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Arroz a la cubana

Arroz a la cubana

Puestos a la tremenda, habrá que escucharle al poeta griego Sófocles cuando dijo aquello de "me preguntas si debes o no casarte; de cualquier cosa que hagas te arrepentirás". No siempre se cumple el agorero vaticinio. Incluso hay bodas de disparate con final feliz (divertido, cuanto menos...) como la que organizan, día tras día, en el Teatro Arriaga los integrantes del grupo catalán La Cubana con el espectáculo Campanadas de boda que corre el riesgo de ser retenido por la ciudad a la fuerza. Es tal el descojone, con perdón, tal el despendole que provocan, que el público, harto de pesares, abarrota el patio de butacas una y otra vez. Llevan entre nosotros desde el 15 de agosto y seguirán hasta el 15 de septiembre. Si les dejan irse, que costará. La gigantesca tarta de boda de cartón piedra y los arreglos florales (recuerdan, dicho sea con sorna, a las coronas fúnebres...) decoran la entrada del teatro de tal modo que incluso los turistas se inmortalizan ante ese telón de fondo.

El vodevil, que tira con cerbatana jíbara contra el gran teatro de los bodorrios reales, se cuenta rápido. La familia Rius regenta una de las floristerías más conocidas de Bilbao por tener las puertas abiertas del negocio las 24 horas del día. La regenta Margarita y Hortensia Rius, cuya hija, Violeta, llega y anuncia que se casa con Vickram Sodhi, un actor de Bollywood que conoció en el teatro. Hasta ahí puede leerse, puesto que lo que ocurre entretanto es un puro disparate. Tan alegre que, tratándose de bodas y de la célebre compañía catalana, cabe el chiste fácil, con perdón, de hablar de una pieza suculenta para el pueblo: una lluvia de arroz a la cubana.

De semejante manjar disfrutaron ayer el actor Ramón Barea, Idoia Elezkano, las hermanas Begoña, Elene e Itziar Remiro; Laura García, Ibon Díez, Erika Fernández, Bartolomé Ortega, Rosa Mari Liquete, Amaia Aldazabal, María Villoslada, Juan Urien, Amparo de Bran, Itziar Ladislao, Arnaitz Bilbao, María José Arnaiz, Amaia Dueñas, Janiere Akasuso, Consuelo González del Hierro, Daniela Bitrón, Joaquina González y una extraña pareja: Itziar Martínez y Ander Gorostiaga. Ambos, recién casados, venían dispuestos a jugar a los siete errores, comparando su boda, en agosto, con lo que iban a presenciar esa tarde. Si la comparación resistió, aquel debió ser un convite inolvidable.

Enredados en esa vorágine Carlos del Saz, el cocinero Iñigo Ordorika, Neskutz Aranzabal, Carlos del Saz, Begoña Iturriaga, Rebeca Tamayo, Matxalen Ballesteros, Galder Zubizarreta, Óscar Gil, Nekane Odriozola, Ibon Satrustegi, Miguel Ángel García, quien acudió con sus hijos Iñigo y Saioa, Arturo Maqueda, Iker Martínez, Urbano García, Julen Gutiérrez, Sagrario Hernández y un sinfín de seguidores de una compañía que mantiene en lo más alto el buen nombre que predica en Bilbao desde que allá, en los tiempos de maricastaña, aterrizó en la villa con aquel Cómeme el coco, negro, que tanta fama hizo.

Reírse. Reírse siempre. Reírse incluso hoy.