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"El mejillón cebra es un desastre ecológico"

El mejillón cebra ha llegado a Bizkaia y las consecuencias pueden llegar a ser daños irrecuperables, no solo ecológicos sino también socioeconómicos. Este molusco de color gris oscuro, procedente del mar Caspio, ha colonizado incluso los Grandes Lagos de Estados Unidos

"El mejillón cebra es un desastre ecológico"Foto: Ramón Álvarez

Bilbao. Es una especie muy resistente, oportunista y se le conoce como el invasor perfecto. Puede vivir a temperaturas de 0 grados o a más de 30. Imparable y, lo peor de todo, ha llegado al embalse vizcaino de Undurraga, en Zeanuri. "Sus peores efectos no se van a producir hasta dentro de un par de años, pero cuando hay que actuar es ahora", recomienda el experto Ramón Álvarez Halcón, que admite que es casi imposible evitar su propagación.

¿Qué es el mejillón cebra?

Es un molusco bivalvo, muy similar a los marinos. Tiene un tamaño menor, de entre 3 y 4 centímetros, color gris oscuro y unas bandas que son las que le dan el nombre. Es originario de una zona del mar Caspio pero se ha ido extendiendo por las cuencas europeas e incluso ha llegado a Estados Unidos, donde ha colonizado los Grandes Lagos.

¿A qué se debe la alarma que ha provocado?

El mejillón cebra provoca dos tipos de daños: ecológicos y socioeconómicos. Por una parte, filtran grandes cantidades de agua, eliminando sus nutrientes y amenazando a otras especies autóctonas al dejarlas sin alimento. Como se acumulan millones y millones de mejillones, llegan a clarificar el agua, lo que hace que los rayos del sol lleguen hasta el fondo de los ríos y se generen muchas algas. Esas algas, a su vez, propician la aparición de insectos molestos, como la mosca negra. Hay una cadena de alteración en todo el ecosistema. Es un desastre ecológico.

¿Y en el aspecto socioeconómico?

El mejillón cebra obstruye las rejillas y conducciones de cualquier tipo de infraestructura que tenga relación con el agua, como acequias, regadíos, centrales hidroeléctricas e incluso nucleares; hay un problema muy grave en la central de Ascó y Garoña. Todo ello genera un gasto de millones de euros.

¿Tan rápido prolifera?

Sí. Llegan hasta los 100.000 ejemplares por metro cuadrado. En una piedra grande por ejemplo, en el primer momento que logran fijarse hay muy pocos mejillones, 20 ejemplares o incluso menos en un metro cuadrado. Cuando se vuelve a reproducir, y lo hacen dos veces al año, la roca se tapiza ya casi por completo. Al año siguiente, el tapiz es total y va formando capas, una encima de otra. Así es como obstruye las rejillas y las tuberías, de manera concéntrica, hasta que obstruye el flujo. Es cuestión de años; ahora se han detectado unos pocos y sus peores efectos no se van a producir hasta dentro de un par de años. Pero cuando hay que actuar es ahora.

¿Cómo se extiende?

Hay varios mecanismos: a través de las larvas por el flujo del río, por el agua que queda en la maquinaria, adheridos a las embarcaciones fluviales, a través de los trasvases... Se expande rapidísimo. Además, una vez se introducen en una cuenca, es prácticamente imparable.

¿No tiene problemas de adaptación?

Es una especie muy resistente; oportunista y se dice de él que es el invasor perfecto. Como especie invasora lo tiene todo. Puede vivir con temperaturas de 0 a más de 30º C y con distintos grados de salinidad; incluso en aguas salobres, como las rías gallegas, podría sobrevivir. El clima de España le favorece muchísimo; los ejemplares son mayores y se reproduce mucho más que en otros sitios.

Ha llegado hasta Bizkaia, donde se han detectado los primeros ejemplares en el embalse de Undurraga.

Ese embalse está conectado con el de Ullibarri-Ganboa, donde ya se detectaron ejemplares en 2008, por lo que ha podido ser por esa transferencia de agua. De todas formas, se necesita una investigación para confirmarlo. Se tiene que investigar a fondo de dónde llegó, porque ese foco hay que controlarlo; si no se corta, seguirá entrando más. Y es solo cuestión de tiempo que llegue, aguas abajo, a más sitios. Incluso, a través del río Arratia, al Parque Natural de Gorbeia, al cual está próximo.

¿Afectaría a su flora y fauna?

