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"En la fábrica vendemos ilusión"

Cada uno de los empleados de Pirotecnia Astondoa elabora a mano 240 bombas a la hora en estos días

"En la fábrica vendemos ilusión"Foto: J. M. Martínez

Areatza

COMO ocurre cada año, estos días la pequeña localidad de Areatza es testigo del trajín que se traen los vizcainos para no quedarse sin los consabidos petardos y juegos de artificio. No en vano, la pirotecnia Astondoa, ubicada en este municipio, es uno de los dos únicos puntos de la provincia en los que se puede conseguir este tipo de material sin saltarse la ley. Una realidad que, lejos de preocupar en "la fabrica de ilusión", como la ha bautizado ya su directora, Izaskun Astondoa, les aumenta las ganas de seguir trabajando. Así, desde hace ya semanas, la empresa está inmersa en elaborar decenas de miles de unidades de todo tipo de pasatiempos en los que el ruido y el color son los protagonistas.

Como buena biznieta del fundador de la industria Astondoa, Izaskun lleva días sin salir de la fábrica. Allí se encarga de revisar tanto el género que les llega como el que producen ellos mismos. Lo hacen a mano, mimando cada cohete de los de toda la vida, llamado bomba en el argot de la calle. Así, los empleados de Astondoa se encargan de montar cada uno de estos artilugios ayudados por unas antiguas máquinas que les permiten sellar el invento. Preguntados por el número de cohetes que pueden pasar por sus manos estos días, los trabajadores no se atreven a dar una cifra ni siquiera aproximada. Eso sí, tienen claro que cada hora producen una media de veinte docenas de ellos. "Hecha tú los cálculos que yo ya he perdido la cuenta", instaban ayer durante la visita de DEIA a la fábrica.

De cualquier forma, las novedades de este año vienen del exterior. Son todas importadas y llegan en bonitas cajas sorpresa a elegir según los gustos de los clientes. "Las hay con más luces y otras con más ruido. Puedes escoger una dependiendo del tipo de público que vayas a tener", explica Izaskun.

Estas cajas que contienen de todo menos riesgo, según la directora, tienen títulos tan sugestivos como Las Vegas, Tempestad, Oasis o Luxor y son algunos de los productos que más se venden junto a los clásicos de toda la vida como las bengalas o los conocidos como Sorpresa japonesa que todos alguna vez habrán tenido en sus manos. Con un envoltorio de lo más infantil adornado con dibujos de caperucitas de tonalidades vistosas, este artilugio tiene forma de cohete. Al lanzarlo "siempre para arriba", deja tras de sí un reguero de serpentinas y fuegos artificiales.

No obstante, y a pesar de su aspecto infantil, estos utensilios pirotécnicos, como el resto, están hechos para ser manipulados por personas adultas. "Yo siempre digo que la pirotecnia tiene edad", avisa Izaskun. Y no solo eso. También posen instrucciones que hay que leer y seguir al pie de la letras si los usuarios no quieren terminar la fiesta en el hospital.

"Además de la edad y las instrucciones, hay que tener respeto por el vecino", advierte esta experta en fuegos artificiales. Para ello, todo cohete, bomba o similar debe ser lanzado hacia arriba, para que cumpla con su objetivo de elevarse hasta el cielo y abrirse en todo su brillo y esplendor. "Nunca podemos lanzarlos a los de enfrente pues así, con una mala utilización, cualquier artefacto es peligroso, hasta el más inocente", reconoce Astondoa mientras observa las colas que no dejan de formarse en su tienda, algo menores que otros años pero no porque hayan fallado los clientes sino por el nuevo sistema informático que han instalado que "nos hace las transacciones mucho más rápido".

Y es que la crisis parece que no ha quitado las ganas de los vizcainos de comprar tradición. Ayer, llegaban desde cualquier punto del territorio para hacerse con entre 100 y 200 euros de material. Un capricho que, aunque algunos se lo permiten año tras año "porque les hace ilusión a los niños", no deja de ser un placer adulto.