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El pintor Ulpiano Carrasco presenta su último trabajo en la galería Bay-Sala

El pintor Ulpiano Carrasco presenta su último trabajo en la galería Bay-Sala

A caballo entre el parte meteorológico -le asustaron las anunciadas nieves del norte...- y los compromisos de su obra (a última hora hubo de viajar a Londres, más al norte todavía...), el pintor Ulpiano Carrasco no hizo ayer acto de presencia en la galería Bay-Sala, donde presentó su último trabajo que, como acostumbra, parece realizado con luces fluorescentes, luces de neón sobre la ciudad (Nueva York por encima de todas las cosas...) y el campo. Se diría que Ulpiano recubre su arte con un chaleco reflectante, como uno de esos conductores que pinchan una rueda en medio de la noche y necesitan justo eso, que les vean bien.

Hizo bien en temer a los rayos y a los truenos el buen Ulpiano, porque Juan Bayón, el padre padrone de la galería que hoy dirige su hija Enara Bayón y que lleva el matasellos de la más antigua en activo de Bilbao, no hacía sino poner el grito en el cielo. “Van a venir tres y vamos a engordar con tanta tortilla”, murmuraba con humor socarrón, humor a la vizcaina, como el bacalao. Y esa impresión dio por momentos, por mucho que Tarde violeta en N. Y., Primavera leñosa, Viña verdejo, Empire State blanco o Consolación con almendros fuesen cuadros de alta escuela. No por nada, el trabajo de Ulpiano se ha visto en los propios Nueva York y Londres y hasta en el mismísimo Hong Kong.

Al cabo la tarde-noche de rayos y centellas no pudo con el corazón de los amantes del arte que desenfundaron la ropa de invierno y salieron de casa, A la cita no faltaron Julio Ortún, Doly Martínez, Pilar Gallego, Idoia Guitérrez, en nombre de DEIA; Justo San Felices, los galeristas Gerardo Montanés y Marisa Zurdo, siempre comprometidos con el arte, Jesús Bernardo, Suso en el mundo del arte; Miguel Arriaga, María Jesús Solaun, el artista italiano Masimilano Tonelli, quien se ha enfangado en el empeño de escribirle una carta de amor a la exposición para entregársela al propio Ulpiano cuando pase por Bilbao; Adita Anton, Juan Iriondo, Ana Mateo, José María Zulaika, Jorge Hernández y un puñadito de nombres más, no muchos porque la incesante lluvia aguaba el plan de media tarde.

La comisaria y crítica de arte Patricia Mir Soria aseguraba en el catálogo que la desbordante fantasía, inventiva y creatividad de Ulpiano le han convertido en un artista “respetado por público y coleccionistas dentro y fuera de nuestras fronteras”. Leyéndola, los presentes se dieron un paseo por el paisaje rural de la Manchuela y por el luminoso Nueva York. Ulpiano estaba en Londres y sonreía, supongo. Pese a que no nevó como temía.