Bilbao

ALBA tiene un perro que se llama Frodo. Es adoptado. Lo mismo que el cocker que tuvo cuando vivía con sus padres. Pero Frodo es diferente. Es un galgo que fue abandonado en el campo por desaprensivos cazadores que desechan a los que no les sirven. Alba siempre ha tenido una sensibilidad especial por los animales, sobre todo por los abandonados. Por eso, en cuanto se enteró de que existía una asociación que acogía y promovía la adopción de galgos, se unió al proyecto. Hoy en día participa activamente en Galgo Leku, una asociación que ha conseguido recuperar y dar en adopción 300 galgos en dos años. Actualmente tienen 40 en lista de espera, que viven en casas de acogida de particulares, paso previo para ser adoptados. Alba, además de ser una de las portavoces de la asociación, predica con el ejemplo. Adoptó a Frodo y confiesa que no se arrepiente porque el galgo es un perro "supercariñoso". "Es el gran desconocido", dice.

con historia La problemática del galgo en el Estado español no es nueva. Cada año son abandonados más de 50.000 ejemplares, sobre todo en las dehesas castellanas y manchegas. Los que sobreviven al maltrato llegan a manos de asociaciones como Galgo Leku, que se encargan de buscar familias que quieran adoptarlos. "Es una forma ética de tener un animal de compañía", señala Alba. Precisamente, para potenciar la adopción, Galgo Leku se han sumado a la campaña que ha promovido el Pacma, el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal. Una campaña que se inició ayer, sábado, en Bilbao, con el reparto de folletos informativos en la plaza Circular. La misma escena se repetirá al menos durante todos los sábados de este mes de marzo.

El proceso de recogida de los galgos abandonados se inicia con la llamada de los compañeros de la asociación desde los "puntos negros" que hay en España. "Tenemos contactos en Zaragoza, Toledo, Madrid y Valladolid", señala Alba, "que nos avisan cuando hay un animal abandonado". Lo primero que hacen es someterlo a un riguroso chequeo médico antes de que sean trasladados a una casa de acogida. "La mayoría de las veces el animal suele llegar en unas condiciones horribles, con patas rotas y cosas más graves", comenta la portavoz de Galgo Leku. Tras curarlo, buscan un hogar donde pueda aclimatarse a la vida social y urbana, antes de ser adoptados. "Hay que tener en cuenta", dice Alba, "que muchos perros han estado viviendo encerrados en zulos, tienen muchos miedos, no saben lo que es el ruido de un autobús ni cómo subir unas escaleras o meterse en un ascensor".

Una vez que están recuperados a nivel físico y psicológico, y preparados para vivir en sociedad, entran en la lista de espera de adopción. En muchos de los casos, como el de la propia Alba, las personas que acogen temporalmente al perro acaban adoptándolo. Y enamorándose de él. Porque, según Alba, el galgo es un perro "supercariñoso". "La gente concibe el galgo", prosigue, "como un animal de correr y realmente es un perro muy tranquilo que duerme 16 horas al día". ¿Está preparado para vivir en un piso?, le preguntamos. "Sí, sin ninguna duda", contesta con rotundidad. "Hay que sacarlo a la calle como otros perros; lo ideal es tres o cuatro veces al día, y si van al monte o la playa y corren, mejor, son más felices, pero si no, no pasa nada". Alba y su compañero suelen llevar a Frodo al monte y a la nieve, y reconoce que es "una gozada verlo correr". Y en casa se comporta muy bien porque los galgos "son muy dóciles, no ladran y no buscan la pelea con otros perros porque no son dominantes, como otros machos".

Coste La asociación Galgo Leku tiene actualmente 40 perros en casas de acogida dispuestos para ser adoptados. "Los tenemos distribuidos por toda España, pero sobre todo en el País Vasco", señala Alba. La adopción del animal no es gratis porque todo el proceso de acomodación tiene unos costes. "Nosotros no tenemos ninguna ayuda oficial, por eso pedimos un donativo de 200 euros". Con ese dinero intentan cubrir el protocolo veterinario y mantener viva la asociación "para seguir ayudando y sacando animales de esas situaciones tan terribles de maltrato".

Gracias al trabajo que están haciendo asociaciones como Galgo Leku cada vez se ven más perros de esta raza por las calles y plazas de localidades vizcainas. "Hasta hace poco no era muy normal ver galgos, porque aquí, en Euskadi, no se caza con galgos", explica Alba. El problema del abandono de estos perros se produce fundamentalmente en zonas de Castilla, Extremadura y Andalucía. "Allí funciona la caza con galgo y si una persona tiene 20 o 30 ejemplares y solo le cazan uno o dos, el resto son desechados, y como no hay sitio para desecharlos, los abandonan o lo que es peor, los cuelgan, de acuerdo con un ritual de los cazadores". Ese maltrato animal es lo que le conciencia a Alba para involucrarse en la asociación.