Bilbao - Habla de Bilbao con admiración. Su transformación es hoy en día ejemplo en ciudades a las que la desindustrialización ha azotado con virulencia. Bilbao ha sabido conservar su esencia con orgullo, pero con decisión e ilusión ha dado pasos firmas hacia un presente prometedor. Pero, en opinión de Fernando Gallardo, no se debe perder el ritmo. “Lo logrado ha sido mucho, pero lo que queda es tan importante o más”, afirma el escritor, periodista y analista de tendencias turísticas. En 36 años de profesión, Gallardo ha visitado más de 26.000 hoteles de todo el mundo. Desde Nueva York, donde reside, el experto viajará a Bilbao para ofrecer el martes una conferencia en la que reflexionará sobre cuestiones claves en el turismo del futuro. La Asociación de Hotelería, Basquetour, Bizkaiared y Bilbao Turismo&Convention Bureau colaboran en la organización de Design Thinking.

Lleva desde 1978 analizando los cambios del sector turístico. ¡No ha llovido poco desde entonces!

-Ha cambiado mucho. Las ciudades han cambiado porque la mentalidad de los ciudadanos y de los agentes turísticos también lo ha hecho.

¿Recuerda la primera vez que visitó la capital vizcaina?

-Por supuesto. Nada que ver con lo que es ahora. Fue hace muchos años y le aseguro que era la antítesis del turismo. Oscura, negra, gris, deprimente por la influencia que la actividad industrial había dejado... Una ciudad del siglo XIX en el siglo XX. En América hay una ciudad, Detroit, que da pena visitar; está sumida en la miseria. Impresiona. No hay día en que en los medios de comunicación norteamericanos no se hable de cómo recuperar esta urbe y se ponga de ejemplo a Bilbao.

El Guggenheim ha sido uno de los trampolines más importantes para catapultar a la villa hacía una nueva órbita.

-Ha sido un elemento clave. En el año 85 se creó un consorcio turístico y yo era gerente. En las reuniones que teníamos entonces defendíamos la necesidad de crear obras emblemáticas y yo destacaba la importancia de ser ejemplo. Curiosamente los vascos rechazaban esa idea en las reuniones internas.

Pero con el tiempo la idea caló y sí hubo quien vio claro el futuro.

-Así es. El efecto Guggenheim que en el mundo se conoce como el efecto Bilbao ha sido, es y será un ejemplo que otras ciudades del mundo quieren copiar, imitar... Lograr eso no es nada fácil. Que una obra de arte -guste o no guste es otra cosa- sea capaz de suscitar la rebeldía de la población ante lo oscuro, contaminado y la escoria... da mucho ánimo, crea ilusión y lo más importante, otros países y ciudades toman nota, copian y se regeneran.

¿Cómo se ve Bilbao desde el otro lado del charco?

-Como un caso único, como una ciudad que otras muchas en el mundo envidian por el cambio que ha experimentado en tan poco tiempo. Me entusiasma. El cambio ha sido posible porque históricamente ha tenido una mentalidad abierta a las ideas. En la España represiva en la que llevo muchos años que no vivo, debemos reivindicar y tomar como ejemplo el efecto Bilbao. En mi visita a la ciudad lo destacaré.

¿Cómo ve el sector hotelero en la villa?

-La oferta hotelera de Bilbao es heterogénea y variopinta. Hay hoteles que se han desarrollado merced al efecto Guggenheim y hoy son establecimientos con estrella y colocados en el mapamundi turístico. En cambio, hay un montón de hoteles de todavía no se han sumado al efecto Guggenheim y no se han adaptado a la modernidad. Es una ciudad que, a diferencia de otras, no sufre una sobreoferta hotelera. Todos los hoteles deben sumarse al efecto Guggenheim.

¿Bajar los precios para llenar es un error a largo plazo?

-Sin lugar a dudas. Bajar precios reduce las expectativas y eso no es bueno para la ciudad. Muchos de los hoteles que hay en Bilbao deben tener precios más elevados. Al mismo tiempo se debe desarrollar en Bilbao una hotelería low cost que, en mi opinión, todavía es escasa.

¿Qué espera del seminario?

-Espero encontrarme con gente con ganas de mejorar, abierta a ideas... En mi charla hablaré de la importancia que tiene reinventarse y avanzar, porque Bilbao en el turismo debe ser una ciudad del siglo XXI. Lo importante no es ser el mejor, el que mejor camas comida o servicio tiene; lo que más cala en el turista es ofrecer algo diferente. Por ahí va el futuro. Hay que distinguirse por ofrecer lo que otros no hacen. La apertura a nuevas ideas. Bilbao es una ciudad del siglo XXI y debe seguir avanzando como tal.

Ardua labor.

-Lo es. Porque cuando uno llega al primer puesto le llega la depresión, porque el siguiente paso solo puede ser caerse. Hay que cuidar Bilbao y para no caer los agentes turísticos deben trabajar para ser diferentes. Para no caerse hay que volver a resurgir.