Guardianes del euskera y de los pobres
"Las monjitas del Puerto Viejo" y Aitxu! , galardonados con el DEIA Hemendik Gizarte Ekintza Saria
eL euskera y las personas con pocos recursos económicos son los objetivos de dos colectivos diferentes pero unidos por su trabajo en la sociedad de Eskuinaldea y Uribe Kosta. Aitxu! se afana en favor del euskera en Sopelana y la orden de Las Hijas de la Caridad de San Vicente Pau, conocidas como Las monjas del Puerto Viejo de Algorta, ayudan a quienes lo necesitan.
DEIA y Hemendik reconocen la labor de ambos y, por eso, recibirán el Gizarte Ekintza Saria en la III edición de los galardones en esta comarca. La entrega se celebrará el próximo día 1 de diciembre en Kur-tzios Kultur Etxea de Sopelana a las ocho de la tarde.
Aitxu! nació hace cuatro años cuando un grupo de vecinos de la localidad se preocupó por dar un impulso al euskera para que se utilizara a diario. "Nuestro objetivo final es lograr la normalización de esta lengua, que podamos vivir en euskera", señala Mikel Begoña, uno de sus fundadores.
Estos euskaltzales estaban preocupados por la progresiva pérdida del uso del idioma en Sopelana. Y decidieron poner un nombre a la asociación que reflejara sus intenciones, Aitxu!, una modalidad local empleada para llamar la atención de alguien. "Tenemos todos la misma inquietud. La utilización del euskera es bajísima y si no hacemos algo es decir agur a su uso real", advierte.
El diagnóstico que hace la agrupación sobre el euskera en el municipio es similar a su situación en otras zonas de Euskal Herria. "Ha ganado terreno en el campo educativo, pero ha caído en picado en la calle", se lamenta Begoña. Su mayor inquietud es la falta de un relevo generacional que se exprese en euskera de forma habitual.
Por eso, en la actualidad están intentando que se implique el resto de asociaciones a través de un clima de cooperación. "Las acciones puntuales están bien, pero es necesario un entendimiento duradero para que continúen", señala. Para estrechar relaciones convocan a todos los colectivos a participar en diferentes actos. Uno de ellos es participar en un kantaldi popular en el Euskarak Batzen Gaitu que apela a la unidad de los euskaltzales.
Otra de las acciones es una romería, que este año se realizó en el pasado mes y que contó con la actuación del cantante Anje Duhalde. Trescientas personas acudieron a la llamada en una jornada de confraternización por el euskera. A estas se suman otras actividades atractivas como la organización cursillos de surf de Peña Atxuri.
Este año han dado un paso decisivo involucrando por primera vez al comercio local en el uso del euskera. En total, 102 establecimientos, el 40% del sector, participa con distintivos que acreditan su conocimiento o su voluntad de aprender. Además, los comerciantes pueden asistir a cursos para aprender el idioma.
centenarias
Solidarias de toda la vida
La orden de la Caridad de San Vicente Pau cerró en 1992 su colegio del Puerto Viejo de Algorta tras un siglo de vida, aunque las puertas de su casa siguen muy abiertas en el corazón del barrio. Las religiosas trabajan desde entonces contra la pobreza y la necesidad. "Donde hay una casa de la congregación, hay un pobre", resume la superiora sor Estela como principio de intenciones.
Son muchos los vecinos que han pasado por sus aulas, generaciones enteras de getxotarras. Pero, poco a poco, se han ido jubilando y se han apartado de la docencia, aunque este grupo de 19 monjas sigue al pié del cañón frente a la brecha social. "Para mí, los pobres son sagrados, he consagrado mi vida hacia ellos", declara la superiora.
Su casa es una referencia en la comunidad a la que llegan personas cargadas de necesidad con todo tipo de peticiones de ayuda. En ocasiones no tienen dinero suficiente para pagar los recibos de la luz, el alquiler del piso o la guardería. Prueba de ello es que "la policía y los servicios sociales nos envían gente", dice sor Estela.
Ofrecen ayuda a quienes no disponen de recursos económicos suficientes, y "cuanto menos, les escuchamos. Defendemos la dignidad humana". Por este motivo, conceden el beneficio de la duda a los necesitados pese al riesgo de la picaresca: "Prefiero equivocarme, pensar que no me engañan nunca y no dejar al pobre sufriendo".
Su implicación queda reflejada con su comedor social, el único existente en el municipio. Desde hace dos años la demanda de este servicio ha incrementado como consecuencia de la crisis. Acuden a diario una quincena de personas entre las que se mezclan "inmigrantes con personas sin recursos de la población autóctona. Estos últimos son un nuevo colectivo necesitado", destaca. A su sede llegan a diario sin techo, pero también vecinos con recursos tan escasos que no les permite costearse la vivienda y la comida. Otros usuarios son puntuales, van y vienen.
Las monjitas del Puerto Viejo ofrecen desayuno y comida y un bocadillo de merienda que puede servir a su vez de cena. Además, las religiosas complementan la atención con un servicio adicional de lavandería y ducha. Su labor no pasa desapercibida entre el vecindario que siente la congregación como uno de los orgullos del barrio. "Nos sentimos muy queridas, somos historia en el Puerto Viejo y nos tratan con cariño", agradece sor Estela.