Todos los caminos llevan a Begoña
Cientos de vizcainos peregrinan a pie desde sus municipios hasta la basílica para oír la primera misa de las cuatro de la mañana en honor a la Amatxu DEIA acompaña a un grupo desde Igorre
BILBAO. Noche cálida y de peregrinación.En la oscuridad y provistosde lo esencial para iniciar un caminoa pie, cientos de personas partieronla noche del martes desde diferentespueblos de Bizkaia con unpunto de encuentro: la basílica deBegoña.Uncielo estrellado guió a loscentenares de caminantes en su particularperiplo. Desde Durangaldea,Kostaldea, Enkarterri, Arratia... porcarreteras, montes y vías secundarías...todos los caminos llevan a labasílica de Begoña.
“Es emocionante ver cómo vienena pie gente mayor y niños”, explicaYolanda, que lleva tres años sumándosea este recorrido desde Basauri.No hay distancia que se resista anteuna costumbre milenaria de la queapenas se conocen detalles del porquédio comienzo y a la que cada añose suman más y más personas.
DEIAformóayer parte de esa peregrinación,de ese largo e intensocamino que guarda anécdotas, cánticos,calambres en las piernas y largasconversaciones que hacen másameno el andar.
Rosi llevaba años pensando ensumarse a esta aventura. “Pero nuncame terminaba de decidir”, cuenta.“Me daba miedo no llegar”, reconoce.Sin embargo, el martes por lanoche, animada por su maridoManolo y su amiga Sonia, se calzósus zapatillas deportivas, cogió unbastón y llenó la mochila de chocolatepara salir desde Igorre. La horaprevista de salida: las 22.30 horas.“Si todo va según lo previsto, paralas dos y media estaremos en la basílica”,calcula Sonia, una veteranacon ocho peregrinaciones consecutivas.“Yo sí soy creyente, peromucha gente lo hace porque es muyemocionante”, comenta.
Por delante les quedan 20 kilómetros,más de tres horas de camino ymuchos pueblos que atravesar. Uncafé antes de partir... e inician la marcha.Consciente de la dificultad,Rosise lo ha tomado como un reto personal.Por la N-240 caminan haciaLemoa a un ritmo difícil de seguir.Es la propia Rosi quien marca elpaso. “¡Jolín con la que tenía miedoa venir!”, refunfuña Manolo tocandosu rodilla resentida.Y apunta irónico:“El que no sé si va a llegar voy aser yo”.
Ninguno de los tres se ha planteadola posibilidad de abandonar.“¿Qué tal vais?”, pregunta Rosi sinparar ni siquiera para mirar atrás.“Hay un grupo grande por delante,vamos a adelantarles”, dice entrerisas como si se tratase de una carrera.“¡Oye que la Virgen no se va amover de ahí!, ¿eh? Ella nos esperaráigual”, insiste Manolo. Pero Rosisigue a paso ligero; mientras Soniay Manolo mantienen por detrás elpulso, tirando adelante como pueden,aunque aprovechando tambiénpara seguir protestando: “¡Que estono son las Olimpiadas!”.
LO MÁS DURO Tras atravesar BediayUsansolo, apenas les quedaunkilómetroy medio para llegar a Galdakao...y son las 00.30 horas. “Apartirde aquí se va hacermásduro, porqueya estás cansada”, dice Sonia. Sinembargo, a Rosi no parece que elcomentario le desanime. “Yo he pilladoel ritmo y así hasta el final”, continúa.En la margen izquierda de lavía empiezan a asomarse cada vezmás peregrinos que, desde diferenteszonas del territorio, se vansumando a la larga fila de caminantes,construyendo una cola reflectante(llevan chalecos) a lo largo delarcén. Emociones a flor de piel enuna noche de encuentros, de fiesta,de plegarias, velas encendidas, sudory más de una lágrima. Es la noche delos peregrinos de la Amatxu de Begoña.
“Llevo veinte años y no he faltadonunca. Vengo andando desde Arrigorriaga;lamayoría de los años solo,con la compañía de una pequeñaradio”, cuenta Andrés, vestido consu camiseta del Athletic. Endika y suamigo Erik no hicieron la peregrinaciónandando, sino corriendo. Llegarona la basílica en dos horas desde Igorre. “Para las dos, ya estábamos enBilbao”, cuentan los dos jóvenesde 19 años. Algunos andando,otros corriendo, y otros en coche. “Loimportante es la intención”, explicaJosé Ángel, de Galdakao.
