El coleccionista de cervezas
Un vecino de Basauri atesora en su casa 2.569 botellas traídas de distintos rincones del planeta
Basauri
La primera vez que José Javier Aldekoa Iturriotz probó la cerveza, paradójicamente, lo hizo en una bodega de vino en Haro. Era muy joven, pero ya entonces sabía que ese líquido amargo y dorado iba a ser para él algo más que una simple bebida. Esta pasión fue ganando peso en la vida de este vecino de San Miguel desde que se hizo cargo del bar que había regentado su familia toda la vida en esta zona de Basauri. Allí ofrecía a sus clientes buenas y variadas cervezas, una costumbre que mantiene. "Tengo una nevera con cuarenta tipos. Los clientes eligen una y me la dejan en la barra para que se la sirva", explica José Javier.
Tras varios años saboreando marcas de todos los rincones del mundo, comenzó a llevárselas a casa. Esto ocurrió hace once años. A día de hoy, ya ha reunido 2.569 botellas. Un tesoro que cuida con mimo y que enseña encantado.
Según abre la puerta de su casa, José Javier se topa con su afición. Allí tiene colgadas cientos de chapas de las botellas que aguardan en el interior del hogar que comparte con su mujer, Helena. A dos pasos de la entrada, la sala se abre al mundo como un imperio de la cerveza. No en vano, las vitrinas de esta peculiar pareja no acogen la vajilla de la abuela ni la cristalería que solo se saca en Navidad. Estas baldas están llenas de jarras para el disfrute de la dorada bebida. Hasta 400 vasijas de todas formas y colores se dan cita en este espacio, que sirve de antesala al que es el verdadero museo de la cerveza.
Esta pinacoteca ocupa toda una habitación que ha sido amueblada con estanterías desde los pies a la cabeza. Sobre ellas descansan las 2.569 botellas de cristal llenas de entre 20 y 75 centilitros de líquido. "La mayoría de los que coleccionan cervezas lo hacen en lata. A mí me gustan las botellas porque saben mejor", asegura José Javier. El techo de la habitación tampoco tiene desperdicio. De hecho, está forrado por las etiquetas de las cervezas que se han desprendido de las botellas. Entre los envases que llenan el cuarto, su dueño rescata varios de gran originalidad. Y es que José Javier no se conforma con recolectar las cervezas que encuentra a su paso. Él las busca por todos los rincones del mundo.
En sus viajes, le acompaña Helena, quien ya se ha acostumbrado a la pasión de su marido por su colección. "Afrontamos los viajes de otra forma y la verdad es que engancha. Una vez incluso el guía del autobús en el que viajábamos cambió de ruta para acudir con todos los pasajeros a una cervecera de gran fama", reconoce la mujer. Fue en una de estas escapadas cuando José Javier descubrió la República Checa. "Mira que Alemania se lleva la fama, pero como las cervezas de este país en ningún sitio", asegura.
Como muestra, la cantidad que se trajo de allí y que lucen en su casa, bien expuestas, en una de las baldas. Como están colocadas por temáticas, en una repisa se reúnen desde hace años personajes históricos como el Che Guevara, Bob Marley o Tito, el jefe de estado de la antigua Yugoslavia.
cervezas vascas
Desde la Bertoko o Eki hasta la Etxeko Bob"s beer
Junto a ellos, descansan las cervezas vascas, desde la desaparecida Bertoko o la Pagoa de Oiartzun hasta la Eki de Iparralde o la Etxeko Bob"s beer, de sabor muy picante. No faltan las cervezas deportivas dedicadas a clubes de fútbol como el Sporting de Gijón o la Real Sociedad. "Tengo la del Athletic, pero como no es de vidrio, no la puedo poner en la colección", lamenta José Javier. A pesar de la amplitud de su colección y lo esclavo del trabajo en la hostelería, este vecino tiene tiempo para disfrutar de cada parte de su tesoro.
Así, asegura que ha bebido de cada una de las jarras que adornan el salón. Además, limpia y mima cada pieza con sumo cuidado, una tarea que le lleva dos meses. "No solo hay que quitar el polvo, también hay que restaurar las etiquetas que se van desprendiendo", explica.
Como todo buen cervecero, José Javier tiene su propio ritual para degustar una birra que comparte gustosamente: "En primer lugar hay que enjuagar la jarra y echar un culín que desecha para después llenarla con espuma. "Si se sale un poco por arriba no importa", recomienda.