ondarroa
fUE un 28 de septiembre de 1327 cuando María Díaz de Haro reconoció a Ondarroa con el rango de villa y por eso, ayer, con motivo del 685 aniversario de esa fecha, los ondarrutarras se pusieron en la piel de sus antepasados de esa época y salieron a la calle a disfrutar de una feria medieval que celebran con fervor cada cuatro años. Cientos de personas disfrutaron de la primera jornada de fiesta -que tendrá su continuidad a lo largo de toda la mañana de hoy- con innumerables espectáculos y ofertas gastronómicas en los que la característica más destacada fue que eran los propios vecinos de la villa costera los protagonistas de casi todas ellas.
El personaje Gartxot dio la bienvenida a los asistentes a la feria antes de ser atacado vilmente y sus restos trasladados por aurreskularis medievales. Su salutación aludiendo a no olvidar la historia de los ondarrutarras ya había calado hondo, puesto que las calles estaban repletas de puestos de venta y artesanía en los que, como no podía ser de otra manera, el sabor marinero era destacado. Varios integrantes de Euskal Bateleruek se esforzaban en armar una txalupa ballenera de 4,5 metros de eslora mientras, a su lado, varias sareginak remendaban las redes que los arrantzales usaban para sus capturas. "Esto se ha hecho siempre así; ahora hay máquinas para todo pero coser las redes se sigue haciendo como entonces", aseguraba Trini.
La conversación entre las campanas de la ermita de la Antigua y la iglesia de Andra Mari, junto con los cantos gregorianos por la parte vieja ondarrutarra desprendían el ambiente religioso de aquellos oscuros años de la Historia, aunque los bailes medievales de Dantzarte, interpretados por 65 jóvenes de la localidad, alegraron las almas de quienes refrescaban el gaznate combinando las clásicas jarras de barro con vino con extemporáneos vermuts del aperitivo. "Son danzas de la tierra, de la cosecha… hemos adaptado dos bailes populares y creado una pieza de ballet para la ocasión", narraron las ideólogas del espectáculo, Maitane y Eva.
Mientras tanto, las estrechas callejuelas de pescadores, como Kaleandi, Kantoipe o la clásica Iparkale -la única que conserva su nombre desde 1514, según mostraban orgullosos sus vecinos a través de un mural-, se habían convertido en zocos de gremios artesanos, como alfareros, herreros, joyeros o canteros, con los propios ondarrutarras ejerciendo dichos papeles.
A crear el ambiente propicio contribuyeron los voluntarios y vecinos que engalanaron calles, fachadas y negocios como si del siglo XII se tratase. Espectaculares estandartes y pendones se combinaban con otras decoraciones más rústicas que sufrieron las inclemencias meteorológicas de la noche anterior y que tuvieron que ser convenientemente reparadas para poder lucir merced a la tregua que dieron las nubes.
La jornada se cerró con el espectáculo teatral Herensugea eta Azken lehorreratzea, en el que eventuales actores de la localidad, bajo la dirección del grupo Allarte, rememoraron de manera muy visual tanto la fundación de la villa como la conquista de Nafarroa hace quinientos años. "La idea va en la misma línea mostrada en el pregón, de no olvidar nuestra historia", interpretó uno de los organizadores de la cita, Gotzon Iparragirre.
Cierre hoy La Feria Medieval continuará durante la mañana de hoy con algunas de las actividades de ayer, a las que se sumarán dos representaciones de teatro callejero, El caballero y su escudero y Los pordioseros, que permitirán prolongar el buen ambiente vivido ayer en las calles de la noble villa. Un pasacalle con todos los participantes y la canción del Arrain Andia cerrarán un completo programa hasta la próxima edición, en la que Ondarroa tendrá cuatro años más de historia pero seguirá teniendo el mismo punto de partida que nunca olvidan sus habitantes.