ORDUÑA
A mediodía, una veintena de pilotos aguardaban pacientemente desde la zona de lanzamiento Ongoño -en plena Sierra Salvada y a 960 metros de altitud- para poder saltar al vacío y surcar el cielo como un pájaro a bordo de parapentes, alas delta, paramotores o naves biplaza.
Tan solo unos pocos podían en ese momento vivir y disfrutar de la experiencia. Entre ellos Oscar Hernández, que por segundo año consecutivo acudió desde Madrid a la cita con el festival Aéreo Internacional de Orduña. "Todavía no hay mucho viento arriba y solo nos estamos tirando los pilotos más preparados. El despegue es muy corto y por seguridad la gente que no está acostumbrada a estas condiciones tiene que esperar a que mejoren un poco", explicó tras el aterrizaje.
El escenario es excepcional para la práctica de este apasionante deporte para el que se requiere, además de ganas, ciertas dosis de paciencia. "Es necesario que allí arriba haya un rango de viento de entre 20 a 30 kilómetros hora y además tiene que venir contra la montaña. Si sopla desde atrás no se aguanta nada en el aire. Acabas bajando como motos", precisaron desde la UNAF, grupo organizador del evento.
Como expertos y conocedores de la zona, los promotores del festival se encontraban tranquilos y optimistas. "Cuando suba la temperatura y el aire se caliente va a aumentar la intensidad del viento y se van a poder ver más saltos. Por la tarde esperamos que también se produzcan esas mismas condiciones".
Y así fue. Pasadas las 13.00 horas se fue, poco a poco, intensificando el número de pilotos volando por el cielo de Orduña y hubo instantes en el que el cielo se llenó de naves de todos los tipos y colores. "¡He contado más de veinte!", exclamó con alegría y emoción una pequeña que había acudido a ver el espectáculo con sus padres.
Acrobacias y saltos base El público congregado en la zona de aterrizaje habilitada en las campas de Tertanga disfrutó de numerosos atractivos. Entre ellos los impresionantes ejercicios realizados por miembros del Equipo Nacional de Parapente Acrobático como los hermanos Tejeiro, de Málaga, o el vasco Oscar Atillo. Calurosos aplausos se llevaron también los especialistas en salto BASE que habitualmente se lanzan desde edificios, antenas, estructuras y barrancos de gran altura y que ayer lo hicieron montados desde paramotores o ultraligeros con ala delta. Fue el caso del vitoriano Pablo Ochoa que se tiró al vacío desde 800 metros de altura y abrió su paracaídas a unos 100 metros de distancia del suelo. "La sensación que se vive es bestial, muy difícil de explicar. Lo mejor es experimentarlo. Es muy recomendable", afirmó. Es una disciplina que solo está al alcance de los más intrépidos ya que "primero hay que empezar haciendo paracaidismo y después es cuando se puede ya pasar al salto BASE", declaró.
Satisfacción general A la vista de lo acontecido durante la jornada de ayer la organización no podía ocultar su satisfacción. "Se han inscrito más de 150 participantes lo que demuestra que a pesar de la crisis la gente sigue apostando por este festival. Es algo que queremos agradecer y que nos reafirma en nuestro convencimiento de que estamos haciendo las cosas bien", declaró Jordi Monedero.
El lema de este año es muy elocuente, Amigos para volar, y es que para Monedeo lo que tiene de especial la cita de Orduña es que "aquí la gente viene a ver el sitio, a disfrutar de un gran ambiente, a conocer los paisajes únicos de Orduña y su entorno, y si encima las condiciones les permiten volar, pues mucho mejor".
El Festival Aéreo Internacional que el colectivo UNAF organiza en Orduña va a continuar hoy domingo con sesiones de vuelo desde las 11 de la mañana.
Si el tiempo acompaña, centenares de parapentes, alas delta, globos aerostáticos, paracaidistas y ultraligeros volverán a surcar durante todo el día el cielo de la ciudad.
Asistir a ver el espectáculo merece la pena y, al igual que ayer, los más osados podrán, incluso, disfrutar de vuelos gratuitos en naves biplaza.