La meta está cada vez más cerca.Caras conocidas y rostros de cansancio.“¿Adónde vais a ese ritmo?El año pasado nos ganasteis en estemismo punto y este también. Nosvemosen la basílica”, comenta al tríode Igorre un conocido del pueblo.
1.30 horas en la recta de Etxebarri.“Esto está chupado. ¿Comemos uncachito de chocolate?”, preguntaRosi, que no muestra ninguna intenciónde hacer un descanso ni de dartregua a su marido que la sigue atónitoy, ahora sí, con una pronunciadacojera. “Ya verás mañana. A verquién me mueve de la cama”, dicecon una risa de sufrimiento. Ya noqueda nada; bueno, solo cuatro kilómetros.“Para mí, lo más duro es lasubida por la avenida de Zumalakarregi.Queda el último esfuerzo.Estoy muy bien, feliz”, dice satisfechaSonia.
Una procesión llena la acera desubida a la basílica, cientos de chalecosreflectantes iluminan el camino.“¡Qué de gente!”, comentan Rosi,Manolo y Sonia.25 grados. Una temperatura idealpara caminar. “¿Qué hora es?”, pregunta Rosi.“Las dos y cuarto”.Enelcamino se cruzan con una familiaque no para de cantar. Son de Laudio.
Después de realizar el recorrido,aún les quedan fuerzas para afinarla voz. “Lo pasamos bien”, dice unade las jóvenes del grupo. Jose Mari ysus dos hijas, Rakel y Maider, partieronde su pueblo a las diez de lamañana. “Venimos todo el caminode fiesta, porque este día es eso, undía de fiesta”, cuenta el aita. “Yo llevodesde los catorce años haciendoesto y tengo 55”, explica.
02.30 horas. El cansancio empiezaa hacer mella.Las escaleras traserasde la basílica se asoman.Rosi,Manoloy Sonia empiezan a subir por lasempinadas escalinatas. “¡Madre,cómocuesta!”, dicen. La sonrisa y lascaras de satisfacción comienzan aaflorar en estos tres peregrinos.Fotode rigor en el acceso principal al temploy visita a la Amatxu. A las tres dela madrugada no había ni un huecolibre para escuchar sentado la primeramisa de las cuatro. Fuera, enlos alrededores, gente comprandolotería, rosquillas y comiendo talocon chorizo. Algunos por devoción,otros por obligación, por promesas osimplemente por tradición familiar,los vizcainos han vuelto a cumplircon la Amatxu. Después de la caminatanocturna toca regresar a casa,con satisfacción por lo conseguido ycon ganas de regresar el año que viene.
“Por supuesto que lo volveréhacer y le encenderé una vela paraque me ayude”, concluye Rosi a laque, ya en frío, le empiezan a dolerlos dedos de los pies.
LA CRISIS, TEMA CENTRAL Rosi fueuna de las miles de fieles que se congregaronen torno al templo durantetoda la jornada de ayer.La llegadade la Corporación municipal marcóel perfil institucional de la mañanaantes de la misa mayor. Maceros,txistularis y municipales de gala precedierona los ediles delPNVy el PP,con el alcalde Azkuna a la cabeza,que no paraba de recibir saludos.Todos accedieron por la puerta de lasacristía a un templo donde no cabíauna alfiler y el calor era insoportable.Azkuna se mimetizó con lasdecenas de fieles que utilizaban suabanico antes de empezar la misamásgrande del año en la basílica. Lacrisis económica y de valores humanosfue la columna vertebral tantode la homilía del obispo de Bilbao,Mario Iceta, como de las declaracionesdel alcalde Azkuna. El primeredil auguró un próximo año “tremendo”en lo económico, lo querequerirá que los políticos y la sociedadvasca en general “tengamos quehacer muchos esfuerzos y muchossacrificios”. El alcalde Azkuna pidiódurante la eucaristía el auxilio de laVirgen para que ayude “a esas clasessociales que están al borde del abismoyla desesperación”.Ya fuera deltemplo aseguró que “ante la que senos avecina en 2013 va a hacer faltagente de hierro y de acero paraaguantar la que nos viene”.
El obispo tuvo palabras para quienespadecen la recesión: desde losparados a desahuciados e inmigrantes.El cabeza de la Iglesia vizcainaincidió en que hay que mantener laprotección social y, hablando derecortes y reformas, instó a no abandonarese objetivo. Para ello, Icetareclamóuna “fiscalidad justa, la persecucióndel fraude fiscal y la gestiónhonesta y transparente de los recursospúblicos”.