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La felicidad y la mala uva de Matthew, poeta

EL Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia distingue la defensa de la Sanidad Pública en la figura de Paulino Cubero

La felicidad y la mala uva de Matthew, poetafoto: José Mari Martínez

Fue todo un visionario. Les hablo del clásico, del clarividente Miguel de Cervantes que puso en boca de Don Quijote una definición del médico que hoy suscriben los más sesudos tratados. "Este tal doctor dice él mismo de sí mismo, que él no cura las enfermedades cuando las hay, sino que las previene para que no vengan. Y las medicinas que usa son dieta y más dieta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuese mayor mal la flaqueza que la calentura...". Hablaba el sabio Miguel con un punto de desdén y mofa: hoy sus palabras son mano de santo en los manuales de gestión de la medicina moderna.

Valga este preámbulo como puerta de entrada a la ceremonia con la que ayer se celebró la entrega del II Premio Colegio de Médicos de Bizkaia al Compromiso con la Salud, galardón que ha recaído en el Movimiento en Defensa de la Sanidad Pública Española. Debido a que es un movimiento formado por diversas organizaciones que trabajan en red, sin que ninguna pueda atribuirse el liderazgo del mismo, el Colegio ha optado por personalizarlo en la figura de la Plataforma de Equipos Directivos de Centros de Salud de Madrid, en cuyo nombre acudió a recoger la distinción Paulino Cubero, uno de los portavoces de esa iniciativa que ha presentado en Madrid una dimisión colectiva que aúna, al menos, a 115 directores médicos, 112 de enfermería y 98 del área de administración. Todos ellos, en armas contra la privatización de la Sanidad.

El consejero de Sanidad del Gobierno vasco, Jon Darpón, ayer presente en la cita, ya ha dejado claro que en Euskadi no hay intención alguna privatizadora. Así se lo ha hecho saber a los representantes de la comunidad médica. El presidente del Colegio Oficial de Médicos Bizkaia, Cosme Naveda, agradeció esa postura "que alegra y tranquiliza" en el marco de una ceremonia de acento reivindicativo y nostálgico. No por nada, la gala, amenizada en sus comienzos por el espectáculo Olimplaff de la compañía Yllana, una obra donde tres atletas compiten en unas olimpiadas muy especiales, donde se hace uso de todo tipo de tretas y artimañas para llegar al podio, sirvió también como plataforma para un merecido homenaje a los facultativos que se han jubilado en 2012.

Entre ellos se encontraban Fernando Astorqui, Juan Andrés Bilbao, José Antonio Bikandi, Marco Antonio Campo Ros, José Luis Cobanera, José Ramón Estadella, Gonzalo González, Ángel Gorostidi, que fuera médico del Athletic durante años; Eugenio Marbán, Cipriano Martín, Pedro Ortiz, Luis Pombo, Eva Rodríguez, Manuel Roldán, Rosa María Sevilla, Emilio de la Sierra, Adolfs Valls, Juanjo Vilanova, Gerardo Virumbrales y Fernando Zabalburu. Todos ellos sumaron, al aprecio de sus pacientes y la admiración de sus colegas, una insignia colegial que llevarse al pecho.

Ninguno de ellos se merece el epitafio del poeta y diplomático Matthew Prior que dejó escrito para su lápida una frase maligna, inyectada de mala uva. Esa que dice Curado ayer de mi enfermedad, fallecí anoche de mi médico. Ni ellos ni los presentes en la ceremonia, desde el hombre que moldea el futuro de la profesión, Agustín Martínez Ibargüen, desde el decanato de la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV/EHU, hasta el presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, Juan Goiria, pasando por el director de Osakidetza, Jon Etxeberria; Mariano Gómez, concejal de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao;la presidenta del Colegio de Enfermería de Bizkaia, María José García Etxaniz; Jacinto Bátiz, hombre versado en el noble arte de los cuidados paliativos, allá en el hospital San Juan de Dios; José María Beltrán de Heredia, Itziar Mendicute, Joseba Atxutegi, Juan Gondra; el presidente del Colegio de Ópticos, Iñaki Elías, Manu Garro, Joseba Asolo, la presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Bizkaia, Virginia Cortina o Elena Castiella, entre otros.

Creo recordar que fue Gabriel García Márquez, quien hoy vive en una de esas fantasías que recreó de manera tan hermosa, quien dijo que no hay medicina que cure lo que no cura la felicidad. Lo hizo, si no me falla la memoria, en su novela Del amor y otros demonios. Ayer buena parte de los hombres y mujeres de la Sanidad vasca presentes en el Palacio Euskalduna, donde Jon Ortuzar mantiene su gobierno, parecían felices. ¿Querrá decir eso que son buenos en su oficio...? Hay que pensar que sí.