El parque podría verse afectado en la medida en que el mejillón cebra encuentre masas de agua estancadas o de curso muy lento, ya que no suele fijarse en cursos de agua con buena corriente. Podría tener efectos en la flora y fauna acuáticas, se alteraría la cadena trófica... En cualquier caso, esos efectos se deben estudiar a corto, medio y largo plazo. Hay que extremar las medidas de vigilancia y seguimiento en esa cuenca.

¿Cómo llegó al Estado?

Europa lleva más de un siglo de colonización pero los Pirineos ejercían de barrera protectora para la península ibérica. Calculamos que debió introducirse en el año 96 y se detectó en 2001, en la zona del bajo Ebro. Creemos que llegó durante los campeonatos de pesca, a través de participantes de otras zonas ya infectadas. Consiguió proliferar y formar una población estable. Una vez que entró, fue cuestión de tiempo que alcanzara otras cuencas mediterráneas, como la del Júcar; los ríos afluentes y remontara el Ebro hasta la zona más alta. Y desde allí es desde donde pensamos que ha llegado a la cuenca del Cantábrico, la primera del norte, lo cual es alarmante.

¿En qué sentido?

Significa que el mejillón cebra tiene capacidad para llegar a cualquier sitio; si no se toman medidas, es solo cuestión de tiempo. Es un salto cualitativo, porque significa que podría llegar a otras cuencas del norte, como las de Galicia. El riesgo aumenta exponencialmente: si ataca por el Mediterráneo y ahora por el norte, podría llegar a colonizar toda la península más rápidamente. Además, la cuenca del Cantábrico está indefensa ante esta invasión.

¿Indefensa?

El ecosistema no tiene una especie de estas características y las instalaciones hidráulicas no están preparadas para evitar sus efectos perjudiciales. En la cuenca del Ebro ocurrió lo mismo, pero todo lo que ahora se construye tiene en cuenta la presencia del mejillón cebra.

¿Cómo se preparan?

Por ejemplo, la captación del agua tiene que tener sistemas alternativos, como una doble tubería para ir alternándolas: un mes se usa una y al próximo la otra, mientras la primera se limpia. También se están empleando distintos compuestos que cubren las tuberías para evitar que se fijen y las rejillas tienen que ser fácilmente extraíbles para limpiarlas; no se pueden dejar un año sin limpiar porque se van a obstruir. En la central nuclear de Ascó, por ejemplo, calientan el agua por encima de la temperatura que aguanta.

¿Por qué no han funcionado las medidas preventivas?

Es muy difícil evitar su propagación, porque lo hace a través del propio flujo del agua y de las actividades humanas. No quiero echar la culpa a las administraciones competentes; son responsables, está claro, pero prácticamente imposible evitar su propagación. Al final, lo que vamos a tener que hacer es convivir con ella.

¿No se puede hacer nada?

Lo que precisamente no se debe hacer es no hacer nada; no se puede dejar al mejillón cebra a su aire. A veces hay una sensación de impotencia que lleva a la inacción, pero hay que evitar que la especie vaya a más mientras se investigan posibles métodos de combate.

Y eso, ¿cómo se hace?

Hay que cortar de raíz la propagación. Por ejemplo, limpiando las embarcaciones que han estado en cuencas infectadas con mangueras de agua a presión. La Confederación Hidrográfica del Ebro ha tenido que cambiar la normativa de navegación fluvial en embalses para poner restricciones: ninguna embarcación puede salir de un embalse en el que haya mejillón cebra si no está desinfectada. Y lo mismo ocurre con todos los aparejos de pesca, las botas de pescadores o biólogos, maquinaria que trabaja en la orilla...

¿Un mayor control?

Nosotros mismos llevamos el mejillón sin darnos cuentas y las campañas de sensibilización tienen que incidir en eso: cambia toda la relación del hombre con el río, porque hay una especie muy perjudicial. Tenemos que aprender a convivir con un nuevo inquilino que hace necesario adoptar precauciones. Por ello, se recomienda a los ciudadanos que alerten a la administración en cuanto vean uno y, a las empresas afectadas, que se pongan en contacto antes de adoptar cualquier medida. Se trata de prevenir su expansión y minimizar los daños.

Suena un tanto alarmista.

No hay que caer en el alarmismo, no es una cuestión de vida o muerte, pero la sociedad debe extremar las precauciones.

Una curiosidad. ¿Son comestibles?

No se aconseja su consumo, porque es un animal que filtra el agua y se carga con la contaminación que puede tener. No está sometido a un control sanitario.