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De los viejos pelucones al diseño sensible

De los viejos pelucones al diseño sensiblefoto: Zigor alkorta

El dibujo más famoso de la historia en el que se recrea una figura humana no pertenece a Coco Chanel, ni a Valentino, Gaultier, Armani o cualquier otro de los grandes del diseño. Es más, el hombre que aparece está desnudo. les hablo del Hombre de Vitruvio, aquel famoso dibujo acompañado de notas anatómicas de Leonardo da Vinci realizado alrededor del año 1490 en uno de sus diarios. Y, sin embargo, nadie decidió pasearse por la calle como Dios le trajo al mundo con los brazos en cruz. Así que queda claro que el diseño y la moda no cabalgan juntos.

Y eso que moda y diseño son casi coetáneos. No en vano, las fuentes se remontan al siglo XIV. Durante cientos de años fueron los monarcas y los nobles quienes marcaron su paso. Sin embargo, el primer gran ejemplo aparece en el siglo XVII, cuando Luis XIII, rey de Francia, decidió ocultar su calvicie con un pelucón. Al poco tiempo, los nobles europeos comenzaron a afeitarse la cabeza y seguir su ejemplo, imponiendo un estilo que duró más de una década. Siglos después, ya en el siglo XIX, las revistas femeninas comenzaron a promocionar las nuevas tendencias e incluso a ofrecer patrones para que las mujeres pudieran confeccionarse su propia ropa. Con la llegada del siglo XX y la popularidad del cine y la televisión, las estrellas de la pantalla se convirtieron en ídolos internacionales y empezaron a imponer otra moda, más lujosa, casi inalcanzable y hoy el negocio goza de una salud envidiable.

Sin embargo, avanza gente que aún cree en el trabajo creativo, más allá de las tendencias. Uno de esos ejemplos es Beatriz M. Gabriel, una diseñadora de moda que ayer decidió evocar el viejo universo parisién en la calle Fernández del Campo, a la altura de su desembocadura en Hurtado de Amezaga, donde acaba de abrir local. El pasillo recuerda a un atelier de los felices años 20, con las paredes estampadas de dibujos silueteados, con explicaciones de sus creaciones escritas por la creadora de su puño y letra. Al fondo del local, un probador recrea una atmósfera íntima con espejos y en la planta alta de la tienda hierve el taller, allá donde los sueños y las ideas se manufacturan. No en vano Beatriz diseña, crea el patronaje, corta y confecciona. Todo nace de un local íntimo que merece la pena visitar.

Ayer lo hicieron los primeros: amigos, familia y clientela fiel. Entre ellos se encontraba Iñaki Gómez Íñiguez, Naroa González, Carmen Thate, quien junto a su hermano Enrique Thate dio de comer al hambriento y de beber al sediento en cumplimiento de las obras de misericordia cristianas (Beatriz cumplió con otra: vestir al desnudo...); Arantza Ruiz, quien recurrió al arte del ikebana para decorar el local con hermosos adornos vegetables; Ainhoa Meléndez, María Iglesias, Carolina Gutiérrez, Idoia Sánchez, Pablo Ruiz de Azua, Leire Ureta, Sonia Amo, Ohiane Mentxaka, Alfredo Thate, junto a los pequeños Lukas y Naroa Thate, Cristina Palacios, el Trío Calavera compuesto por María Isabel Gordejuela, Mari Carmen Orbegozo y Conchi García, que decidieron avituallarse en el cóctel por aquello de la vecindad -viven en la misma calle y se encontraron con la apertura camino a casa: ¡cómo desaprovechar la ocasión!-; Carlos Agirre, Miren Manterola, Javier Iturriaga, Alazne Muguruza y un buen puñado de gente que se sumó al brindis de apertura. Ha comenzado con buen pie Beatriz en el barrio: ganándose el estómago de sus vecinos.

Y, sin embargo, lo importante de la tarde era el trabajo de Beatriz. Primero, su valentía por apostar a ganador en tiempos de caballos perdedores y después por su sensibilidad a la hora del diseño. No en vano, las creaciones fueron elogiadas por todas las presentes: ropa elegante en los percheros y los maniquíes y un traje de novia como telón de fondo que cautivó a los presentes. Beatriz arranca y hay que desearle buena travesía.