Mascotas en el tren y el metro
Detractores y partidarios del cambio en el reglamento de Metro Bilbao que permite a los animales viajar junto a sus propietarios dan su opinión
Bilbao
EL debate ha comenzado. La polémica está en las calles vizcainas y, en el caso de Bilbao, también bajo ellas. Partidarios y detractores de que los animales domésticos puedan viajar junto a sus propietarios en metro, tranvía y Euskotren plantean los pros y los contras del cambio en el reglamento de Metro Bilbao recién aprobado por el Gobierno vasco.
La mayoría de los usuarios de metro consultados ayer por DEIA desconocían la nueva normativa y sus condiciones, al igual que los propios empleados de Metro Bilbao, quienes tampoco sabían cuándo iban a entrar las mascotas al metro. "Todavía no nos han informado de nada. Se acaba de aprobar y desconocemos cuándo se pondrá en vigor", explica una trabajadora del suburbano. Igualmente, la mayor parte de los pasajeros del metro, tranvía y Euskotren consideraban un "adelanto" que los animales puedan viajar con sus propietarios; eso sí, respetando unas normas básicas de civismo e higiene.
"Me parece muy bien que las mascotas puedan viajar con sus dueños en el transporte público, tengo perro y si tengo que ir a algún sitio o tengo que llevarle al veterinario me viene muy bien. Yo creo que no habrá problemas con el resto de pasajeros si llevamos a los animales en una maletita o en su transportín", afirma Amaia, usuaria esporádica del metro. Por su parte, Aitor utiliza este transporte público a diario y, a pesar de que él no tiene animales de compañía, considera que es una buena idea que puedan viajar con sus dueños "siempre que sean pequeños y que lleven el bozal". Este joven no es el único que ve imprescindible el bozal para que los perros viajen rodeados de personas. "Me parece muy bien si no molestan, están bien atendidos, viajan en un sitio adecuado y con su bozal", explica Jose Manuel, pasajero habitual de metro.
Los detractores La noticia ha sido una bomba entre los usuarios del transporte público, aunque muchos pasajeros, como Alazne, la veían con buenos ojos y les parecía "una iniciativa interesante", otros pasajeros y colectivos no se sienten del todo cómodos con el cambio de reglamento. "Cada ser vivo tiene su hábitat y su espacio. Las personas tienen su sitio y las mascotas el suyo", explica Maria Asunción. Asimismo, hay quienes ven más problema en los propietarios que en las propias mascotas. Es el caso de Amaia, quien viaja normalmente en metro y tranvía. "A mí no me molestan los animales, son peores los dueños, pero también depende de su raza. No es lo mismo que sea un caniche que un rottweiler". Y es que muchos vizcainos, como Jorge, lo tiene claro. "Todo depende de los dueños. Si la mascota se comporta, no pasará nada", asegura.
"Los animales podrían viajar si la gente fuera más educada, porque hay perros y gatos más educados que las personas. Y a quien no le guste viajar con animales es porque son unos antisociales, seguro que las mascotas tampoco quieren viajar con ellos", afirma Rosa.
Medio paso adelante A pesar de tratarse de un paso adelante para los propietarios de perros y gatos, hay quien lo considera el cambio de reglamento insuficiente o más bien incompleto debido a sus restricciones. "Tengo mascota, un perro, y creo que esta norma se ha quedado corta. Lo de Metro es impresentable por las condiciones en las que hay que llevar al animal, ya me gustaría a mí que muchos niños fueran así con el jaleo que montan. Explícame porque mi perro que es un animal urbano, educado y que no arma jaleo no puede viajar en metro, cuando siempre cogemos el tren de cercanías para ir al monte y nunca hay problemas", comenta Javier.
Del mismo modo que no existe ningún problema en el suburbano de Bruselas cuando se apean de él perros de 30 kilos. "Es cuestión de que la gente se acostumbre", asegura Kepa Tamames, de la Protectora de animales ATEA. Esta asociación mantiene que la normativa está "bien pero con minúsculas", ya que sus restricciones evitan que la mayoría de los animales de familia puedan utilizar el transporte público. "Incluso mi gato que pesa nueve kilos está excluido, la mayoría de los animales y propietarios no podrán hacer uso de este derecho", indica Kepa. "Lo bueno es que se abre una puerta, pero el objetivo está aún muy lejos. La única esperanza es que eliminen las restricciones del reglamento porque son un cúmulo de despropósitos tremendo", puntualiza el miembro de la protectora.
"Lo que hay que hacer es poner un mínimo de respeto y sentido común tanto entre los usuarios como desde Metro Bilbao", añade.