Derio

SON mujeres fuertes. Dulces. Duras. Tiernas. Luchadoras. Sensibles... Son, en definitiva, mujeres valientes que han dedicado su vida a trabajar la tierra, el campo, la que sin duda constituye la raíz de cada uno de los pueblos de Euskal Herria. Txorierri aún conserva un fuerte carácter rural, y en sus baserris hay muchas mujeres que han sido y son piedra angular de un imprescindible sector primario. El pasado 15 de octubre se celebró el Día Internacional de las Mujeres Rurales, y en ese contexto, el Ayuntamiento de Derio quiso rendir homenaje a las baserritarras del municipio, mujeres que han dedicado su trayectoria vital a la dura vida del caserío, la huerta y el cuidado del ganado. La cita fue en Kultur Birika y al acto acudieron en torno a sesenta baserritarras que vivieron con emoción este homenaje, este reconocimiento a su labor. El evento se desarrolló en el enorme atrio de este centro cultural, donde precisamente se encuentran expuestas hasta el 30 de octubre setenta fotografías antiguas y actuales de mujeres dedicadas al mundo rural en el municipio, imágenes que han sido aportadas por las propias baserritarras.

Fue la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Derio, Maite Bolumburu, quien animó a estas mujeres a brindar fotografías para que pasaran a integrarse en esta exposición, y quien se ocupó de hacer la recolección de las instantáneas. Así pues, las baserritarras que fueron homenajeadas ese día, repasaron emocionadas esta importante recopilación fotográfica en la que reconocieron a muchas amigas y compañeras. "La exposición y el homenaje han tenido un éxito tremendo. La gente estaba muy contenta y emocionada", explica Bolumburu. "Agradecían que nos hayamos acordado de ellas, pero sin su colaboración todo esto no hubiera sido posible", destacó.

El acto comenzó con un saludo a los presentes del alcalde de Derio, Lander Aiarza, seguido de una lectura de Bolumburu, que puso en valor la lucha en el campo de estas mujeres y que explicó cómo había sido todo el proceso de recopilación de fotografías. Luego se hizo entrega a cada una de las baserritarras de una lámina realizada por una artista deriotarra, Saioa Aresti, que iba personalizada con el nombre de cada una de las receptoras. Después, todas pudieron disfrutar de un lunch. "Tuvieron ocasión de charlar entre ellas, porque muchas hacía tiempo que no se veían y se emocionaron repasando las fotos", explica Bolumburu.

Cada una de estas mujeres tiene una historia de vida que contar. Mil y un anécdotas y pasajes que ponen negro sobre blanco lo que supone el trabajo en el campo, en el baserri. Allí estaba, por ejemplo, Begoña Hormaetxe, del caserío Tabernabarri. "El caserío es muy duro", resalta esta mujer valiente, que con apenas 12 años ya sabía ordeñar las vacas a mano y subía al monte para llevar la comida a los hombres de la casa que estaban allí trabajando. Begoña desde joven ha trabajado en firme con sus padres y su hermano, en la huerta y cuidando las 25 cabezas de ganado que llegaron a tener. Maíz, alubias, trigo, frutales, berzas... Todos estos productos daba su huerta gracias a la concienzuda labor de esta familia. "Desde los doce años iba con mi padre al mercado de La Ribera a llevar la vendeja, hasta que él consideró que estaba lo suficientemente fuerte como para ir sola", explica. Mientras, su ama iba a vender la leche por los pisos. Hoy Begoña conserva huerta en el baserri, donde cultiva alubias, vainas, pimientos y puerros. "En el homenaje del otro día me emocioné mucho", confiesa. "Cuando subí a por el premio por poco lloro", asegura.

En tren y en furgoneta Hilari Petralanda es otra deriotarra que ha dedicado su vida al baserri. Aprendió a coser, y tras casarse, ella y su marido centraron su labor en la huerta de su caserío, Agirregoiko. Las hortalizas, sobre todo las acelgas, engalanaban sus tierras, y también tenían ganado. Hilari es una mujer fuerte, que acudía con la vendeja al mercado de La Ribera en tren. Pero un día se decidió a sacar el carnet de conducir y acudía a Bilbao cada día al volante de una furgoneta Citröen. "Con el caserío he criado a mis hijos, pero para ellos quería otra cosa. Esto es muy duro", asegura. Hilari tiene una de esas risas contagiosas, alegres, y la deja fluir con franqueza cuando recuerda el homenaje que se les rindió en Kultur Birika. "Estuvo muy bien", enfatiza. "Ya hacía falta que alguien se diera cuenta de que somos algo", añade riendo.

Carmen Arriortua es otra de las baserritarras que recibió este homenaje. Del caserío Zubiaurretxe, Carmen ha trabajado desde muy jovencita en la huerta. Maíz, alubias, tomates, frutales... Son algunos de los frutos que brindaban las tierras de este baserri en el que también trabajaban con ganado. Carmen tenía que ocuparse de las vacas antes de ir a la escuela, y desde los 16 a los 25 años, iba con el burrito por Santo Domingo a repartir leche por los hogares bilbainos. Carmen asegura que el homenaje de Kultur Birika fue "muy divertido" y narra cómo tuvo ocasión de charlar con amigas que hacía tiempo que no veía.