2013 fueron un total de 106 kilos de calabaza que se tradujeron en 1.900 euros de solidaridad.

El listón está muy alto, pero Elordui va a intentar superarlo. Para ello, expondrá desde mañana en su restaurante la gigantesca calabaza y comenzará a vender las rodajas de esta Ruperta que no ofrece un chalet en Benidorm ni un coche, pero que puede ayudar a que dos pequeños luchadores tengan más armas contra sus enfermedades. Cada uno puede dar la voluntad a cambio de una rodaja de calabaza.

La campaña durará alrededor de mes y medio. Ese será el tiempo en el que se venderán rodajas de calabaza para ayudar a Alluitz y Aimar. “Por la experiencia de otros años, puedo decir que colabora gente de Uribe Kosta y alrededores y que, además, son personas de todas las edades y condición”, indica Elordui. Él, en el día a día, ve detalles, gestos de quienes aportan su granito de arena para plantar cara a las enfermedades de estos pequeños. “Es muy emocionante ver como chavales de la cuadrilla de los niños colaboran con lo que pueden. Es realmente bonito”, señala.

conciencia social Pero el valor de campañas como ésta va mucho más allá del montante económico que se recaude para Alluitz y Aimar: el componente de conciencia social acerca de estas dolencias es muy importante. “Esto es mucho más que recaudar dinero para los críos, es dar a conocer sus enfermedades, su problema que, por desgracia, podemos llegar a sufrir cualquiera de nosotros”, profundiza el responsable de Ayoberri Sagardotegia. Dentro de esta campaña, el próximo sábado será una jornada muy importante. Desde las 13.00 horas, estará el grupo Indarra amenizando una comida popular en la que se augura un muy buen ambiente. “Cada uno comerá el tipo de menú que quiera y podrá disfrutar de la actuación de Indarra”, explica Elordui. El grupo ha accedido encantado a colaborar en este evento y amenizar esta fiesta. “En cuanto supieron de la iniciativa, dijeron inmediatamente que sí”, señala el recolector de las calabazas de la esperanza.

Toda esta campaña se culminará el día de Reyes, que será cuando llegue el momento de abrir las huchas y ver en cuánto dinero se ha traducido la solidaridad de la gente con estas dos familias que luchan ante las enfermedades de sus pequeños. “Son muy agradecidos, ha sido un gran placer conocerles y seguiré ayudándoles de la forma que pueda”, reconoce Elordui. Él ha sido el encargado de poner la semilla para dar calabazas a las dolencias de estos dos jóvenes de Uribe Kosta.